Aniversario
Orson Welles, el director maldito
2015 es el año de Orson Welles, miembro ilustre del olimpo del cine. El 6 de mayo se cumple el centenario de su nacimiento, y en octubre el 30 aniversario de su muerte.
“No creo que ninguna palabra pueda explicar la vida de un hombre” dice Thompson, el periodista que investiga la muerte de Charles Foster Kane en la aclamada producción de Orson Welles, Ciudadano Kane. Estas palabras encajan a la perfección cuando se trata de describir la vida y obra de Welles.
En efecto, su vida personal y profesional fue una montaña rusa llena de altibajos, cuyo punto más alto fue precisamente Ciudadano Kane, película de 1941. Desde entonces, este director, actor, periodista, hombre de radio y dramaturgo, que desconfiaba del sistema de producción de Hollywood, nunca volvió a tener un triunfo similar. Tras el éxito de su obra maestra, su vida fue un lento declive, llena de fracasos comerciales, hasta su muerte a los 70 años en 1985, víctima de un infarto.
Pocas figuras del cine suscitan tanta admiración en lo profesional como en lo personal. Welles fue uno de los personajes más controvertidos de la historia del medio, un cineasta maldito. Sus biografías están cargadas de acusaciones y epítetos. La mayoría de sus biógrafos lo describen como un mujeriego, un tirano detrás de cámaras, un provocador, un borracho, un megalómano mentiroso y una persona en la bancarrota moral. Welles fue un director complejo e impredecible, difícil de clasificar y muy mal comprendido.
En lo profesional, Welles fue un hombre prolífico en ideas, para la mayoría de las cuales no encontró financiación. Su trabajo se caracteriza por una abundancia de proyectos sin concluir, como su apuesta por llevar a la pantalla grande su versión de Don Quijote. En este sentido, su figura se compara con la de Franz Kafka, un escritor destacado por su mente prolífica y, al mismo tiempo, por una miríada de proyectos literarios y escénicos sin finalizar.
Tendencias
Welles tenía sus demonios, pero también era un visionario y un genio precoz. Nació en Kenosha, Winsconsin el 6 de mayo de 1915. Era hijo de una concertista de piano y de un hombre de mediana fortuna, quien acumuló su capital gracias a las regalías de múltiples patentes. A los 18 meses su pediatra lo declaró niño superdotado. Con dos años, aprendió a leer y pisó por primera vez un escenario durante una representación de la ópera Madame Butterfly en la que su madre interpretaba el piano. Hizo su primera aparición en el teatro a los tres años en una representación de Sansón y Dalila en la ópera de Chicago. Con siete años, recitaba de memoria obras enteras de Shakespeare. A los 13 años Welles ganó una competición dramática entre varias escuelas con su versión de Julio César, de Shakespeare, en la que encarnaba a Marco Antonio y a Julio César. Comenzó su vida en el espectáculo profesional en Irlanda en 1931, cuando contaba 16 años, en una versión de Macbeth. Para formar parte de la obra, mintió al director afirmando que tenía 22 años, que gozaba de renombre al otro lado del Atlántico y que su actuación había sido alabada por el New York Times. A los 18 años ya había trabajado como profesional en la compañía de la actriz Katherine Cornell. A los 22, Welles ya era el actor de teatro mejor pagado de Estados Unidos, a los 23 realizó la famosa transmisión radiofónica de La guerra de los mundos, en la que convenció a los radioescuchas de una inminente invasión alienígena. A los 25 dirigió Ciudadano Kane, una de las películas más influyentes de la historia del cine. Welles fue una figura fundamental en el desarrollo del cine de autor y el cine independiente. Era un realizador a quien le gustaba mantener el control creativo de sus obras, lo cual chocaba con la forma en que se hacía y aún se hace cine. Fue, en ese sentido, un director independiente que usaba algunos recursos del cine de Hollywood en sus producciones. Además de la libertad creativa y la independencia que nunca negoció, su obra se caracteriza por la diversidad: Welles nunca se repitió a sí mismo y es imposible hallar patrones comunes en su obra.
Además de director, Welles era conocido por su método de actuación y su talento para el esbozo de personajes. Son recordados su papel de Harry Lime en El tercer hombre de Carol Reed (1949) o de predicador en Moby Dick de John Houston (1956). También protagonizó Jane Eyre de Robert Stevenson (1944) y compartió créditos con Errol Flynn, Paul Newman y Yul Brynner.
Jane Eyre de Robert Stevenson (1944)
Su trabajo detrás de cámaras se caracterizaba por su disciplina y por un autoritarismo orientado a sacar lo mejor del equipo de producción. Anthony Perkins recuerda cómo Welles afirmaba hablar “el lenguaje del amor” con sus actores, aunque más allá de las palabras lo que Perkins rememora es haber sentido “el afecto que un mariscal de campo siente por su tropa”. Aunque a Welles se le relaciona como pionero del buen cine de autor, lo cierto es que supo rodearse bien. El novato director de Ciudadano Kane, contaba con un excelente equipo de camarógrafos, directores de arte y fotografía, escenógrafos, y un largo etcétera.
La pesimista Ciudadano Kane es tal vez la película más analizada e interpretada de la historia del cine. Fue su primera cinta tras intentar sin éxito llevar a la pantalla grande su versión de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Con su fama de genio precoz, Welles obtuvo para Ciudadano Kane un contrato sin precedentes para un principiante de 26 años. La productora RKO le ofreció un cheque de 225.000 dólares –una auténtica fortuna para la época– y la libertad para que realizara la película que deseara.
“Es uno de los milagros del cine –afirmaba Roger Ebert- que en 1941, un director primerizo, un escritor cínico y bebedor, un director de fotografía innovador y una compañía de actores de radio y teatro de Nueva York, recibieran las llaves de un estudio y el control total, e hicieran una obra maestra”. Para Ebert, Ciudadano Kane es más que una gran película: son las lecciones aprendidas de la era del sonido, igual que El nacimiento de una nación (1915) reunió todo lo aprendido en el apogeo del cine mudo. En 1998, el American Film Institute la distinguió como la mejor película de todos los tiempos, distinción que ocupa hasta la actualidad.
Ciudadano Kane es la historia de Charles Foster Kane y la construcción de su imperio mediático. Es una fábula del poder en la que Kane, interpretado por el propio Welles, se convierte en la representación de la ambición política y la falta de escrúpulos. Basada en la vida de William Randolph Hearst magnate estadounidense de la prensa y los medios, uno de los más poderosos personajes de la escena política de su país-, Ciudadano Kane ha merecido todos los elogios que una producción cinematográfica puede recibir.
Welles muestra trozos de la vida de Kane e invita al espectador a reconstruirlos, como un rompecabezas. Kane, el magnate de ficción surge de un contexto pobre y rural. El descubrimiento de una mina en la propiedad de su familia, representa para el pequeño Charles un cambio en el sentido desde donde sopla el viento de la fortuna. Desde la dirección del diario sensacionalista The New York Enquirer, Kane consolida un imperio mediático que muchos comparan con los conglomerados de la actualidad. Kane tiene una obsesión con el control, no sólo de su negocio, sino de las mentes de los públicos. Su recorrido vital le lleva a amazar una enorme fortuna hasta convertirse en uno de los hombres más ricos del mundo y una figura influyente con ambiciones políticas.
Sus aspiraciones se ven frustradas cuando se descubre su romance con una cantante, quien posteriomente se convierte en su segunda esposa. Comienza el declive de Kane quien se recluye en Xanadú, su propiedad y baluarte inexpugnable donde muere cautivo de su ambición, rumiando sus recuerdos de la infancia y la inocencia perdida. Ciudadano Kane recibió nueve nominaciones al Óscar y una estatuilla (por mejor guión, el único Óscar que ganó Welles), pese a ser un absoluto fracaso comercial y sufrir el boicot de todos los medios del imperio controlado por Hearst.
Ciudadano Kane
Para Welles, Ciudadano Kane fue tanto una bendición como una condena, un punto de referencia para su trabajo posterior que, para muchos, nunca pudo sobrepasar en calidad. Ciudadano Kane fue la única de sus películas en la que tuvo dominio total del montaje, la producción y el resultado final. Tras su obra magna, Welles perdió el control de sus películas, editadas por productores o abandonadas por él mismo. Aunque con el paso del tiempo, Ciudadano Kane sería considerada por muchos como la mejor película de la historia del cine, la cinta le granjeó a Welles una mala fama que arrastró el resto de su vida. Se decía de él que era poco fiable, que demoraba demasiado sus plazos de entrega, que utilizaba métodos poco ortodoxos, que tenía un carácter errático y egocéntrico.
Orson Welles vivió su vida en reversa. Defensor de un cine ambicioso, hecho con my pocos recursos y con una clara influencia teatral y shakespereana, su temprano éxito se vio seguido de una serie de fracasos comerciales y obras sin concluir, aunque la crítica en realidad nunca le dio la espalda ni desconoció su talento. Ganador del máximo premio en Cannes como reconocimiento a toda una vida, la luz de Welles nunca dejó de brillar a pesar de sus altibajos personales y profesionales.
Lea también: