MEDIOAMBIENTE
Los colombianos están empezando a limpiar sus playas
Por medio de la campaña Colombia Limpia del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo se han recolectado 180 toneladas de basura.
Cerca de Roatán, entre Honduras y Guatemala, flota una isla de basura casi tan grande como la mitad de la torre Colpatria. El año pasado su fotografía le dio la vuelta al mundo. La impresionante imagen que captó la cámara de la británica Caroline Power evidenció los estragos que los seres humanos estamos causando por no ser más conscientes de la importancia de darle un manejo adecuado a la basura.
Lamentablemente esta no es la única isla de desechos que amenaza a los ecosistemas marinos. Otras cuatro masas de residuos apelmazados navegan sin control. El primer paso para evitar que este fenómeno se siga multiplicando es sensibilizar a las comunidades y Colombia está dando pasos importantes en ese sentido. En 2015, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, por medio del Viceministerio de Turismo, lanzó una campaña en varios destinos turísticos para enseñarles a sus habitantes cómo manejar los residuos en la vida diaria y en sus negocios; a proteger los recursos naturales y adoptar acciones que garanticen su conservación.
Colombia Limpia es el nombre de esta iniciativa a través de la cual, explica Karol Fajardo, directora de Análisis Sectorial y Promoción Turística del ministerio, “se busca generar conciencia y prevención en el consumo, manejo y separación de los resisiduos desde la fuente. Durante estos tres años llegamos a 25 departamentos para capacitar y brindar toda la información técnica disponible”.
Según el informe presentado por el Fondo Mundial para la Naturaleza – Colombia Viva 2017, considerado el primer gran análisis sobre el estado de los ecosistemas del país, se han identificado 85 grandes ecosistemas de los cuales el 31,3 por ciento ya ha sufrido una transformación en los últimos años. Algunos de los datos que más llaman la atención son los relacionados con la pesca en la cuenca del río Magdalena que ha disminuido 90 por ciento desde 1970, y en la del río Putumayo que entre 1992 y 2009 se redujo casi el 80 por ciento. Por cuenta de ello, el bocachico y el bagre prácticamente han desaparecido.
Esta realidad evidencia la necesidad de implementar este tipo de acciones y de darles continuidad para garantizar su eficiencia y perdurabilidad en el tiempo. El futuro de los mares y ríos está en nuestras manos.