Cannes

‘The Handmaiden’, el fallido thriller erótico de Park Chan-wook

La expectativa rápidamente dio paso a la decepción tras el estreno de la nueva película del cineasta surcoreano, una adaptación literaria marcada por el exhibicionismo gratuito.

Carlota Moseguí* Cannes
14 de mayo de 2016
Un fotograma de 'The Handmaiden'.

Cuando se anunció el nombre del Park Chan-wook entre los autores que competirían en el Festival de Cannes, The Handmaiden se convirtió en una de las películas más esperadas del certamen. El director surcoreano podría obtener su primera Palma de Oro con su adaptación cinematográfica de la aclamada novela de Sarah Waters, Falsa identidad. Sin embargo, su estreno no recibió grandes elogios de la prensa internacional.

En primer lugar, cabe señalar que The Handmaiden respeta el argumento y la estructura en tres actos del texto original. Asimismo, ambas obras narran una historia de amor lésbica entre una aristócrata torturada por su tío (Kim Min-hee) y su nueva criada (Kim Tae-ri). La intención del director de Old Boy –análoga a la de Waters en la novela– es condenar las prácticas extremas que los hombres infringen a la condesa sin su consentimiento, así como promover un sexo liberador a través del romance secreto entre las mujeres. En este sentido, nos hallamos ante la misma apología por la ética sexual de 50 sombras de Grey.

Sin embargo, esa misión doctrinal no consigue cristalizarse en el film por culpa del acercamiento inadecuado de Chan-wook sobre sus personajes femeninos. En otras palabras, el director de Sympathy for Lady Vengeance ha traicionado la esencia del relato reduciendo la historia de amor a una puesta en escena de una fantasía masculina.

Lamentablemente, un exhibicionismo gratuito, que evoca las escenas de sexo lésbico inverosímil de La vida de Adèle (destinadas a la excitación del público masculino) focaliza la atención del espectador. El poder de dichas escenas cuya estilización maquillan la inelegancia de los actos representados se vuelve en contra de Chan-wook al robarle protagonismo a las otras grandes virtudes de la cinta. Por ejemplo, le resta importancia a cuestiones de mayor trascendencia como las diferencias culturales entre la población nativa y la invasora –concretamente, la Corea ocupada por japoneses durante los años treinta–, la lucha de clases entre los habitantes y visitantes de la mansión o la relación de poder entre dinero y sexo.