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"Hay un nuevo ánimo en Barranquilla", Marco Schwartz, director de 'El Heraldo'

El director de El Heraldo, el periódico más respetado de la costa Caribe, se sorprendió con la Barranquilla que se encontró.

Mauricio Bayona*
25 de octubre de 2018
Marco Schwartz dirige el diario El Heraldo desde 2013. | Foto: Harold Lozada

En septiembre de 2013 el periodista y escritor Marco Schwartz (Barranquilla, 1956) tomó las riendas del diario El Heraldo, el más influyente de la costa Caribe. No llegó a este cargo por casualidad. Desde 1982 había sido un inquieto reportero en las calles de La Arenosa, uno de esos que hoy tanto extrañan los diarios, de aquellos que ven y entienden las noticias fuera de la sala de redacción, cerca de la realidad y lejos de la comodidad de internet.

Schwartz tiene en sus venas letras y crónicas. Su experiencia se refleja en el evidente giro que le ha dado a El Heraldo en los últimos años. Hoy es un periódico más dinámico, audaz, creíble y, sobre todo, más dedicado a la investigación y sin temor a ser crítico.

Este ingeniero civil de la Universidad del Norte, autor de la novela El salmo de Kaplan (2005), vivió en España durante casi 30 años. Ahí trabajó en importantes medios como Cambio 16, El Periódico de Catalunya y la Cadena SER, entre otros. Con toda esa experiencia adquirida regresó a Colombia y poco después se puso al frente del histórico diario caribeño, que cumple 85 años.

Nadie mejor que Schwartz, un hombre que dice lo que piensa –sin concesiones políticas–, para hablar sobre esta nueva Barranquilla, destacar sus avances y sus vacíos, revisar la labor de su clase política en cabeza de Alex Char; hablar de lo que fue, de lo que es y de lo que viene para la Puerta de Oro de Colombia.

MAURICIO BAYONA: ¿Cuál es ese cambio, bueno, regular o malo que ha visto en los últimos diez años en Barranquilla?

MARCO SCHWARTZ: Bueno, primero quiero recordarle que yo viví en España durante casi 30 años, estuve lejos, y dejé esta ciudad en una de sus peores épocas, cuando la corrupción estaba en su momento más álgido. Pasaban cosas horribles, como la muerte por gastroenteritis de decenas de niños. Y uno como periodista investigaba y encontraba que se habían robado la plata de los productos químicos, del alumbre, del cloro, y por eso morían los menores. Los gobiernos locales anunciaban nuevas calles, que nunca se hacían, pero se las cobraban a los ciudadanos. ¡Calles fantasmas! Todo era un desastre, en aquel contexto me marché. Pero, tuve la fortuna de que me llamaran para dirigir El Heraldo y me reencontré con una ciudad distinta, con otra mentalidad.

M.B.: ¿Cuál es esa otra mentalidad?

M.S.: Noté un mayor optimismo y una satisfacción de vivir acá. Encontré una administración más eficaz. Me llamó mucho la atención su apuesta por la salud y la educación. Me parecía mentira ir a clínicas en donde se atendía a los pacientes; o ver guarderías donde las mujeres podían dejar a sus hijos mientras iban a trabajar. Eso me sorprendió. Cuando dejé Barranquilla, en los años ochenta, había una decepción general, desesperanza, que es la peor enfermedad que puede tener una sociedad. Ahora noto otro tipo de actitud en los ciudadanos, hay más confianza y ganas de avanzar.

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M.B.: ¿Por qué volvió a ser alcalde Alejandro Char?

M.S.: Se puede analizar desde muchos puntos de vista. Algunos dicen que él tiene una maquinaria muy poderosa. Esto es cierto, pero no lo explica todo. No voy a juzgar lo que ha ocurrido, pero sí hay una percepción general de que la ciudad ha ido hacia adelante bajo la administración de Char. El alcalde tiene una popularidad desmedida.

M.B.: ¿Esa ‘popularidad desmedida’ es algo negativo o positivo?

M.S.: Ni lo uno ni lo otro. Esa popularidad la miden las encuestas, se percibe en las opiniones de la gente, incluso de sus críticos. Sí creo que ha sido un alcalde atípico en esta ciudad.

M.B.: ¿Por qué atípico?

M.S.: Por su estilo, que se refleja hasta en su indumentaria. En El Heraldo hemos escrito sobre su famosa cachucha, y esa elección de ir en jeans y tenis. Char está metido todo el día en los barrios populares. Yo no quiero sonar un hagiógrafo del alcalde, pero simplemente constato que su liderazgo es muy singular, que ha conectado con muchísima gente. Algunos dicen que todo esto está fabricado porque tiene mucha plata.

M.B.: ¿Y qué piensa de eso?

M.S.: Mire, yo he conocido gente que tiene muchísima plata y nunca ha tenido este tipo de conexión con la gente. Creo que un buen escritor tendría un excelente material para hacer un análisis desapasionado de lo que ha sido el liderazgo de Alex Char.

M.B.: ¿Por qué Barranquilla dio un salto tan grande, con respecto a Cartagena y a Santa Marta, en materia política?

M.S.: Porque en los últimos años ha tenido unas administraciones eficaces. Pero no es solo eso, hoy noto algo importante: el orgullo de estar en Barranquilla, de ser barranquillero y de sentir que la ciudad recupera algo que perdió hace muchos años.

M.B.: ¿Qué tanto había perdido Barranquilla?

M.S.: Los barranquilleros somos muy nostálgicos. La ciudad tuvo una época dorada entre las décadas de los veinte y los cincuenta. Se habla de la Barranquilla de los inmigrantes, de su mente abierta, de un puerto cosmopolita, muy industrializado, por el que entraron todas las novedades al país, desde las tecnológicas hasta las culturales. Todo se vino abajo en los años setenta y ochenta, pero se ha venido recuperando ahora. Sin embargo, la ciudad se enfrenta a muchos desafíos de los que también habría que hablar.

Marco Schwartz, director de ‘El Heraldo‘ y Mauricio Bayona, director de Especiales Regionales de Semana.

Marco Schwartz, director de ‘El Heraldo‘ y Mauricio Bayona, director de Especiales Regionales de Semana. Foto: Harold Lozada

M.B.: ¿Qué es lo mejor de la Barranquilla de hoy y qué falta por hacer?

M.S.: Lo mejor, insisto, es eso que veo en las encuestas y que percibo en la calle, la sensación que tiene la gente de vivir en una ciudad pujante con proyección de futuro. En un primer momento, cuando llegué de España, veía todo esto con cierta desconfianza. Pero yo, que venía de Madrid, donde abundaba el pesimismo después de la crisis económica, empecé a valorar ese aire de optimismo generalizado; que, habría que decirlo, a veces puede ser exagerado porque Barranquilla no es la ciudad perfecta. Le falta muchísimo para ser una capital equilibrada, justa, con servicios plenos, pero hoy se vive mejor en ella, en muchos aspectos.

M.B.: ¿Le gustaron los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe y lo que le dejaron a la ciudad?

M.S.: Fueron interesantísimos y buenísimos para la ciudad. Yo era de los escépticos, me sorprendió que terminaran las obras, trabajaron contrarreloj y cumplieron, eso hay que reconocerlo.

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M.B.: ¿Sin importar la inversión tan alta, cercana a los 350.000 millones de pesos?

M.S.: Yo creo que no. Aquí en El Heraldo hicimos una tertulia en la que participó el alcalde, que vino a contarnos los planes para aprovechar esa infraestructura que quedaría después de los juegos. Las obras, bienvenidas, pero debe haber una política para estimular el deporte y la educación, y evitar que esos escenarios se conviertan en elefantes blancos. Pero, tener ese tipo de estadios, como el de béisbol, es una maravilla.

M.B.: ¿Qué debe mejorar en Barranquilla?

M.S.: El empleo, por ejemplo. Cada vez que sale una encuesta sobre el tema en el país, la costa Caribe y sus ciudades marcan un menor índice de desempleo, alrededor del 7 por ciento, cuando la media del país es del 11. Desafortunadamente, debajo de este buen resultado se esconde mucha informalidad laboral.

M.B.: Que es un mal de este país…

M.S.: La informalidad impide crear proyectos de vida y dificulta el recaudo de impuestos. Ese es uno de los problemas del Distrito.

M.B.: ¿En que más debe mejorar la ciudad?

M.S.: En su movilidad. Hoy el tráfico está imposible, nos han dicho que por las obras que están realizando. Habrá que esperar a que se terminen para hacer un balance del tema. Recuerdo que en Madrid todo el mundo maldecía al alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, del Partido Popular, porque en su administración comenzaron a construir los túneles para desatascar la ciudad y, claro, estos trabajos provocaron colapsos. Había huecos por todas partes, tanto que un día el comediante estadounidense Mel Brooks, poco antes de irse de Madrid, dijo: “Bueno, espero volver cuando encuentren el tesoro”. Hoy cruzar la capital española por esos túneles es maravilloso. Quienes maldecían a Gallardón ahora le agradecen. Aquí estamos en esa primera etapa, la de encontrar el tesoro.

M.B.: La falta de seguridad, debe ser otro problema…

M.S.: Sin duda, la inseguridad... la criminalidad, la delincuencia, son temas en los que habrá que trabajar mucho.

M.B.: ¿Conviene esa rotación del poder? Me explico, Alex Char fue el alcalde entre 2008 y 2011, luego asumió el cargo Elsa Noguera (2012-2015), quien era parte de su gabinete, y ahora está Char de nuevo…

M.S.: No sé si es conveniente o no, pero así es la democracia. Mire, Felipe González presidió el gobierno español como 14 años, Angela Merkel va a cumplir 16 años. Esos han sido los resultados de las elecciones. No necesariamente es bueno o malo. No es una cosa u otra. Así pasó.

M.B.: ¿Ha sido bueno para Barranquilla?

M.S.: En la democracia, hay reglas de juego y son los ciudadanos los que deciden. De momento ha sido provechoso. Esa estabilidad institucional, esa continuidad y principios de coherencia a lo largo de las administraciones, han sido positivos.

M.B.: ¿Les recomendaría a un paisa, a un bogotano o a un caleño que se vinieran a vivir a La Arenosa?

M.S.: Evidentemente. Aunque Barranquilla no tiene símbolos turísticos como las murallas de Cartagena, o el Malecón de Santa Marta, cada día es más atractiva. El Malecón del Río, por ejemplo, con el tiempo puede ser uno de sus íconos. Pero, a riesgo de caer en el tópico más insoportable, desde mi punto de vista la gente de esta ciudad es única. Aquí el que llega se siente arropado, descubre en las relaciones humanas otra dimensión.

M.B.: ¿Cómo ha sido el papel de la empresa privada en estos diez años de transformación de Barranquilla?

M.S.: Ha habido gran conexión y creo que los empresarios vieron conveniente hacer esa apuesta por el desarrollo de la ciudad. Esto no pasaba hace mucho, había un divorcio entre lo público y lo privado.

M.B.: ¿Le cree a Alex Char?

M.S.: Es muy complicado decirlo. En general, como periodistas, tendemos a dudar de todo. Incluso de Char, o de quien sea. Los gobernantes y todos los que tienen algún poder tratan de magnificar sus acciones. A veces las exageran y nosotros, como informadores, debemos ponerlas en su justa medida.

M.B.: ¿Los números de Barranquilla son buenos?

M.S.: Sí, las cifras son positivas, las inversiones han aumentado. El presupuesto municipal se ha cuadruplicado en los últimos diez años y eso ha permitido la realización de obras públicas. Los parques han sido una revolución. Se han sembrado miles de árboles, se han construido escenarios deportivos, se efectuó la canalización de los arroyos, aunque creíamos que era imposible. Algunos afirman que fue excesivo el costo para lograrlo. Están en su derecho de opinar. Yo creo que el resultado es positivo porque ya la lluvia no paraliza esta ciudad.

M.B.: Se lo vuelvo a preguntar, ¿le cree a Alex Char?

M.S.: En principio, no le creo ni a él ni a nadie. Por mi oficio debo poner en duda cualquier anuncio que haga. Nosotros los periodistas debemos contrastar la información, confirmarla, para eso estamos. Lo único que puedo decir es que ha sido un alcalde exitoso, uno que hoy tiene un gran apoyo social, y eso sí es constatable.

*Director de Especiales Regionales de SEMANA.

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