RESEÑA

‘La doncella’: pasión, belleza y traición

El oscuro ‘thriller’ erótico del aclamado director surcoreano Park Chan-Wook, una adaptación de una novela de Sarah Waters, es una suntuosa historia dedicada a la relación entre dos mujeres, que empieza gracias al engaño. Está en salas colombianas desde el 8 de junio.

Ana Gutiérrez
6 de junio de 2017
Un fotograma de la película.

En una enorme y siniestra mansión en Corea, durante los años 30 y por ende la ocupación japonesa del país, una joven doncella coreana llega a servir a una solitaria heredera japonesa. Pero la audiencia sabe que ella en realidad es una ladrona, quien ha llegado a la casa para engañar a la dama como parte de un plan para robar su fortuna. Aunque se supone que debe impulsarla a casarse con un conde falso, la sirviente va desarrollando una profunda relación con la señorita aristocrática y el plan resulta más complejo de lo que parecía.

Lentamente, La doncella, el más reciente largometraje de Park Chan-Wook, va desvelándose como un suntuoso thriller erótico y romántico anclando por la pasión, la belleza y la traición.

Basándose en la novela Fingersmith de Sarah Waters, texto ambientado en la época victoriana en Inglaterra, la película es otro hito en la filmografía idiosincrática del director surcoreano. Park perfecciona la obra de Waters, eliminando algunos de los giros narrativos de la novela para presentar una historia que explora la capacidad de crueldad y perversión de las personas, pero también del poder de la conexión humana. Mantiene la estructura de tres actos de la escritora, en la cual cada capítulo arroja nueva luz sobre el anterior, pero el largometraje es suficientemente diferente para ser una experiencia única, aún para quienes hayan leído la novela.

Como tantas obras del director, es una potente mezcla de géneros. Es a la vez un romance, una obra erótica, una suerte de película de espías, llena de traiciones y revelaciones, y una terrorífica exploración psicológica. Cuenta, además, con la violencia gráfica por la que se conoce el cineasta.

Utiliza un nuevo ambiente, Corea ocupada por Japón, que permite que sus personajes se entiendan en dos idiomas, coreano y japonés, indicado por el color de los subtítulos. La dinámica le da más peso al debate sobre la identidad, tanto verdadera como falsa, que viven los protagonistas. Pasan sus días dentro de disfraces, literales y metafóricos, pero la narrativa los va desnudando.

Algo larga, algo demente, llena de violencia y sexo lésbico gráfico, la obra de Park no convencerá a todos, pero no se puede negar que es una emocionante aventura narrativa y visual exuberante. Está disponible en salas de cine colombianas desde el 8 de junio.