TURISMO
Mucho más que esmeraldas
Aunque quieren aprovechar el atractivo de las minas, los habitantes de la región más occidental de Boyacá se la juegan por posicionarse como una zona turística, en la que los turistas puedan hacer torrentismo, visitar un mariposario o conocer una mina.
Como si se tratase de un resquicio del Amazonas, el occidente de Boyacá es aún una región inexplorada. Hogar de varias cascadas cuyo nombre se ha olvidado con el tiempo y de un tono de verde único que emana de la tierra: el verde esmeralda. “Estos lugares no los conoce ni la gente de acá”, reconoce Alexánder Martínez, gerente de Quípama Extrema, un proyecto de ecoturismo que, junto con MTC, quieren ofrecer la experiencia única para las personas de ser mineros de esmeraldas por un día.
La idea es que un grupo de personas o familiares puedan entrar a un socavón bajo tierra, caminar entre sus recovecos y sentir el calor, la humedad y experimentar con sus propias manos la dura pero gratificante vida subterránea. Dentro, los visitantes podrán usar una pequeña pica para sacar piedra y, si cuentan con suerte, descubrir alguna gema. “Queremos que los turistas sean testigos de cómo se saca una esmeralda y de todo el proceso bajo tierra”, cuenta Martínez, quien sabe que parte del encanto de la región está en su potencial esmeraldífero. La otra parte está en sus exuberantes paisajes, como los imponentes cerros Fura y Tena, un monumento natural que da la bienvenida a toda la zona. Con esto en mente, Quípama Extrema se puso en la tarea de construir vías ferratas –escaleras de hierro incrustadas en la roca– a través de varias cascadas para facilitar su ascenso. Por ahora, el plan turístico incluye actividades para varios días.
El primero es la experiencia de ser minero. En un segundo, los turistas pueden vivir un descenso por el río Batán en donas flotantes, sigue con el ascenso a cuatro cascadas por las vías ferratas y finalmente torrentismo a 90 metros de altura. Martínez explica que se incluye un seguro médico y solo pueden disfrutarlo mayores de 15 años. Finalmente, los visitantes recorren un mariposario y hacen caminatas por los cultivos de guanábanas y aguacates que ahora germinan en Muzo y Quípama.
Henry Albornoz, de la empresa Furatena Cacao, que hace parte del grupo empresarial de MTC y asesora a todos los cultivadores de la región, advierte que “los agricultores finalmente se han dado cuenta de que de la agricultura se puede vivir bien”. Esa realidad ha subido los ánimos al punto de impulsar la celebración de los Primeros Juegos Cacaoteros del occidente de Boyacá y el Primer Festival del Cacao, que incluyó reinado y pruebas de conocimiento a los cacaoteros, ambos patrocinados por Furatena Cacao.
A estos eventos se han sumado otras iniciativas que buscan seguir impulsando el turismo en la región. El segundo fin de semana de junio, por ejemplo, se llevó a cabo una actividad de ciclomontañismo entre Muzo y Quípama. Asistieron 120 aficionados de Ubaté, Chiquinquirá y Simijaca. Cada mes se celebrará un consejo provincial con representantes de los 23 municipios del occidente de Boyacá para que sigan floreciendo ideas que atraigan más turismo.
Una de las prioridades para posicionar a la región es acabar el estigma histórico con el que carga. “Todo el mundo piensa que acá es solo minería”, reconoce Martínez. Sin embargo, el clima de paz que se respira en esta zona desde hace unos cinco años alienta a pensar en proyectos ecoturísticos. “Hay presencia de todas las entidades del gobierno. La región ha mejorado bastante”, sentencia Albornoz.
Desde MTC y Quípama Extrema la apuesta es demostrar que sí se puede. Por eso, pensando a futuro, han adelantado exploraciones para que los turistas puedan navegar 12,5 kilómetros del río Guaquimay, además de disfrutar de un orquidiario. Mientras tanto, Martínez y su equipo se concentran en darles nombre a ese conjunto de cascadas que simboliza la ilusión de un nuevo occidente.