CONFLICTO
Cómo fue el ataque de las Farc en Jambaló, Cauca
Algunas casas y el hospital están destruidos, pero el comando de la Policía, supuesto blanco del frente sexto de las Farc, no sufrió mayores daños. Pese a que el hecho lo había anunciado la Defensoría del Pueblo, el Ejército “llegó tarde”, según lo reconoció el presidente Uribe.
A las dos de la mañana se empezaron a escuchar las ráfagas. Era la madrugada del sábado 20 de febrero cuando guerrilleros del frente sexto de las Farc hicieron los primeros disparos contra el casco urbano de Jambaló, Cauca.
Este municipio es a la vez un resguardo cuyos habitantes son, el 95 por ciento, indígenas nasas, paeces y guambianos. El 5 por ciento restante de la población son mestizos.
El ruido y el susto duraron todo el amanecer. Ya de día y mientras las balas caían, algunos habitantes recibieron un ultimátum de las Farc. Por teléfono les hablaban guerrilleros diciéndoles que se fueran del pueblo, que dentro de poco la situación se iba a agravar porque iniciarían un bombardeo. A otros les llegó la notificación por medio de cartas y unos cuantos se enteraron porque en los caminos los subversivos les sentenciaban que era mejor no estar en el pueblo.
Por eso, más de la mitad de los habitantes se fue hacia las veredas de Zumbico, en Jambaló, y Nazaret, Ovejera y Pitayó, en Silvia, Cauca.
Después del medio día, empezaron a escucharse explosiones. Domingo Cuetia, que tiene su casa como a tres kilómetros del casco urbano, se había quedado en ella. La advertencia que habían hecho las Farc era que iban a bombardear la estación de Policía, pero Domingo vivía lejos.
Por eso, no esperaba que, hacia las dos de la tarde, una explosión iba a quebrar las tejas y a dañar las paredes de su casa. Un ladrillo golpeó a su esposa y una teja el hombro de uno de sus cuatro hijos. Los seis miembros de la familia Cuetia tuvieron que salir y fue entonces cuando notaron que la antena de Comcel, cercana a su casa, estaba destruida. El pueblo quedó incomunicado.
Más o menos a la misma hora, un artefacto cayó en el corredor de la casa de la familia Troches, en pleno casco urbano. Dañó las ventanas, las paredes y la cocina quedó casi destruida. Por fortuna, ya todos los que vivían allí habían salido, después de acatar la advertencia de los guerrilleros.
Los intentos de las Farc por atacar la estación de Policía de Jambaló fueron realmente dañinos para los vecinos de los uniformados. Teresa Cuetia y una profesora del colegio, que estaban cerca de allí, también recibieron sendos ‘tatucos’, morteros hechizos utilizados por los guerrilleros. Ninguno cayó en el puesto de Policía. En cambio, el hospital del municipio sí sufrió daños.
El temor pasó pronto. El domingo fue un día de mercado cualquiera. Después del agite del enfrentamiento, la gente ya había vuelto a sus casas y muchos andaban comprando, como cada ocho días, los abarrotes de la semana.
Las Farc también atacaron los municipios de Toribío, Caldono y Cajibío, en Cauca los tres. En Caldono, los tiroteos se iniciaron a las siete de la mañana del sábado. Al final, quedaron heridos dos civiles: Wilson García, que recibió un disparo en la cabeza, y Pedro Mosquera, en un glúteo.
La gente de este municipio salió hacia las veredas La Venta y Gualó mientras duró el enfrentamiento, pero luego volvieron. Este lunes, salvo el susto, la vida seguía normal.
Pero lo que pasó en estos municipios del Cauca no sorprendió a algunos organismos. El Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo había advertido desde el año pasado el riesgo a que están expuestos los habitantes de Caldono, Jambaló, Toribío y Silvia.
En una nota de seguimiento emitida el 8 de abril de 2009, el SAT puso en alerta de los posibles ataques de las Farc al Comité Interinstitucional de Alertas Tempranas (Ciat). Este comité los conforman la Vicepresidencia de la República, los ministerios del Interior y de Defensa, las Fuerzas Armadas, Acción Social y el DAS.
Pese a la advertencia que se tenía, “el Ejército llegó tarde a Jambaló”, según lo reconoció el mismo presidente Álvaro Uribe en un consejo de seguridad en Popayán. “No podemos permitir que nuestra inteligencia militar falle”, dijo Uribe.
Por ahora, la preocupación de los habitantes, los más afectados por la incursión guerrillera, es volver a sus casas y reparar los daños mientras las autoridades siguen reaccionando después de que ocurren hechos ya anunciados.