Cine para antojarse II

Sweet Toronto 2016

Una nueva entrega del crítico y escritor Sandro Romero Rey desde el Festival Internacional de Cine de Toronto como para tomar nota de todo lo que hay que ver con urgencia: la tercera de las películas colombianas, de Juan Andrés Arango, más Herzog y Jarmusch por duplicado.

Sandro Romero Rey
15 de septiembre de 2016
Fotogramas de algunas de las películas mencionadas.

El 13 de septiembre de 1969, John Lennon viajó a Toronto con la Plastic Ono Band a tocar con sus viejas glorias del rocanrol juvenil. De allí salió   un clásico del cine musical: “Sweet Toronto”. Cuarenta y siete años después heme aquí, cazando glorias cinematográficas, en un encierro voluntario que poco a poco se parece más al placer por asfixia. Sigo con mis informes del Festival Internacional de Cine (TIFF) esperando que estas breves notas inviten, al delito noble de la complicidad por las salas oscuras. A continuación comparto mis notas sobre lo visto los días 12, 13 y 14 de septiembre.

Into the Inferno, de Werner Herzog. Con dos películas, el realizador germano saca un tesoro debajo de su manga. Aunque Salt and Fire produjo positivos comentarios, es con este documental sobre el mundo de los volcanes donde Herzog vuelve a ser el más grande corredor de altos riesgos en la historia del cine. Recuperando experiencias pasadas (su corto La Soufrière) y viajando hasta los confines del mundo (del océano Indico, a Islandia y de allí a... ¡Corea del Norte!), el director de Fitzcarraldo construye un monumento único y, por qué no decirlo, de connotaciones metafísicas.

Unless, de A. Gilsenan. Drama canadiense para entender los conflictos de una familia que respeta el dolor del alma como un acto de justicia ética. Una chica cae en el mutismo y, con ella, los testigos del film.

The Stairs, de H. Gibson. Documental sobre los drogadictos de Toronto. Cuando uno como espectador no sale a las calles, siempre es bueno que te lleven la realidad a la sala, aunque el resultado no sea tan apasionante como la vida.

The Sixth Beatle, de T. Guma y J. Rose. ¿Hasta cuándo  veremos documentales sobre territorios desconocidos del cuarteto de Liverpool? Moriremos y seguirán saliendo. En este caso, se trata de la recuperación de la figura de un viejo promotor de la banda quien, iniciando los 60, se convertiría en protagonista del descubrimiento de Johnpaulgeorgeandringo. Hoy, por supuesto, vive tan solo del recuerdo paseando, apoyado en su vejez, por las calles de Liverpool. Con testimonios del baterista Pete Best y de otras glorias locales que se codearon con los Beatles y que hoy por hoy solo viven de su propio recuerdo.

(re)Assignment, de Walter Hill. El regreso de uno de los grandes nombres del cine norteamericano de los 70-80. Un thriller de gran intensidad, con toda la juguetería del nuevo milenio, como para demostrar que su eficacia no era un asunto de 48 horas.

Informe General II, de Pere Portabella. Es curioso que las dos películas relacionadas con la península ibérica (y que me perdonen mis amigos catalanes) vistas por este escribano hasta el momento, son documentales sobre “la crisis”. Films políticos donde valdría la pena reflexionar sobre las fronteras entre el cine, la denuncia y la hagiografía. Portabella es un maestro del documental y pone todas sus herramientas al servicio de las urgencias sociales de su sociedad.

Weirdos, de B. McDonald. Film de adolescentes en blanco y negro, donde Andy Warhol se convierte en la conciencia de uno de los chicos que parte a la carretera con una pequeñuela, buscando su destino. El cine canadiense sigue pareciéndome un misterio.

All Governments Lie, de F. Peabody. Documental sobre periodismo de actualidad, el cual gira en torno a la figura de I. F. Stone y su legado en la búsqueda obsesiva de la verdad, a través de las herramientas de la información.

Lady Macbeth, de William Oldroyd. Quienes conocen la historia (y su versión operática) de “Lady Macbeth de Mtsensk” tienen una emoción adicional ante esta elegante lectura de un director teatral del Young Vic londinense. Elegante, contenida, violenta, erótica. Cuando el cine sabe convivir con los escenarios, uno aplaude a los dos oficios sin problemas.

Chasing Trane: The John Coltrane Documentary, de J. Scheinfeld. Un delicioso prodigio, con un material que no tiene pierde. La vida del gran jazz man estadounidense, reproducida con todas las imágenes de archivo existentes, sonido impecable y el descubrimiento de lo que representa el autor de “A Love Supreme” para Santana, Sonny Rollins, los fanáticos japoneses y, ahora, para la historia del cine.

Jackie, de Pablo Larraín. El director chileno toca ahora el cielo norteamericano con una película sobre la tras-escena de la vida de Jackeline Kennedy, en los momentos posteriores al asesinato de su marido en Dallas. Nathalie Portman se lleva las palmas y el cine latinoamericano se esconde en el “mainstream”.

Godspeed, de Chung Mong-Hong. Cine taiwanés de drogas, bajos fondos, violencia y coqueteos con el cine negro. Con figuras de la pantalla de Hong Kong, pareciera que las viejas fronteras políticas cada vez se abren sin problemas.

Justin Timberlake + The Tennessee Kids, de Johnathan Demme. Me han gustado mucho los documentales sobre música de Mr. Demme (Stop Making Sense, Neil Young:Heart Of Gold...)  y algunas de sus películas argumentales marcaron mi juventud (en especial, Something Wild). Por eso corrí el riesgo de ir a ver su film sobre una figura del pop que poco me entusiasma. Pero salí feliz, debo reconocerlo. Toda la tecnología y la elegancia sonora al servicio de una estrella que sale bien librada, gracias a su propio talento y a la respetuosa curiosidad de su realizador.

Santa & Andrés, de Carlos Lechuga. Film cubano con participación colombiana en la producción. Un escritor homosexual se ve en las duras y en las maduras por su oficio y por sus secretos del cuerpo. Una vez más, el tema del traidor y del héroe que, en el cine de la isla, podríamos definir como “el síndrome de Fresa y chocolate”. Discreta realización para un cine que espera un mejor destino.

X 500, de Juan Andrés Arango. El tercer largometraje de un colombiano en el TIFF. Tres historias (una mexicana, otra en Buenaventura, la tercera en Montreal) que se yuxtaponen con densos silencios y violencia no siempre contenida. Ante la discreta presencia latinoamericana este año en Toronto, es de valorar que nuestro país se vea representado con películas que definen sin problemas sus búsquedas y sus encuentros.

Paterson y Gimme Danger, de Jim Jarmusch. Dos largometrajes se trajo el director de Coffee And Cigarettes al TIFF y ha confirmado, una vez más, las razones de su culto. Haciendo acto de presencia con Iggy Pop en la première del documental sobre The Stooges (la banda del gran Iggy Pop de los setenta), fuimos testigos de uno de los grandes momentos del festival. Tras la ovación en Cannes a Gimme Danger, la dosis se repitió en la cita canadiense con espectadores de pie y gran fiesta por la nostalgia del punk.