OPINIÓN

Más oportunidades productivas para los adultos mayores: una tarea pendiente

Es el momento de pensar como sociedad en un sistema de cuidado y en cómo fomentar la participación y no discriminación de los adultos mayores. Ellos pueden y anhelan desarrollar nuevas habilidades.

Soraya Montoya*
23 de agosto de 2020
Los adultos mayores también son discriminados cuando los celulares, páginas web y computadores no son accesibles para ellos. | Foto: Cortesía Fundación Saldarriaga Concha

Gracias a los avances en salud que hemos alcanzado como sociedad, hoy es posible hablar del envejecimiento de los colombianos. Sin embargo, la situación social y productiva que viven actualmente las personas mayores en nuestro país trae consigo muchos desafíos.

La exclusión se manifiesta en distintos aspectos de su cotidianidad. Por ejemplo, cuando sin prestarles mayor interés a los síntomas de la persona mayor el sistema de salud concluye que “la vejez no tiene cura”, o cada vez que en un centro médico el personal de la salud no habla con la persona mayor sobre su diagnóstico y tratamiento sino que lo hace con su acompañante, como si el viejo no estuviera en capacidad de entender lo que le están diciendo y tomar sus propias decisiones.

La discriminación también se siente en las finanzas. Cada vez que intentan pedir un crédito y no les prestan porque el riesgo es muy alto, o no les venden un seguro, tampoco los afilian a la medicina prepagada y en muchos casos los retiran de su trabajo porque cumplieron 60 años. También hay discriminación hacia las personas mayores cuando los celulares, los computadores y las páginas web no son accesibles para ellas o los conductores de los buses y taxis prefieren no parar a recogerlos porque son muy lentos para subirse.

Los viejos son discriminados por sus familias que dejan de hablarles, de tenerlos en cuenta para las decisiones importantes, y solamente se acuerdan de ellos en el momento en que llega la pensión o les dejan a los nietos para que “los distraigan”, sin aceptar que son ellos los que están recibiendo ayuda de sus padres para cuidar a sus hijos.

Es hora de pensarnos como una sociedad diferente, pues de seguir así todos vamos a ser discriminados. Hay que pensar en un sistema de cuidado que vaya desde el autocuidado de las personas mayores hasta el cuidado en un hogar geriátrico. En una sociedad donde haya oportunidades productivas, de participación, de desarrollar habilidades nuevas y conocimientos. Es el momento de reconocernos desde las diferencias, desde las capacidades y no a partir de las limitaciones.

*Directora ejecutiva de la Fundación Saldarriaga Concha.

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