Comercio Exterior

La hora de la garota

El primero de enero se posesiona Dilma Rousseff como presidente de Brasil. ¿Qué le espera a Colombia con la nueva mandataria?

10 de diciembre de 2010

Este 14 de diciembre, cuando la nueva presidente de Brasil, Dilma Vana Rousseff, cumpla 63 años, tendrá motivos adicionales para celebrar: es la primera mujer que llega a esta alta dignidad en la mayor economía de América Latina; su elevada votación le da un mandato sin precedentes y cuenta con el apoyo irrestricto de su mentor -y predecesor- Luiz Inacio 'Lula' da Silva.

Su llegada al Palacio de Planalto, el primero de enero de 2011, se da en momentos en que Brasil se consolida como la octava economía del mundo -su PIB, al cierre del primer semestre de 2010, alcanzó US$1.800 millones-, el crecimiento de su economía cerrará este año en 7,5%, de acuerdo con los pronósticos de analistas -el segundo más alto después de China- y consolida su política social, que ha sacado de la pobreza a 30 millones de brasileros.

La nueva presidente ya ha dado línea sobre sus prioridades en materia económica: habrá "continuidad de la exitosa política económica del gobierno de Lula, basada en el régimen de las metas de inflación, cambio fluctuante y responsabilidad fiscal", dijo Rousseff en una entrevista con la cadena de televisión CNN, al día siguiente de ganar las elecciones. De la tenacidad y persistencia para conseguir sus metas dan cuenta los resultados que mostró como ministra de Minas y jefe de Gabinete durante la administración de Lula, así como también la fuerte lucha que libró durante buena parte de 2009 contra un cáncer linfático.

Los nombramientos en su equipo económico también son muestra de su modelo de continuidad: ratificó en el Ministerio de Hacienda al economista Guido Mantega -en el cargo desde 2006-; como presidente del Banco Central nombró a Alexandre Tombini, un funcionario de carrera dentro del Emisor, y en el Ministerio de Planeamiento designó a Miriam Belchior, quien coordinaba el Programa de Aceleración del Crecimiento.

Sin embargo, el buen momento político y económico de Dilma al frente de Brasil podría empañarse por los nubarrones que generan los coletazos de la crisis financiera internacional, la revaluación de la moneda y algunos rebrotes inflacionarios, que han llevado a empresarios y analistas económicos a pedir medidas para 'corregir' el rumbo. ¿Cuál será el impacto para los empresarios colombianos en este nuevo escenario?

"El empresariado colombiano no debe esperar ningún cambio radical", asegura Fernando Pimentel, director de la Asociación Brasileña de la Industria Textil y de Confección, con sede en Sao Paulo, quien cree que en política exterior mantendrá su énfasis en la región. "Dilma podría variar un poco el eje con el fin de relacionarse con algunas otras economías y países pero, en general, la visión de la integración entre Brasil y los países de América del Sur seguirá prevaleciendo", explica.

Esta política le ha valido para ampliar sus inversiones en la región en los últimos años. En Colombia, la inversión extranjera brasileña llegó a US$47 millones en 2009 y en el primer semestre de 2010 alcanzó US$21 millones, según cifras de Proexport.

También ha impulsado una mayor dinámica comercial. Aunque la balanza con Brasil ha sido tradicionalmente deficitaria para Colombia, las políticas de apoyo a mercados latinoamericanos y las de diversificación de mercados por el lado colombiano están comenzando a dar resultados.

Entre enero y septiembre de 2010, las exportaciones colombianas a Brasil crecieron más de 100% -pasaron de US$370,5 millones a US$741,7 millones-, en tanto las importaciones crecieron 8% en el mismo periodo. La dinámica exportadora colombiana permitió la reducción en el déficit comercial con Brasil, que pasó de US$1.160 millones en los nueve primeros meses de 2009, a US$911,8 millones en igual periodo de este año.

Andrés Mejía Vergnaud, director del Observatorio de América Latina en el Instituto de Ciencia Política, señala que los temas de interés para el empresariado colombiano, frente a Brasil, tienen que ver con mayor apertura del mercado, profundización de su desarrollo económico y social -para contar con un mercado robusto- y continuidad en los proyectos de inversión.

Por eso, el anuncio de la nueva presidente de ampliar los productos que se benefician del Plan de Sustitución Competitiva de Importaciones -lanzado en 2003 por el presidente Lula para favorecer las exportaciones de países de América Latina y fortalecer la integración- generan expectativas positivas en los empresarios colombianos que ven allí oportunidades para ampliar sus ventas.

El presidente de la Cámara Colombo-Brasilera, Francisco Solano, mantiene su optimismo frente al nuevo gobierno y su relación con Colombia. "El nuevo gobierno continuará con su política de fortalecimiento de las relaciones político-económicas con América Latina, especialmente con Colombia. Brasil es consciente de que tendrá buenos socios en Latinoamérica, en la medida en que sus intereses comunes se desarrollen", sostiene Solano.

En política económica, existe consenso sobre el manejo pragmático durante la 'era Dilma', aunque no se descartan medidas adicionales para mitigar el impacto de la revaluación. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, ha dicho que no se tocará la tasa de cambio, pero que si ve necesario intervenir en ella en el futuro, "se hará".

Brasil es un país con políticas de protección claras hacia sus sectores productivos y el nuevo gobierno podría confirmar esta tendencia, a juzgar por las fuertes presiones que ejercen los empresarios. La inconformidad de los exportadores no es de poca monta, pues la revaluación del real ha alcanzado niveles de 10% y 11% en algunos periodos del año, aunque al cierre de la primera semana de diciembre alcanzaba 3% en lo corrido del año.

Las presiones crecen para que el gobierno imponga mayores controles al ingreso de capitales extranjeros, que se sumarían a los impuestos sobre inversiones extranjeras en bonos locales, adoptados a mediados del año por Brasil para frenar la apreciación de su moneda.

Mantener el tipo de cambio flotante, la inflación controlada, una tasa de crecimiento en ascenso y afianzar sus relaciones con los demás países de América Latina hacen parte de las prioridades del nuevo Gobierno. Su prueba de fuego arranca el primero de enero, pero sus resultados solo se verán a la vuelta de unos años.