Cómo
¿Cuál es el santo de hoy 23 de enero?
Se trata de una figura celestial que le guardaba gran devoción a la Santísima Virgen María.
Hace siglos, algunos padres de familia acostumbraban a ponerles a los hijos que nacían el nombre del santo del día. Es por ello que el onomástico hace referencia a la fecha en la que se festeja a algún santo y es la razón también por la que muchos tienen nombres sacados del santoral.
En el santoral se conmemoran a aquellos hombres y mujeres que resaltaron por tener conexiones divinas y cuyas buenas acciones en vida los llevaron a ser ser canonizados o beatificados.
En ese sentido, este martes, 23 de enero, se celebra el día de San Ildefonso, que es considerado como una de las mayores glorias del catolicismo de España, la cual le honra como el ‘Doctor de la Iglesia’. Sobre este santo se sabe que era sobrino de San Eugenio, obispo de Toledo a quien debía suceder en el cargo.
Además, en los libros de historia se indica que San Ildefonso decidió tomar los hábitos religiosos desde temprana edad, en el convento de Agalia, una región muy cerca de Toledo y que fue ordenado diácono en el año 630.
Siendo monje, fundó un convento de religiosas y asistió al séptimo y octavo Concilio de Toledo, en los años 653 y 655, respectivamente. También se le recuerda como un santo que hablaba con mucho fervor de la Santísima Virgen.
Su muerte ocurrió el 667 y fue sepultado en la iglesia de Santa Leocadia de Toledo, y posteriormente trasladado a Zamora.
“Es patrón de la ciudad Zamora, en cuya Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso reposan sus restos; también de Toledo y de Herreruela de Oropesa, en la misma provincia española, donde sus fiestas se celebran cada año con bastante fervor”, destacan en el portal Catholic.net.
Agregan que es igualmente “el santo patrón de la ciudad de Mairena del Aljarafe en la región de Sevilla. La Orden de Caballeros Cubicularios se encarga de la custodia de sus reliquias en la citada iglesia zamorana”.
Oración de San Ildefonso a la Santísima Virgen María
“¡Oh, clementísima Virgen!, que con mano piadosa repartes vida a los muertos, salud a los enfermos, luz a los ciegos, solaz a los desesperados y consuelo a los que lloran.
Saca de los tesoros de tu misericordia refrigerio para mi ánimo quebrantado, alegría para mi entendimiento y llamas de caridad para mi durísimo pecho.
Sé vida y salud de mi alma, dulzura y paz de mi corazón y suavidad y regocijo de mi espíritu.
Y, pues, tú eres estrella clarísima del mar, madre llena de compasión, endereza mis pasos, defiéndeme de riesgos de enemigos, aléjame de todo mal y maldad, hasta aquella postrera y suspirada hora en la cual, asistido de tu auxilio, enriquecido con tu gracia, vencidas las enemistades del infernal dragón, salga de este mundo para los eternos y seguros gozos de la vida bienaventurada”.