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¿Cómo se debe congelar el pollo para que dure más tiempo?
Hay trucos caseros que permiten conservar este alimento por mucho más tiempo.
Uno de los alimentos más comunes en la cocina de los colombianos es el pollo, el cual debe ser conservado en condiciones óptimas para evitar que se dañe, se contamine o que produzca alguna enfermedad por consumirlo sin que esté bien almacenado.
Para este fin, y para lograr conservarlo por mucho más tiempo, hay algunos trucos caseros que son de gran ayuda en la cocina, ya que permiten que este alimento conserve sus propiedades, se mantenga bajo condiciones óptimas de higiene y conserve su textura y su sabor.
Uno de esos trucos es el de congelarlo, pues de esta forma su duración es mayor; sin embargo, hay una manera adecuada de hacerlo mucho mejor para garantizar que se pueda consumir en cualquier momento.
¿Cómo congelar el pollo para que dure más tiempo?
Lo primero que hay que hacer es cortarlo, con eso, cuando se decida consumir se podrá sacar la cantidad necesaria y no se estropeará el resto del alimento. De igual forma, para descongelarlo y calentarlo también será más práctico.
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Así mismo, hay que asarlo y luego de su proceso de cocción, lo primero que hay que hacer es esperar a que se enfríe para poder manipularlo sin lastimarse.
Enseguida, ya a temperatura ambiente, se proceder a quitar los huesos y la piel; después de este paso, lo aconsejable es meter cada porción en bolsas tipo Ziploc marcadas con la fecha de congelación y con un plazo de cuatro meses.
En ese momento, hay que sacar el aire de cada bolsa, cerrarla y meter el pollo en el congelador, de esta forma podrá durar hasta cuatro meses antes de ser consumido y sin afectar propiedades como sabor, textura y carga alimentaria.
Otra de las formas más prácticas de congelarlo es desmenuzado, lo cual será de gran ayuda a la hora de preparar pastas, ensaladas u otros platillos.
Los riesgos para la salud de comer pollo con piel
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dentro de sus pautas para una alimentación saludable la ingesta de carnes magras.
Precisamente, el pollo es una de ellas, por lo que suele ser un elemento clave en la dieta de muchas personas. No obstante, alrededor del mismo también circulan varios mitos.
Uno de los debates más grandes frente al consumo de pollo aborda la siguiente pregunta: ¿con o sin piel?
Al respecto, la revista Mejor con salud reseña que la piel del pollo se compone en un 32 % de grasa.
En palabras más sencillas, consumir la piel del pollo incrementa considerablemente la ingesta calórica de la persona, aumentando el riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad en el largo plazo.
No obstante, esta lectura no debe ser extremista. Al tratarse de una fuente de grasas natural, su consumo no sobra y, de hecho, aporta nutrientes esenciales para el organismo. En tal virtud, el riesgo viene cuando se abusa de su consumo.
Mantener una dieta equilibrada y complementarla con hábitos de vida saludable es primordial. Partiendo de este punto, es válido que las personas que sufren, por ejemplo, de enfermedades cardiovasculares o problemas de colesterol eviten el consumo de piel de pollo y opten por otras fuentes alimenticias.
En vista de que la piel concentra la mayor cantidad de grasa del pollo, su consumo desproporcionado podría potenciar los problemas de índole cardiovascular.
Por esta razón, es conveniente acudir a un nutricionista para estructurar un plan alimentario acorde a las necesidades de cada persona.