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Los científicos estiman que las ballenas azules pueden vivir hasta 80 años o más. Foto: NOAA Photo Library /Wikimedia commons.

Día Mundial de las Ballenas

¿Cómo la caza y el consumo de ballenas amenaza con su extinción?

En Japón y Noruega se siguen capturando este tipo de animales para la ingesta humana.

17 de febrero de 2023

En países como Japón, el kilo de ballena puede tener un precio de hasta 140 dólares (670.000 pesos), lo que sigue incentivando la caza de este mamífero marino que ve cercana su extinción por cuenta de la ambición humana.

Para 1972, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución en la que solicitó que se frenará la pesca ballenera. En esa misma línea, y con el objetivo de conservar todas las especies de ballenas, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) estableció en 1986 una moratoria para su captura.

Sin embargo, en naciones como Japón y Noruega se siguen capturando este tipo de animales para la ingesta humana. Por su parte, en Groenlandia hay una excepción a la norma y sus pobladores están exentos a la moratoria por ser uno de sus únicos sustentos. Al respecto, la CBI alega que la carne de ballena nunca debería ser vendida a los turistas.

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Una de las especies más amenazadas es la ballena azul o rorcual azul, que desde hace años está al borde de la extinción. Este gigante cetáceo, que puede llegar a medir más de 30 metros y a pesar 200 toneladas, considerado el animal más grande del planeta, suele ubicarse en aguas cercanas a Noruega, Islandia y Groenlandia. Allí, por temas de tradición cultural, todavía se cazan estos ejemplares para la comercialización de su aceite y carne.

En 1926 se estimaba que había unas 125.000 ballenas azules a nivel global, cifra que disminuyó a 3.000 en 2018, por lo que se clasificó a la especie como “en peligro crítico”, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En Noruega, por ejemplo, el kilo de carne de ballena oscila entre los 15 y 20 euros, un poco más cara que otros animales más corrientes. En el país nórdico se capturan miles de ejemplares de la especie rocual albiblanco que hasta la fecha no está en peligro de extinción.

En el mercado de pescado de Bergen (en la costa suroeste de Noruega) se puede probar esta carne macerada y también comprarla al vacío. Algunos comensales asocian el gusto de la preparación macerada con la morcilla española.

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En Groenlandia, por su parte, la carne de ballena se come cruda. “La enorme isla dependiente de Dinamarca tiene una cuota reducida de capturas para su propio consumo y el de las tribus inuit que la pueblan. Se estima que se consumen 1.600 kilos de estos animales en los 13 locales de la región que sirven esta carne. Aquí se puede degustar de varias maneras como por ejemplo su piel cruda junto a su grasa, denominada mattak, que se cocina con la especie narval. El mattak se come crudo, encurtido o a veces empanado y tiene una textura bastante gomosa”, destacó el portal Directo al paladar.

Otra forma de comerla en Groenlandia es como un carpaccio. Se sirve con queso parmesano y una planta conocida como la hierba de los ángeles.

El consumo de ballena es un tema de debate. De hecho, existen algunas iniciativas que por medio de la pedagogía han conseguido minimizar la ingesta de esta proteína. En Islandia, por ejemplo, en 2006 el 40% de los turistas probaban estos platos, un porcentaje que se redujo al 18% en 2014.

Finalmente, los defensores de la caza de ballenas en Japón señalan que se trata de un dilema hipócrita de occidente. “Nosotros no le decimos a los británicos que no coman conejo a pesar de que no lo comamos”, alegan.