¿Cuánto dura y cuándo se debe cambiar la esponja para lavar los platos?

Uno de los utensilios indispensables para la limpieza de los platos, ollas y demás elementos de cocina son las esponjas. Al momento de elegir este recurso de aseo, muchas personas se guían por la firmeza y el estado de la misma, la cual, evidentemente, con el paso del tiempo, se irá desgastando.

De ahí la importancia de saber comprar las esponjas que se adapten a la necesidad de cada uno. Sin embargo, la suciedad y los residuos de cocina pueden quitarle su utilidad, convirtiéndose en grandes alojadores de bacterias que, en ocasiones, pueden representar un riesgo para la salud.

Un artículo de la Universidad de Sonora, citado por el portal La Nación, hizo referencia a las características que identifican a las esponjas. Su consistencia porosa provocan la retención de agua y, al mismo tiempo, “se vuelven incubadoras de microorganismos, desagradables olores a ‘humedad’ y otros más peligrosos”.

Esto fue ratificado por científicos de la Universidad de Justus Liebig de Giessen, en Alemania, quienes aseguraron que la recolección de bacterias que tienen estos utensilios de cocina por su función, pueden provocar la aparición de ciertas enfermedades.

¿Cada cuánto debería cambiarse la esponja?

De acuerdo con La Nación, el tiempo de durabilidad de las esponjas puede variar según los hábitos y formas de uso, así como el material en que esté hecho. Aunque, según varios estudios, lo ideal es “cambiarla al menos cada 15 días para evitar infecciones y enfermedades”.

Este cambio debería darse, ya que de superar este tiempo, el utensilio de cocina podría acumular más bacterias, incluso que un inodoro. La Universidad de Sonora encontró en un estudio que “en ellas cinco de los 10 grupos más comunes y con potencial patógeno para ocasionar infecciones”, expuesto en un artículo de La Nación.

Señales que indican un desgaste en las esponjas

La fuente citada enlistó cuál es la mejor manera de saber si este utensilio ya está listo para un cambio:

• Fibras separadas.
• Pérdida de su color original.
• Deformación o suavidad extrema.
• Presencia de bolitas o rollitos en la fibra.
• Mal olor.
• Sensación pegajosa al tacto.
• Puntos negros o blancos en la fibra.