Este viernes 18 de septiembre, contra los peores pronósticos barajados en los pasados meses, el Festival de cine de San Sebastián inaugurará su versión 68 en una España marcada por un creciente número de contagios en distintas regiones del país.

Aunque Comunidades Autónomas como Galicia, Aragón o Cataluña, han tenido que anular del todo ciertas actividades al aire libre (en distintos momentos de los últimos meses), el Zinemaldi corrió mejor suerte. Las cifras de nuevos contagios y fallecidos por el coronavirus no son tan alarmantes en el País Vasco. Así, con cautela y una buena cantidad de cambios, los organizadores confirmaron que la ejecución y presencialidad del certamen están garantizadas.

El Festival se ha preparado con las medidas sanitarias establecidas, entre ellas, la reducción del aforo de las salas al 40, 50 y 60 por ciento de su capacidad; la cancelación de todos los eventos sociales; la ausencia de público en la alfombra roja y la reducción del 31 por ciento del total de películas proyectadas.

Festival de Cine de San Sebastián 2020 | Foto: Festival de Cine de San Sebastián 2020

Un festival distinto

Los aforos reducidos y la cancelación de ciertos eventos abiertos al público no son asuntos menores en el Zinemaldi. A diferencia de otros festivales de cine (como Cannes, por ejemplo), el de San Sebastián es un evento abierto al público en las proyecciones de todos los filmes. Los asistentes dejan así una huella en el Festival y le imprimen su ambiente alegre y cinéfilo.

El Festival le apostó a la presencialidad y, así, a mantener su esencia. Su director, José Luis Rebordinos, enfatizó en que “más que nunca, es importante defender la comunidad que formamos los distintos sectores que trabajamos alrededor del audiovisual. Es necesario que podamos ver las películas en buenas condiciones y que podamos encontrarnos alrededor de ellas, obviamente cumpliendo con todas las medidas sanitarias que desde las autoridades civiles se establezcan”.

¿Cuáles son esas medidas? A grandes rasgos, las que ya se han establecido en España para eventos de este tipo: uso obligatorio de mascarilla; desinfección de mobiliario cada vez que un grupo distinto de personas deje o entre a un recinto; venta online y escalonada de entradas a las funciones y una nutrida oferta digital de ruedas de prensa, galas y clases magistrales.

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Una película dedicada a San Sebastián

Woody Allen nunca ha ocultado sus amores y odios. El director neoyorquino no les guarda un amor particular a los premios de la academia estadounidense (hace muchos años no asiste a la ceremonia de los Óscar por más que alguna de sus películas esté nominada) pero tampoco disimula su aprecio y cariño por el Festival de San Sebastián. Tal como suele pasar con Allen, ese afecto termina convirtiéndose en la semilla o el motor de un largometraje, tal como ocurrió con su más reciente película Rifkin’s Festival.

En ella, un joven matrimonio asiste al Festival de San Sebastián (Allen filmó en Donostia y su famosa playa La Concha el año pasado) y, después de unos días idílicos en la ciudad, cada uno de ellos termina envuelto en una relación sentimental con otros asistentes al evento cinematográfico.

El largometraje de Woody Allen inaugurará oficialmente el festival y entre todas las razones que pudo haber para su elección una resulta bastante pertinente: la película representa en la ficción un imaginario colectivo del Festival, cuando gran parte de los donostiarras, españoles, europeos y gente de muchas partes del mundo se volcaban una semana y media a ver cine sin preocuparse por las mascarillas o sin tener los ánimos tan bajos por culpa del brutal golpe pandémico.

Así, Rifkin’s Festival (que hace parte de la “Selección oficial” pero no está en concurso) tendrá la tarea de inaugurar el evento y de recordarle a los asistentes (y eventualmente a muchos otros espectadores) cómo era el Festival de San Sebastián antes de confinamientos, cuarentenas y distancias de seguridad. De cierta manera, la película y su lugar en esta edición pretenden fomentar la esperanza de que en un futuro cercano este festival y los otros muchos eventos que giran en torno al séptimo arte en el mundo puedan volver a la normalidad.

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Viggo Mortensen, ‘El olvido que seremos’ y Cannes

Como suele pasar con la Berlinale o con el Festival de Venecia, son muchas las películas y las expectativas que guarda esta versión del Festival de cine de San Sebastián. Además de sortear las dificultades que trajo 2020, dos grandes novedades atraviesan esta edición del Zinemaldi.

Por un lado, el premio Donostia será para Viggo Mortensen, actor neoyorquino reconocido no solo por su talento (El señor de los anillos; Captain Fantastic; Green Book) sino por su cercanía con los espectadores y los medios de comunicación.

Viggo Mortensen, figura destacada en el Festival de Cine de San Sebastián 2020. | Foto: Inaki Pardo

Además de premiar una carrera tan prolífica como la de Mortensen, el premio Donostia se convirtió en la excusa perfecta para proyectar el primer largometraje bajo su dirección: Falling. La película, que trata sobre la difícil relación de un hombre con su padre y la dolencia de su incipiente demencia senil, estaba programada para proyectarse hace unos meses en Cannes, lo que no sucedió pues el festival se canceló totalmente por el difícil momento que atravesaba Francia en mayo con respecto al coronavirus.

Por tal razón, y como segunda novedad, el Festival de San Sebastián acogió la proyección de 17 películas y una serie de televisión seleccionadas para Cannes. Incluso, algunas de esas películas van a participar oficialmente por los premios de categorías emblemáticas del festival, como la “Sección oficial” o “New directors”, algo que nunca había ocurrido en la historia del certamen.

Sin embargo, no todas las películas participarán por premios. Así pasa con El olvido que seremos, película basada en el libro homónimo de Héctor Abad Faciolince, producida por Dago García Producciones y dirigida por el español Fernando Trueba. El largometraje tampoco competía por un premio en Cannes, pero estaba incluido en su selección oficial para darle una mejor visibilidad en el circuito de festivales de este año. Ahora, será la encargada de clausurar el Festival de San Sebastián el sábado 26.

Con los dedos cruzados, tanto los organizadores como directores, productores, actores y espectadores esperan que todos estos planes se puedan cumplir a partir de este viernes. 2020 ha demostrado que incluso los festivales con casi 70 años de vida todavía pueden vivir varias sorpresas y cambios inesperados. Aun así, el Zinemaldi está listo para abrir sus puertas una vez más.

*Periodista y literato