DIPLOMACIA
Cómo entender a China desde Occidente
Tenemos que derribar ciertas creencias y resistencias ante el pueblo chino. El suyo es un país amistoso, con una historia milenaria y una economía ejemplar. El escritor de este texto reflexiona al respecto.
Con frecuencia, me preguntan cómo mirar a China desde Occidente y siempre empiezo por lo elemental. Estamos hablando de la nación más poblada del mundo y de la cultura milenaria con más historia. Del país donde se hace toda la gama de productos manufacturados, tecnológicos, textiles y electrónicos. Por ello hace varios años se le ha llamado la “fabrica del mundo”. China es más, siempre más. Eso es lo primero que debemos entender.
Además, es un pueblo que históricamente ha respetado la libre autodeterminación del resto del mundo. No se preocupa por interferir en las luchas de otros estados porque trabaja incansablemente por ser el mejor.
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Llevo casi toda mi vida forjando una relación cercana con el gigante asiático. Hace 41 años apoyé la conformación de la Asociación de la Amistad Colombo China con el propósito de maravillarnos y conocer a la civilización más antigua del mundo. Un país de grandes proporciones y cifras exorbitantes que, por encima de todo, es amistoso y familiar. No hay que temerle. Dejemos de lado nuestras resistencias ante la que considero la primera potencia del mundo.
En cuanto a las relaciones comerciales recuerdo que para 1985 existía en Colombia una franquicia de una empresa estadounidense de ropa interior. En ese entonces, China aún no era la potencia textil que es hoy, así que buscaba aliados en otras partes del mundo. Se hicieron los primeros acercamientos y cuando los chinos pusieron las condiciones, los representantes colombianos se dieron cuenta de que la producción requerida mensual no alcanzaba la cifra de lo que podían hacer en su mejor año. Una anécdota que sirve para ilustrar las dimensiones del país y de su industria.
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Por eso, en cuanto a los asuntos comerciales e industriales, en Occidente debemos entender a China como una nación amiga más que como un socio en condición de igual. No hay espacio para la comparación, aunque sí es cierto que en los últimos años hemos avanzado en las relaciones bilaterales. Pero sin duda, las discusiones económicas no deben interferir con la fraternidad. En la Asociación de Amistad Colombo-china, quisimos hacer negocios con algunos comerciantes, y un embajador de China, nos dijo: “No mezclen los negocios con la amistad”, porque en ellos siempre hay intereses que terminan fracturando esos lazos.
*Presidente de la Asociación de la Amistad Colombo China.