Cine
La animación independiente en los Óscar
La ceremonia de premiación de este año se celebra el 4 de marzo. Una aproximación a una de las propuestas más interesantes de la categoría.
Los premios Óscar funcionan como plataforma para impulsar ciertas películas en la audiencia. Esto sobre todo cuando se trata de producciones independientes que no cuentan con la maquinaria de los grandes de Hollywood. Aunque en nueve de sus últimas diez ediciones, el premio a la Mejor película animada lo haya recibido Disney, dentro de las nominadas ha habido también espacio para propuestas refrescantes e innovadores en el género.
Spirited Away (El viaje de Chihiro) de Studio Ghibli fue la última película independiente en ganar el premio, en 2003. En los últimos años otras han sido nominadas, como Les triplettes de Belleville (2003), Persépolis (2007), The Tale of the Princess Kaguya (2013), Anomalisa (2015) y La tortue rouge (2016). Estas producciones hacen efectivo el poder de la animación en su tarea de romper barreras a través de la personalidad propia del arte. Así invaden los sentidos y envuelven al público en sinestesias, haciendo más fluido su canal de comunicación.
Este año, por ejemplo, está nominada Loving Vincent. Es una experiencia para sumergirse en la vida del pintor Vincent Van Gogh a través de los colores y texturas que lo caracterizaron. La calidez de los óleos y el detalle de las ilustraciones en blanco y negro con las que se intercalan a lo largo de la cinta fueron llevados la pantalla por un trabajo de cien artistas en más de 60,000 trabajos. Esta producción europea dirigida por Dorota Kobiela y Hugh Welchman, sumerge al espectador en la intimidad de Auvers-sur- Oise, el pueblo donde el pintor vivió sus últimos años y que todavía mantiene intacta su magia. Los cuadros toman vida y es imposible quitar la mirada porque cada toma es una obra en sí misma.
Los últimos trabajos de Van Gogh llegan de esta manera a las salas de cine, reinterpretados y con alma propia. Los noventa y cuatro minutos de esta obra, son como un viaje en un museo en el que se pueden tocar las pinturas y entrar a ellas. Loving Vincent más que una película, es una oportunidad de abrir los sentidos y estimular la curiosidad por un estilo artístico y una historia de vida y de muerte. Está en salas de cine colombianas del 8 al 11 de febrero.