Cine

Leviatán: cuando el cine se censura

El 26 de febrero se estrena en Colombia Leviatán, nominada al Óscar por mejor película extranjera. Esta producción rusa ha llamado la atención del mundo por la desgarradora historia que cuenta y por la polémica generada en su país de origen, donde fue considerada antipatriótica y promotora de una mala imagen de Vladimir Putin y de la iglesia ortodoxa.

Juan Sebastian Barriga
26 de febrero de 2015
Poster de Leviatán.

La historia del cine está llena de películas censuradas, prohibidas y recortadas. La mayoría por sus contenidos violentos y sexuales que exceden el límite de lo tolerado por el público. El mejor ejemplo es el de Holocausto caníbal (1980), grabada en Colombia por el director italiano Ruggero Deodato y prohibida en más de 50 países. Las imágenes realistas de asesinatos, canibalismo y sexo impactaron de tal forma a la audiencia que la justica del país detuvo y acuso a Deodato de matar a los actores. También lo culparon de haber sacrificado siete animales durante la producción, un hecho que sí pasó y que agravó la polémica. Y hoy aún no se sabe si la imagen insignia de la película, de una mujer empalada, fue  real o un montaje.

La mayoría de las películas que llevan la violencia y el sexo al extremo son consumidas por públicos especializados que las ven por el morbo y el gore o por la calidad narrativa, cinematográfica, simbólica o la crítica social que presentan. Ese es el caso de Saló o Los 120 días de Sodoma de Pier Paolo Pasolini, una película centrada en la tortura física y mental, la violación, la coprofilia y el absurdo. La obra es considerada al mismo tiempo una obra maestra por su osadía al tiempo y una aberración inmoral. Poco después de terminar el rodaje, Pasolini fue asesinado a las afueras de Roma. Su fallecimiento, curiosamente, llevó a que más gente viera la cinta, que poco después fue censurada en varios países.

En el caso de Leviatán, el más reciente largometraje de Andréi Zviagíntsev, la polémica no surgió por escenas violentas y escandalosas que atentan contra el pudor, la moral y los valores sociales, sino por retratar ciertas realidades que se viven en Rusia. El gobierno de ese país, descontento con el resultado, primero aplazó su estreno durante tres meses y luego editó algunos diálogos groseros y antigubernamentales. Unos medios controlados por el Estado incluso le pidieron al director que se arrodillara en la Plaza Roja y pidiera perdón.

Leviatán cuenta la historia de Kolia, un mecánico alcohólico, temperamental y violento del norte de Rusia que vive en un pueblo miserable y deprimente con su esposa y su hijo. Él debe enfrentarse contra el Estado para conservar su tierra ya que el alcalde del pueblo, un hombre arrogante, corrupto, adicto al vodka y aliado de la iglesia ortodoxa está dispuesto a quitarle su propiedad como sea. Kolia, impotente, enfrenta tragedia tras tragedia mientras lucha contra un sistema que tiene a todos sus agentes contra él y que lo busca aplastar.

Kolia interpretado por Aleksei Serebryakov

Leviatán recibió el 30% de financiación por parte del estado ruso. Se estrenó en el festival de Cannes, en el que ganó el premio a mejor guion, y fue galardonada con el Globo de Oro a la mejor película extranjera y nominada al Óscar en la misma categoría. Esto le dio una enorme visibilidad internacional y provocó la ira del gobierno ruso.

A través de Vladimir Medinski, su ministro de cultura, el Kremlin expresó su descontento: “las películas que insultan a las autoridades en el poder no deben ser financiadas con el dinero de los contribuyentes”, declaró el funcionario. Varios otros sectores políticos y religiosos han catalogado la cinta como mentirosa, antipatriótica y creada con el único fin de reforzar los estereotipos negativos que tiene occidente de Rusia. También le disgustó que hubiera sido financiada en parte por fondos públicos.

“La película recibió toda esta resonancia a raíz de la nominación y obviamente Rusia no quiere ser vista como un país donde la ley no es tan fuerte o racional” explica el crítico de cine Manuel Kalmanovitz. A ninguna nación le gusta tener una mala imagen y no es la primera vez que se censura una película debido a esto. Paths of glory, de Stanley Kubrick, fue prohibida en Francia durante varios años debido a la forma en que retrataba al ejército.

Pero con Rusia el tema es más complejo, pues la mayoría de los países occidentales ya tienen una visión negativa de esta nación y de las políticas de Vladimir Putin. La guerra en Ucrania, las leyes homofóbicas, el arresto y las palizas contra las activistas Pussy Riot  han reforzado la visión de un país corrupto y que abusa del poder. Pero, irónicamente, a pesar de sus problemas y debilidades, Putin tiene un 80% de popularidad.

Según Felipe Restrepo Acosta, redactor de la sección Mundo de Semana, esto se debe “a un control total de los medios por parte del estado”, que recuerda a cuando en la Unión Soviética había una imagen oficial dictada por el estado y trasmitida por todos los medios. Restrepo comenta que “los rusos están con Putin, él les dice que todo está bien y esta película es una clara piedra en el zapato”.

La censura en torno a Leviatán ocurrió debido a que, como explica Kalmanovitz, “en Rusia al parecer no hay una división clara entre gobierno y estado. Estar en desacuerdo con el presidente es ser como un traidor. Es una locura de posición porque a uno puede no gustarle el presidente y no ser antipatriótico. De hecho uno puede ser muy patriota y parte de ese patriotismo es ser crítico con las personas en el poder”.

Paradójicamente la mala publicidad motivó a que cientos de personas descargaran en internet la versión completa. Además, según Kalmanovitz, esta polémica reforzó la tesis de la cinta, que presenta a un estado arrogante que no teme usar la fuerza y violar la ley para lograr sus propósitos. “Es como si la película se fuera replicando en otro nivel y mostrándole a todo el mundo que el carácter desbocado de la autoridad es real”.

La religión y lo místico

La iglesia ortodoxa rusa ha protestado incesantemente contra Leviatán, debido a que un sacerdote es el que está tras las tierras de Kolia y secunda al alcalde en sus acciones. Restrepo explica que esto refleja la estrategia de Putin de aliarse con la iglesia ortodoxa más que nada para crear una serie de símbolos que soporten su ideología nacionalista.

Andréi Zviagíntsev es un hombre religioso y si bien en la película denuncia una cúpula eclesiástica corrupta y aliada con funcionarios públicos deshonestos, en la película también aparece un segundo sacerdote humilde que escucha las frustraciones de Kolia y lo aconseja. De hecho, Zviagíntsev sigue la línea del misticismo del gran maestro Andrei Tarkovski y explora otras dimensiones de los significados religiosos. Leviatán está relacionada con el libro de Job, en el que dios pone a prueba la fe de un hombre a través de varias pruebas. En este caso, el leviatán que pone a prueba a Kolia no es el demonio sino un sistema abusivo y violento.


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