El arquitecto Giancarlo Mazzanti lidera varios proyectos en Antioquia y el centro de Bogotá. El velódromo de Medellín será una de sus obras icónicas. | Foto: Alejandro Acosta

ARQUITECTURA

La leyenda Mazzanti

Giancarlo Mazzanti será el primer colombiano en exhibir sus diseños en la colección permanente del Centro Pompidou. Su leyenda apenas comienza.

20 de marzo de 2015

Decir que es el mejor no es suficiente. Giancarlo Mazzanti, nacido en Barranquilla en 1963, con una extraña cepa de ancestros europeos y paisas, se convirtió en el primer colombiano en exhibir sus obras en el Centro Pompidou de París, para algunos el museo con una de las colecciones más importantes de arte europeo.

Entre las obras que estarán allí se destaca un nuevo velódromo para Medellín y un colegio con vocación agrícola, ubicado en Marinilla, Antioquia (vea las obras y diseños de Giancarlo Mazzanti en www.dinero.com).

Los diseños y maquetas son tan revolucionarios que la curadora del Pompidou le dijo a Mazzanti hace unas semanas en Bogotá que ‘todos los velódromos del mundo deberían seguir ahora su concepto’.

No en vano los trazados de este arquitecto también están en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, una distinción que solo han logrado dos suramericanos, ambos ganadores del Pritzker, el premio más afamado de los arquitectos.

Pero a pesar de semejante palmarés, Giancarlo Mazzanti es un tipo sencillo al que le encanta diseñar espacios en las zonas más deprimidas y pobres. Varios ejemplos saltan a la vista, como el colegio de Shakira en Cartagena o el jardín infantil “El porvenir”, en el sur de Bogotá, ganador de varios premios. Su sello también está en el Centro de Convenciones Plaza Mayor, la Biblioteca España y los coliseos para los juegos suramericanos de 2010, todos en Medellín.

Sin embargo, más que un fabricante de espacios es un transformador de vidas. Le gusta que la gente se apropie de sus obras y que las cuiden como si fueran seres de carne y hueso. Tal vez por eso en su infancia sembraba ‘maticas’, vendía tomates y soñaba con estudiar biología. Sus maquetas hablan de eso.

Por sus venas corre sangre italiana, francesa, bogotana y paisa. Sus abuelos llegaron en 1927 a Barranquilla para fundar el Banco Francés Italiano, que hoy en día es el Sudameris.

Esa diversidad de acentos, costumbres y experiencias le han dado a este padre de tres niñas (María, Carlotta y Elionora) una visión prismática de la vida y la arquitectura. Ahí puede estar el secreto de este profesional llamado a dictar clases en universidades prestigiosas como Harvard y Princeton. También ha sido conferencista invitado en Pratt, Yale, Berkeley, Columbia, Universidad de Valencia y el Instituto Tecnológico de Delft, entre otras.

En el ADN de las obras de Mazzanti también se puede ver una impronta de lúdica y entretenimiento. Su consigna es que se puede diseñar desde una fábrica hasta un colegio con una filosofía de diversión. Espacios para brincar, tomar una siesta en un chinchorro o ver televisión, son algunos aspectos que incorpora y que alimentan la productividad y el entusiasmo. Los espacios de las oficinas de Google son una de las inspiraciones.

Hoy la firma de Giancarlo Mazzzanti, con 15 años de trayectoria en Colombia, amplía sus horizontes con proyectos como un parque financiado por Entel en la ciudad de Montevideo, Uruguay. Se trata de un trabajo innovador desde varios puntos de vista.

El visitante de este sitio, que estaría abierto en 2016, podrá programar desde su teléfono celular la temperatura y luces de los espacios que va recorriendo. Si va en bicicleta, el ‘velocímetro’ será la intensidad de luz del piso que va atravesando, algo parecido a los pasos de Michael Jackson en Billie Jean. A juicio de Mazzanti, no hay antecedentes de un parque de este tipo en América Latina.

En Bogotá también tiene proyecto clave. Es el autor del paso que une el parque de la Independencia con el resto del centro hacia el sur. Aunque el proyecto registra varios tropiezos por la falta de socialización, de concluirse se convertirá en un nuevo espacio verde en una zona de gran futuro y proyección. También hace parte del equipo que diseña Atrio, una obra de dos edificios que serán levantados en la avenida Caracas con calle 26.

Hacia el futuro, Giancarlo Mazzanti sueña con cerros que sirvan de parques lineales para que los bogotanos se tomen un respiro, puedan trotar, caminar y relajarse. O un río que se utilice como fuente de recreación y no como un foso negro.