PERSPECTIVA

La Arenosa conquistó al ‘gringo’

William Brownfield, exembajador de Estados Unidos en Colombia le contó a la periodista, Camila Zuluaga por qué no olvida a la capital del Atlántico.

Camila Zuluaga*
25 de octubre de 2018
William Brownfield, exembajador de Estados Unidos en Colombia. | Foto: Daniel Reina

CAMILA ZULUAGA: Usted es un buen amigo de Barranquilla, ¿cómo empezó su relación con la ciudad?

WILLIAM BROWNFIELD: Esa historia tiene varios capítulos. El primero comenzó hace casi 40 años. Entre 1979 y 1981 tuve mi primera asignación diplomática y ejercí como vicecónsul de Estados Unidos en Maracaibo, Venezuela. Estando allí, durante un fin de semana largo, decidí visitar a unos amigos que trabajaban en la ciudad de Barranquilla. En esa época, te aconsejaban no viajar en carro por La Guajira, pues había mucha producción de marihuana.

C.Z.: Y supongo que usted no siguió el consejo…

W.B.: Yo era joven (tenía unos 25 o 26 años), así que viajé en mi vehículo desde Venezuela hasta La Arenosa en un convoy de autos. Nada malo nos ocurrió porque, como dice el refrán: Dios protege a los jóvenes, a los idiotas y a los borrachos. Esa fue la primera ciudad colombiana que conocí.

C.Z.: Ese habrá sido el primer capítulo de la historia, pero usted me dijo que había más.

W.B.: Regresé 20 años después. Cuando era embajador en Venezuela, fui a visitar a mi buen amigo el señor Bill Wood, quien era mi homólogo en Colombia. Allí, participé en el carnaval por primera vez.

C.Z.: ¿Cuál fue la primera imagen que tuvo de Barranquilla?

W.B.: Me dio la impresión de que la ciudad no tenía vanidades, a pesar de ser un centro industrial, de transporte, y de haberse establecido como un puerto importante. Barranquilla no trata de proyectarse como un destino colonial, con museos y galerías. Es un pueblo totalmente cómodo con su pasado, con su historia, con su lugar en el mundo. Además, los barranquilleros tienen un tremendo sentido del humor, son personas sin reservas y con un absoluto espíritu caribeño.

C.Z.: ¿Cuando regresó al carnaval le gustó? ¿Cómo participó?

W.B.: Mi primer disfraz fue el más popular del carnaval de 2005: llevaba una boina de color rojo que representaba al famoso presidente de un país vecino. Luego, participé unas cuatro o cinco veces más. Creo que el Carnaval de Barranquilla es uno de los más espectaculares del mundo, junto con los de Río de Janeiro, Puerto España, Trinidad y Tobago y el Mardi Gras de Nueva Orleans.

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C.Z.: ¿Entre la primera y la segunda visita notó cambios en la ciudad?

W.B.: Barranquilla era una población que trabajaba, pero no tenía mucha inversión. Las fábricas eran quizá de los años cuarenta o cincuenta del siglo pasado, su importancia como puerto marítimo se había reducido y su estadio de béisbol estaba en muy malas condiciones. Pero en los últimos 30 o 40 años se ha invertido bastante en la preservación de su pasado.

A través de Brownfield se estableció la comunicación entre las ligas mayores de béisbol en Estados Unidos y los representantes de este deporte en Colombia. El resultado: el estadio Édgar Rentería. Foto: AFP

C.Z.: Usted es un fanático del béisbol y lo impulsó en el país durante su servicio en la embajada. ¿Cómo logró conectar a la capital del Atlántico con su afición?

W.B.: Barranquilla produce muy buenos peloteros y además, por su clima tropical, ofrece la oportunidad de afiliar al país a las ligas mayores de Estados Unidos, que durante los meses de invierno en el norte necesitan entrenar en el Caribe. Desde 2007, cuando tuve mi primera reunión con representantes colombianos y norteamericanos para hablar sobre este deporte, La Arenosa ha servido como el punto fundamental para la creación de una liga profesional. Esto se lo merecen todos los caribeños que tienen tradición de practicar, conocer y seguir este deporte.

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C.Z.: Usted estuvo en los Juegos Centroamericanos y del Caribe para la inauguración del nuevo estadio de béisbol, que tiene estándares estadounidenses, ¿qué papel cumplió en ese proyecto?

W.B.: Ayudé a establecer la comunicación directa entre las ligas mayores de Estados Unidos y los representantes del béisbol de Barranquilla, que habían mostrado mucho interés en ejecutarlo. Pero tengo que decir que el crédito de que allí se haya construido el mejor estadio para este deporte, en todo el Caribe, se lo merecen las autoridades de la ciudad. Ellos fueron los que tomaron la decisión y ahora tienen un escenario sensacional, con los mejores estándares actuales.

C.Z.: Si un amigo le pidiera consejos para conocer Barranquilla en un día, ¿qué le recomendaría?

W.B.: Le diría, por supuesto, que vaya a ver un partido de béisbol, preferiblemente en la noche cuando no hace tanto calor. Ahí disfrutará de los mejores peloteros de Colombia. Así mismo, lo invitaría a caminar (después de las seis de la tarde) por el Malecón del río Magdalena para que conozca la razón por la cual los españoles establecieron la ciudad en el siglo XVII: conectar el principal río del país con el Caribe.

C.Z.: Usted finalizó su servicio diplomático, pero ¿volvería a Barranquilla?

W.B.: Si cuatro días antes de la cuaresma tengo un día libre en mi calendario, es muy posible que esté de nuevo en el carnaval. No importa que lo haga con o sin disfraz, porque lo que ocurre en el carnaval, se queda en el carnaval.

*Periodista de Blu Radio y Caracol Televisión.

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