CULTURA
En Bello se habla del cine local y de la importancia de formar un público
Carlos César Arbeláez, director de ‘Los colores de la montaña’, estuvo en el pasado Foro Municipal de Cultura que se llevó a cabo en tierras bellanitas, y este es su balance.
La función esencial del cine es ser arte, pero también entretener. En esa primera faceta, la artística, el séptimo arte sensibiliza al espectador ante la belleza y lo ayuda a reconocerse como parte de una comunidad. Cuando la pantalla grande puede cumplir con esta labor social se logra algo maravilloso.
El cine permite la reunión de personas de distintos estratos sociales en un mismo lugar. Esto ayuda al público a identificarse como colectivo y a generar catarsis frente a los hechos que han marcado su historia. Por ejemplo, en mi película Los colores de la montaña se presentaba un pueblo que sufrió la violencia, el desplazamiento y el conflicto armado. Este tipo de filmes ayudan a crear memoria e identidad cultural y restablecen el tejido social.
Son muchas las películas, son diversas sus intenciones, pero cuando el espectador se enfrenta con un filme que lo conmueve, que cuenta con una narrativa que expone una problemática, entonces la experiencia cinematográfica se convierte en un ejercicio sociológico y psicológico, porque se comparten emociones difíciles que replican el sufrimiento de un grupo social. Desde esta perspectiva, el cine permite conocer la realidad de un país. El público se ve en la pantalla y se reconoce como parte de un grupo, de un paisaje, de personas que hablan de un mismo modo, de una historia.
Si les he hablado durante tres párrafos sobre el cine y su capacidad de crear una identidad cultural, es porque ese fue uno de los temas que abordamos en el pasado Foro Municipal de Cultura de Bello. A los colombianos nos urge aprender a ver películas distintas y esto solo se logra en festivales y encuentros como este, donde pudimos dialogar sobra la importancia de la formación de público.
En los últimos años, el trabajo del gobierno por salvaguardar la industria cinematográfica nacional ha sido satisfactorio. En la actualidad hay un auge del cine colombiano, se ruedan alrededor de 40 películas al año. Después de la Ley de Cine 814 de 2013, las producciones locales han aumentado, hay más festivales y reconocimiento en el inconsciente colectivo del cine nacional.
Sin embargo, hay un fenómeno generalizado y es que la gente no va mucho a ver el cine del país. Aunque esta es una problemática mundial, el cine dramático, realista y de autor es desplazado por las producciones de experiencia sensorial (es decir las películas de parafernalia y efectos especiales).
Para contrarrestar esta situación, los directores y los profesionales del séptimo arte estamos haciendo uso de otras plataformas como internet, que nos abren muchas posibilidades y puertas frente a un público amplio. Esta es tal vez nuestra ventana más importante.
Una película colombiana tiene en promedio entre 30.000 o 40.000 espectadores, un número bastante deficiente si se tiene en cuenta que un productor cinematográfico recibe más o menos 2.000 pesos por cada boleta comprada, entonces recupera muy poco de su inversión. Lo explico en detalle: el rodaje de una cinta en el país cuesta alrededor de 800 millones de pesos, si 80.000 espectadores asisten a las salas de cine a verla, se recuperan solo 80 millones de pesos. Esto quiere decir que aún queda mucho trabajo por hacer para impulsar el cine nacional.
La salida está en la formación de público. ¿Y cómo formarlo? Aprovechando eventos como el que acabo de citar –por eso el foro realizado en Bello fue tan significativo– y los festivales de cine, impulsando la exhibición continuada de los filmes nacionales y apoyando la reglamentación. La Ley 814 de 2013 es una de las mejores de los últimos años en América Latina. Ha dado un gran empuje a la industria cinematográfica local, sin embargo, necesitamos que los colombianos crean y consuman lo propio y que asistan a las salas para que experimenten lo bonito que es ir a cine.
*Director cinematográfico