FILBO 2019
“Mis dibujos invitan a la gente a caminar y compartir otra manera de ver las cosas”
ARCADIA habló con el artista holandés Jan Rothuizen, un confeso observador de lugares, sobre las historias que traduce a mapas, su fuerte conexión con Colombia y cómo supo que hacer obras para el mercado del arte nunca sería su opción.
¿Se considera usted un cartógrafo?
¿Que si me considero un cartógrafo? No. Me interesan más los lugares que los mapas. Uso los mapas como una herramienta y un formato para contar. También pienso que mis mapas no muestran realmente qué hay en los lugares, más bien ilustran la experiencia que tenemos en ellos. Cuando era pequeño me gustaba mucho ver mapas porque muestran tan poco pero pretenden tanto. Pienso que esa es la cualidad de los buenos mapas. Pero no me considero un cartógrafo, porque cuando pienso en cartógrafos, pienso en personas muy precisas —risas—. Yo soy preciso, pero no para las cosas que podemos medir, mi meta es serlo en las cosas que son difíciles de precisar.
Tiene proyectos relacionados con refugiados y sus desplazamientos forzados por el mundo. En el proyecto Refugee Republic me preguntaba si sus mapas tienen un componente político y un punto de vista crítico. También si sus mapas se convierten, hasta cierto punto, en el reflejo de una realidad a la que no todos tenemos acceso a través de los medios de comunicación...
En mi trabajo soy político, pero no hace parte de mi forma de ser, es difícil de explicar... Siempre he intentado mantenerme lejos de ser muy político, porque siento que cuando soy muy político en el dibujo mismo, mucho se pierde en su interpretación. Escojo mis temas muy a menudo de forma política, pero en mis dibujos trato de ser casi inocente y muy objetivo. Para mí es muy importante que las personas que leen el mapa lo hagan por su cuenta y formen su propio punto de vista. Personalmente, me parece más difícil cuando otro me dice qué pensar. Pero, por supuesto, siempre me preocupo precisamente por qué mostrar y qué no.
Por ejemplo, en el mapa de Refugee Republic, dar una visión general de un campo de refugiados —no había visto nada parecido antes—, exigía hacer entender de manera tensionante lo que significa vivir en esas condiciones. Para nosotros era más que mostrar un lugar lleno de tristezas para su gente, era revelar una ciudad joven emergiendo.
Así que, si hay un contenido político, tal vez ese es el punto de vista que usé cuando empecé a hacer ese mapa. Mi interés no yacía únicamente en mostrar un campo de refugiados, pero más en mostrar una ciudad emergente, y cómo la gente coopera entre sí en su día a día. Yo soy el director de mi propia obra, de manera que las cosas que resalto en los mapas, son importantes para mí. Normalmente son cosas que hablan sobre la gente en cuestión viviendo en ese lugar.
"Para nosotros era más que mostrar un lugar lleno de tristezas para su gente, era revelar una ciudad ciudad joven emergiendo", Jan Rothuizen sobre su proyecto Refugee Republic.
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Volviendo al momento de escoger los lugares para mapear, ¿cómo los escoge? ¿Por qué escogió venir a Bogotá? ¿Por qué escogió ir a Irak a hacer su proyecto Refugee Republic? ¿Fue una decisión intuitiva o tuvo la oportunidad de escoger ir allá por una razón específica, política por ejemplo?
Sí, mi decisión de ir a Irak al campo de refugiados vino sobre todo de ver muchas fotos de refugiados, pero nunca entender cómo vivían. Veía siempre las mismas imágenes en comerciales y en ese tipo de cosas. Y la razón por la que fui a Colombia también vino por una coincidencia. Fui invitado por la FILBO, la Feria del Libro de Bogotá. Me pidieron que hiciera unos dibujos de Holanda, pero me pareció raro ir a otro país a mostrar imágenes de mi país. Entonces acepté con la propuesta de incluir en la muestra dibujos de Colombia, para mostrar no solo cómo nos vemos en Holanda, sino también para tratar de entender cómo veía yo Colombia. Así surgieron los primeros dibujos.
Yo sabía muy poco de Colombia. Solo hasta que llegué al aeropuerto de Bogotá entendí que la bandera de Colombia era esa con la franja amarilla. Fue un comienzo extraño para mí. Cuando llegué a Bogotá me impresionó mucho la sociedad y la gente, sentí una extraña coincidencia. Tuve la necesidad de reinventarme a mí mismo, de verme diferente en mi trabajo. Recuerdo que estaba dando una conferencia en la FILBO, y mientras hablaba sobre mi trabajo (como siempre lo había hecho), por alguna razón lo que decía sonaba extraño para mí, como si necesitara otra historia para contar. Pienso que Colombia apareció justo en momento adecuado. Sentí algo especial en Colombia, algo que surgió de lo que hablé con su gente en las calles. Logré entender su necesidad de desarrollarse y de hacer parte de una nueva historia. Fue a partir de ese hallazgo que mi interés por el país creció. No sabía nada sobre Colombia, no tenía parientes ni historia allí, no tenía nada con qué compararlo, pero tal vez esa extraña distancia hizo que me sintiera conectado con su atmósfera y con el deseo de inventarme a mí mismo una vez más. Esta experiencia fue un punto clave para mí. No es muy racional y bastante intuitiva mi explicación: me gusta ir a lugares donde siento que el mundo está cambiando y esto siento cuando estoy en Colombia. Hay muchos cambios pasando, las cosas se están moviendo (no significa que vayan a estar mejor o que vayan a funcionar) y, por supuesto, la energía que recogí en Colombia en estos últimos años, ha sido una recarga para mí. Cuando estaba haciendo mis dibujos en Colombia y se los mostraba a su gente, sentí mucha fuerza y una curiosidad por cómo nos vemos los holandeses, cómo se ven los colombianos y qué puede ser Colombia a través de los ojos de un extranjero. Todas estas preguntas juntas me ayudaron a tomar la decisión de comenzar un proyecto más grande sobre Colombia. Ya no quería irme y comenzar un proyecto nuevo y diferente, sino volver varias veces, enganchado una y otra vez.
Bogotá, por Jan Rothuizen.
¿Cómo supo sobre La Hoja? ¿Cuándo escuchó sobre ese proyecto social, sobre ese enorme edificio no tan exitoso de alguna manera? Y, ¿cuándo decidió incluir La Hoja en su Atlas de Colombia?
Sí, La Hoja para mí fue el lugar que estaba buscando, donde se pudiera sentir el resultado tensionante del conflicto y lo que eso significa. En Bogotá hay monumentos, está este centro para la memoria, pero para mí era más interesante buscar un lugar que reflejara esa realidad y que estuviera un paso adelante. No conocí La Hoja hasta que volví a Bogotá y me contaron sobre el edificio. Cuando fui por primera vez (se puede decir que es exitoso o tal vez no, como usted dice), vi lo interesante que era estar entre todas estas capas de éxito y de fracaso en un mismo espacio: 400 familias estaban viviendo ahí. En cierta forma, era una caja llena de historias sobre el conflicto y un símbolo muy hermoso. En ese momento mi pregunta fue: ¿Es este un monumento para la paz? Y La respuesta fue: sí, es un lugar donde todas estas personas pueden vivir juntas. Podría ser también un monumento para la guerra, lo encuentro aún más interesante al mirarlo desde sus diferentes perspectivas. Como símbolo pienso que es muy potente también, por el hecho de estar justo en el centro de Bogotá.
Mapa La Hoja
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Mirando su página web vi un proyecto que mostró en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde por primera vez leí la palabra emergencia, para hablar del desplazamiento y el movimiento de las comunidades, forzadas a dejar sus lugares de origen. Conectando esto con Bogotá y su interés por el constante movimiento y cambio de nuestro país, me pregunto si en su próxima visita a la FilBo 2019 estaría interesado en la situación que estamos viviendo con los venezolanos que vienen Colombia de manera masiva. ¿Esta realidad podría hacer parte de sus mapas y de sus dibujos, probablemente una nueva página de su atlas?
Sí, estoy muy interesado. La última vez que fui a Bogotá, hablé con varias personas en las calles de la Plaza de la Hoja. Hice un retrato de todos los hombres que llegaron a vivir ahí, después de dejar sus tierras para comenzar una nueva vida en la capital. Pienso que el desplazamiento es un problema constante en nuestro mundo. No solo para los refugiados de guerra, sino también para los refugiados de la economía. Por ejemplo, la crisis que genera el desplazamiento de la gente hacia Estados Unidos, no es tan simple. Esto se conecta directamente con el retrato que hice de María Cecilia, mi ayudante del servicio aquí en Amsterdam, que aunque la conozco desde hace mucho tiempo por su trabajo, desconocía su historia real. No la considero una refugiada, pero ella es parte de una migración global, donde muchas personas se mueven ilegalmente por el mundo, perdiendo la posibilidad de regresar a sus hogares. Puedo decir entonces que la reflexión sobre los refugiados y su movimiento, es parte crucial del futuro de mi obra.
Mapa Maria Cecilia
Esa respuesta conecta con mi siguiente pregunta. Vi el video Club Colombia, que me mandó como parte del material para la entrevista, y vi también el Soft Atlas donde usted conecta un habitante de La Hoja, con su ayudante de aseo colombiana. ¿Cómo pasó de dibujar y de hacer mapas a hacer video y animación? ¿Cuándo integró estas nuevas herramientas en su trabajo?
Siempre me interesó llevar mi trabajo a un nivel más inmersivo. Hace 20 años hice unos proyectos en China, y resultaron unas páginas web. Pero ahora con la animación la experiencia es mucho más inmersiva, como si todos fuéramos parte de la obra. Esto pasa desde que hicimos Refugee Republic, donde sentí que mis dibujos eran más que imágenes. Cuando estoy en algún lugar, siempre me abruman su atmósfera, sus sonidos, los movimientos de la gente, las cosas pequeñas. Mi intención es compartir esa experiencia sensorial con la gente, para que vayan a esos lugares y compartan conmigo la experiencia en ese entorno. Ha sido un largo camino, pero siento que siempre he estado intentando pasar al video y a la fotografía. Con el proyecto Club Colombia (este todavía es el título en proceso, no sé si se va a llamar finalmente Club Colombia, siento por primera vez la necesidad de hacerlo realmente inmersivo, integrando los dibujos con el sonido, haciendo que se sienta como una pieza larga, no como una película donde alguien está mostrando un dibujo.
Y estoy muy emocionado con los resultados, llevo mucho tiempo trabajando en esto. Quiero que mi trabajo sea muy abierto, que esté disponible para todos. Por esta razón, estoy trabajando actualmente para un periódico en Holanda, donde publico cada mes un dibujo de gran formato. Para el proyecto en Colombia, es muy importante que la gente lo pueda ver en su teléfono, que lo puedan experimentar en diferentes niveles. Habrá entonces un libro, pero también una página web de libre acceso para que la gente que no lee libros lo pueda abrir desde sus tabletas. Ese es mi deseo. Yo siento los límites de lo que se puede hacer con un dibujo o con un libro, y pienso que añadirle sonido y video para mostrarle a la gente que estoy dibujando, lo hace mucho más rico y emocionante. Como lo hablamos antes, la primera vez que estuve en Colombia me sentí agotado y vacío, sentí que lo que estaba haciendo había caducado de cierta manera. Ahora, con estas nuevas técnicas, me atribuyo a mí mismo y a las demás personas, nuevas voces. Es muy emocionante.
¿Se considera un flâneur?
Sí, me considero un flâneur. Lo que realmente me gusta sobre el movimiento Dadaísta, es que fue muy abierto y liberal. Su ideal se basó en que todos somos artistas, aunque no todos somos capaces de descubrirlo. Pienso que el objetivo de mis dibujos es invitar a la gente a caminar por los lugares, a compartir otra mirada, otra manera de ver y de pensar las cosas. En ese sentido, me considero un flâneur y también una especie de guía que lleva a las personas de la mano en sus caminatas. Pienso que es agradable compartir una manera propia de ver y de pensar el mundo que nos rodea, y eso es justamente lo que el flâneur hacía: preguntarse sobre las cosas que nos rodean y por su belleza. No me molesta en absoluto que me llamen flâneur (ríe).
Observando con cuidado el mapa del centro de Bogotá que dibujó la primera vez que vino, me da mucha curiosidad el resultado de esa primera deriva: ¿planea hacer más caminatas durante esta nueva visita y, tal vez, replantear ese mapa bogotano o dibujar nuevos?
Si quisiera hacer más caminatas, pero ya estoy trabajando en una colección de dibujos. Estoy más interesado ahora en mirar hacia otras cosas, diferentes cosas, estoy buscando nuevos ángulos para entender a Colombia en este momento. Ya dibujé la vida popular, ahora considero también interesante retratar lo que pasa en clubes privados de la capital. Parte de Colombia está escondida, pero no deja de ser igualmente poderosa y fuerte. Ahí es donde está mi mayor interés ahora. Quisiera de todas maneras hacer pequeñas caminatas en una ciudad pequeña de la costa Caribe llamada Palomino, cerca del Tayrona. Me impresionó mucho este lugar, parece una ciudad explotada por el oro o por el petróleo, aunque en realidad lo que pasa es que llegó el turismo. Me da curiosidad como de esta ciudad pequeña están explotando los hostales, los restaurantes vegetarianos, etc. Este será el tema para mi próxima deriva, tal vez.
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Una última pregunta relacionada con su proceso. Viendo parte de sus primeros trabajos en la página web, más relacionados con el lenguaje gráfico de los afiches, por ejemplo en el proyecto Rear Dear y Code Inconnu, me pregunto cómo fue el paso de ese lenguaje, a los dibujos y los mapas con los que trabaja actualmente. ¿Podría explicar cómo fue esa transición conceptual de los posters a los dibujos y mapas que en este momento están dando un paso adelante hacia el video, la animación y el sonido?
Sí, yo siempre he hecho este tipo de posters, hice impresiones y muchas otras cosas también, y en realidad no los considero como mis primeros trabajos (risa). Pero la parte más importante de la pregunta para mí es cómo empecé a hacer lo que hago ahora. Cuando viví en Nueva York, tuve un estudio muy grande, donde me formé como artista visual. Fui a una escuela de arte prestigiosa donde nos enseñaron a hacer pinturas para colgar en un museo, los estudios que teníamos eran del tamaño del hall de un museo. Era muy prestigioso el programa, todo estaba orientado a hacer arte que funcionara para el mercado del arte. En Nueva York me dí cuenta de que soy mucho mejor artista cuando camino por las calles. Supuestamente, debería estar sentado en mi estudio esperando la inspiración y hacer obras para ser comercializadas: obras perfectas para colgar al lado de un sofá. Pero desde el principio, me sentí más coherente conmigo mismo y mucho mejor artista cuando salía a caminar por las calles. Me tomó mucho tiempo traducir esta experiencia en mi obra. Por eso hice muchas cosas, en especial un libro pequeño con textos cortos, fotos y pequeños dibujos, que se llamó ‘En un día claro se puede ver para siempre‘. Puedo decir que este fue el punto de inicio del trabajo que sigo haciendo hoy en día. Escribir para mí siempre ha sido muy importante, aunque en este momento estemos hablando de dibujos, podríamos llamarlos también reportajes o historias cortas. Pienso que no soy muy bueno haciendo bocetos. La cualidad de mis dibujos y mis videos es la narración de sus historias. Me interesa más ser capaz de retratar a la gente a partir de las pocas palabras que tengo.
En ese sentido, siento que mi trabajo se fundamenta en el sentimiento que me produce caminar por la ciudad que no conozco, la ciudad de la que puedo aprender y a través de la que puedo ver y pensar. Esta experiencia de caminar puede ser bastante ecléctica, pasan muchas cosas al mismo tiempo. Por ejemplo, en el proyecto Club Colombia, que estoy haciendo en este momento, trato de mostrar justamente eso. Siempre he querido ser tan desordenado como la vida real, no necesariamente cortada por una tijera limpia y pulcra, sino diversa y con diferentes ángulos para aproximarse a ella. Este es mi principal propósito. Volviendo a la pregunta, cuando pienso en mis primeros trabajos y en lo que que hago actualmente (si se veían en mi página web como si solo fueran posters), puedo decir que ha sido un largo proceso que en el que llevo trabajando mucho tiempo.