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‘Basada en hechos reales’: lo nuevo de Polanski

La película es un 'thriller' protagonizado por Eva Green y Emmanuelle Seigner, la esposa del director, que aborda la creación, la realidad, la ficción y su delicada relación con la mente humana.

Nicolás Mejía
12 de abril de 2018
Emmanuelle Seigner y Eva Green en una escena de ‘Basada en hechos reales’. Cortesía: Cine Colombia.

Basada en hechos reales es un thriller que aborda la problemática de la creación en el espacio donde cohabitan realidad y ficción: la psique humana.  En esta ocasión, el reto del director Roman Polanski (The Pianist, Chinatown) es el de lograr transponer en imágenes la fuerza de la expresión literaria de la intimidad del libro de Delphine de Vigan que inspiró la película. Para esto se vale de las actuaciones de su esposa Emmanuelle Seigner –a quien conoció en Frantic (1988)– y de Eva Green (The Dreamers), quien regresó al cine francés después de trece años trabajando en producciones anglófonas. Basada en hechos reales es una película que en medio de lugares comunes del género, lleva al espectador hacia una espiral, no tanto de intimidad pero sí de desasosiego.

Seigner interpreta a Delphine, una escritora en un difícil momento de silencio creativo después de su último éxito. En su día a día lucha con los demonios internos a quienes dio vida en su anterior libro y que aún la persiguen. Al mismo tiempo, busca encontrar alguna suerte de revelación creativa sentándose frente a la pantalla en blanco de su computador.  Sus hijos y su madre son imágenes difusas que la acompañan como fantasmas. François es su pareja, un exitoso personaje mediático con el que lleva una relación hecha a la medida de cada uno, donde su vínculo es un símbolo de lo terrenal, de lo físico, de lo tangible. Pero Delphine está enfocada en la capacidad creativa de su mente, en alejarse de lo real para volver a dar forma a la ficción, a personajes completos con conflictos creíbles. Lleva consigo unos cuadernos llenos de notas, pero es consciente que eso no es suficiente para crear una historia, que hace falta que dentro de ella algo haga clic.

Elle (la palabra para “ella” en francés) es el mecanismo que empieza a mover algo dentro de Delphine, un mecanismo inquietante. Los rasgos del rostro de Eva Green remarcan la presencia de su personaje camaleónico, atractivo por su mezcla de misterio y disposición. Elle es admiradora de la escritora y trabaja en el mismo oficio, pero poniendo sus palabras a nombre de los demás. Se desliza dentro de la vida de Delphine metódicamente, como si la fuera instrumentalizando a la vez que ella misma se va convirtiendo en una herramienta de creación.

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El libro de De Vigan y la película misma son un homenaje a su género. El texto lleva como apertura de sus tres partes citas de las novelas Misery (1987) y The Dark Half (1989) de Stephen King. La primera habla de un escritor que está bajo el cuidado de una enfermera fanática de su trabajo, que lo mantiene encerrado hasta que el autor se comprometa a revivir a su heroína preferida en una nueva novela. La segunda trata sobre un escritor que escribe bajo un seudónimo y que descubre, a la hora de querer desligarse del otro nombre, que su alias se ha convertido en una persona con un cuerpo físico e independiente. La película de Polanski, por su lado, convierte en imágenes potentes las frases del libro, para hacerse su lugar en el universo de los thriller psicológicos. Lo busca por medio de su poder a la hora de representar temáticas reales y tangibles, pero también por medio de su manejo de las emociones y las condiciones que se manifiestan en una persona inestable en búsqueda del equilibrio: la vida solitaria, la casa de campo, la tina de baño, el sótano, el veneno.

Basada en hechos reales es un homenaje a su género que lleva al espectador a una espiral de intrigas y desasosiego. La película se presenta como sencilla y predecible pero esto solo la dispara con más fuerza en la audiencia las ganas de entender la mente de los personajes, de descubrir si sus predicciones son correctas. Pero al final, cuando todo se termina y se aclaran un poco ciertas verdades (dejando otras abiertas) queda el sinsabor de haber recorrido un lugar común, de no haber encontrado intimidad, ni identificación ni autenticidad. Y a esto contribuye también que el guion parece estar desconectado de las imágenes y la actuación misma de dos grandes actrices, como si sus interpretaciones estuvieran ahogadas, limitadas por un texto. Basada en hechos reales resulta ser entonces una promesa incompleta, una cinta con una espiral insatisfactoria, que se aleja de sus personajes y espectadores en vez de rastrillar en la intimidad de las psiques de sus protagonistas, como si lo sabe hacer el libro de de Vigan.

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