CONTACTO A TIERRA
Mientras en Colombia los diseñadores no tienen trabajo y la industria no tiene diseñadores, en Italia triunfa el diseño colombiano.
SUCEDE ALGO MUY CURIOSO CON LOS estudios de diseño en Colombia. Industrias medianas como las del cuero, confecciones, muebles, calzado o joyería, que necesitan del diseño para hacer más competitivos sus productos en los mercados internacionales, no saben qué hacer con los jóvenes diseñadores formados en las facultades o escuelas colombianas. En cambio, cuando estos profesionales viajan a Estados Unidos o a países europeos como Italia, se abren paso con sorprendente rapidez.
Este es, por ejemplo, el caso de Lucy Salamanca, una joven colombiana de 28 años, graduada en la Facultad de Diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en 1984. Cuando llegó a Milán, hace siete años, para hacer cursos de posgrado en el famoso Instituto Europeo de Diseño, sus profesores encontraron que tenía una buena formación de base. De entrada, la integraron a un equipo que tenía el encargo de diseñar el interior del Alfa Romeo 33.
"Fue mi primer contacto a tierra", dice la diseñadora, pues allí, trabajando por primera vez con técnicos e ingenieros, comprendió que el diseño industrial es un matrimonio entre la técnica y la creación estética. Gracias a esa experiencia, Lucy Salamanca se abrió paso en Milán. Hoy, asociada a una joven argentina, tiene una próspera empresa de diseño, el Zigurath Design Group, que trabaja con fábricas de muebles, artefactos de cocina, iluminación y baños.
Otros colombianos han tenido la misma suerte en Milán. Jorge del Castillo, un muchacho tímido y serio, es hoy nada menos que el director del departamento de diseño industrial en el Instituto Europeo de Diseño. Egresados también de la Tadeo Lozano, los hermanos Giulio y Valerio Vinnacia, nacidos en Caracas pero màs colombianos que el cuchuco de trigo, tienen un enorme taller en el cual han diseñado para la industria italiana desde pesas para bebé hasta sofisticadas registradoras de bolsillo.
No son simples creaciones estéticas sino, a veces, esencialmente tecnológicas. Nacida en Cali hace 27 años, egresada igualmente de la Tadeo, María Clara Ortiz ganó por dos años consecutivos, en 1990 y 1991, el Oscar Mundial del Embalaje en la categoría de prototipos, con un empaque destinado a preservar la vida de los claveles durante el transporte a diferentes países, y otro destinado a prolongar la vida de las fresas. También ella hizo contacto a tierra. En el departamento de investigaciones biónicas del instituto milanés, logró darle al empaque para fresas un módulo y una textura inspirados en un estudio del cactus.
¿ESTILISTAS O TECNICOS?
La pregunta inevitable que se hace cualquiera al examinar estos casos es la siguiente: ¿Cómo es posible que a los diseñadores colombianos les vaya mejor fuera de su país que dentro de él?
Una investigación promovida por el IFI y por el Ministerio de Desarrollo, en colaboración con Proexport, Asconfección, Asocueros y Acdiseñadores se encargó al consultor empresarial Raúl Sànchez de buscar una respuesta a este interrogante. Según esa investigación, los industriales consideran que nuestras facultades de diseño producen estilistas, modelistas, sin duda buenos, pero sin mayores conocimientos de las necesidades de la industria, del mercadeo y los proceso productivos. Los diseñadores, por su parte, creen que los empresarios prefieren copiar modelos extranjeros sin buscar creaciones originales.
Como sea, se trata de un clásico divorcio entre diseñadores e industriales. Y como ocurre con muchos divorcios, ambas partes tienen su porción de razón. Facultades de diseño como las de la Universidad Bolivariana o la Tadeo Lozano y escuelas técnicas como Taller 5 -de Astrid Alvarez-, consideran haber cumplido una buena misión. El libro Diseño en Colombia, o revistas como Axxis pueden mostrar hoy una virtuosa panoplia de diseñadores colombianos. Pero los empresarios mueven la cabeza, escépticos. Faltan diseñadores especializados que conozcan nuestras industrias, dicen.
Este divorcio tiene dos consecuencias. La primera es muy paradójica: sobran diseñadores cuando la industria dice carecer de ellos. Muchos inscritos a estas facultades no terminan estudios y muchos de los que terminan no encuentran trabajo o se dedican a enseñar lo que han aprendido. De los 1.200 estudiantes que ingresaron a la Facultad de Diseño de la Universidad Nacional, en 20 promociones, sólo 450 se graduaron y de éstos, según cálculos razonables, alrededor de un 10 por ciento trabaja para la industria.
La segunda consecuencia es de orden económico. En estos tiempos de apertura, la industria colombiana ya no es competitiva en precios bajos. Necesita innovación y calidad. Y allí es donde entra a desempeñar un papel determinante el valor agregado del diseño y de la tecnología.
LA NUEVA VIA
La respuesta a este problema parece venir de Italia, país que ha hecho del diseño el elemento distintivo y preferencial de sus productos industriales.
La idea de obtener el apoyo de los italianos se la llevó en su maleta el nuevo embajador de Colombia en Roma, Plinio Apuleyo Mendoza. En contacto permanente con el Ministerio de Desarrollo, el IFI, Asocueros y con el consultor Raúl Sánchez Mendoza, que estudió diseño gráfico en la Escuela Estienne de París cuando era muy joven y que ganó sus primeros pesos como diagramador de revistas, le puso vapor a esta iniciativa. Viajó varias veces a Milán, estableció contactos con los principales centros de diseño y ahora regresa temporalmente a Colombia con una misión italiana encabezada por el presidente y el director técnico del Instituto Europeo de Diseño.
Este instituto es tal vez el más importante del mundo en su ramo. Más que una academia, se trata de un gigantesco taller, a la vez técnico y artístico, que reúne en cuatro centros 3.000 alumnos y 650 profesores. Allí se diseñan para la industria desde automóviles hasta trajes y jaulas de pájaros. Sus profesores no son teorizantes o estetas, sino profesionales de la industria que nunca dan más de seis horas de clase. Desde el tercer año, los alumnos trabajan en las fábricas con ingenieros y técnicos.
Presidida por el fundador del instituto, Francesco Morelli, la misión italiana llega a Colombia para realizar un trabajo análogo al que cumplió en Japón y en Corea, y más recientemente en España, con el proyecto Castilla-La Mancha: examinar qué existe en el país en materia de diseño, ver qué falta y poner en marcha una propuesta que rinda rápidos beneficios a la industria. Su idea central es que el diseño debe estar ensamblado a la técnica y debe ser también expresión estética propia de la tradición cultural de un país. "Los colombianos son muy buenos en diseño -dicen los italianos-. Sólo les falta contacto a tierra". Y esa es la idea del nuevo Centro de Diseño, que será probablemente un complemento de las facultades existentes.
Vigorosamente impulsado por el nuevo Mindesarrollo, Mauricio Cárdenas, por el director del IFI, Gustavo Canal, y por industriales del sector privado que le harán su aporte financiero, el centro se propone en muy corto tiempo ponerles a las industrias locales del cuero, confecciones, muebles y joyería ese toque de sofisticación y calidad que les permitirá presentarse más ventajosamente en los mercados internacionales.