La política de “paz total” del Gobierno no pasa por un buen momento por la violenta arremetida de los grupos criminales en las regiones. Aunque la Casa de Nariño les ha tendido la mano a los delincuentes para buscar salidas negociadas, la respuesta ha sido atentar contra la fuerza pública y la población civil. Hoy las cosas están así: el ELN dejó claro, a través de Pablo Beltrán, que no habrá paz con Petro; la Segunda Marquetalia, de Iván Márquez, se fracturó y hay una nueva disidencia; el grupo de Mordisco está dedicado al narcotráfico y tiene aterrorizado el occidente; y las disidencias de Calarcá Córdoba advirtieron que no entregarán las armas. Por eso no se entiende por qué razón hay diálogos con grupos armados ilegales que no tienen voluntad de hacer la paz. Como si fuera poco, 18 exparamilitares fueron nombrados gestores de paz para recorrer el país y “contribuir con su experiencia a la construcción de la paz”.