POSCONFLICTO
Cúcuta hace su aporte para sacar adelante a las víctimas del conflicto
Gracias a la gestión de la Secretaría de Posconflicto y Cultura de Paz, quienes llegan a Cúcuta huyendo de la violencia encuentran oportunidades.
En 2018 Cúcuta registró en promedio cinco nuevas víctimas del conflicto armado al día. En noviembre de este año ya eran 1.638 las personas que llegaron a la capital de Norte de Santander huyendo de la violencia, la mayoría desde el Catatumbo. La Secretaría de Posconflicto y Cultura de Paz de la Alcaldía es la entidad encargada de ayudarles a empezar una ‘nueva vida’. Todo ello, con un presupuesto que en 2019 fue de alrededor de 1.000 millones de pesos.
A aquellos que llegan a Cúcuta y tienen dónde quedarse, la Alcaldía les otorga un kit de alimentación –principalmente enlatados– y aseo que cubre tres meses de subsistencia. Quienes llegan sin destino cuentan con un albergue donde pueden alojarse. “Son especialmente líderes sociales”, explica Paola Mora, secretaria de Posconflicto y Cultura de Paz. “Es muy doloroso porque a esa gente les dicen: ‘Se va, ya’. Cogen sus muchachitos y nada más”, añade.
Más allá de estas ayudas, el camino hacia una ‘nueva vida’ pasa por el trabajo. En las zonas rurales, en los alrededores de Cúcuta, la secretaría ha implementado proyectos productivos para garantizar que las víctimas tengan sus propios ingresos. “Hemos adelantado proyectos de crianza de ovinos, de pollos y piscicultura; y de cosechas para que puedan vender”, describe Mora. En la ciudad, la financiación de la Alcaldía y la formación del Sena ha permitido a las víctimas del conflicto crear sus propias microempresas, que incluyen peluquerías y panaderías. Desde 2016, 463 familias han salido adelante gracias a estos proyectos.
El río de desplazados no para. En la ‘puerta al Catatumbo’, en Atalaya, el Centro Regional de Atención a Víctimas atiende a 400 personas al día, asegura la secretaria. Allí, Usaid donó 60.000 dólares que aliviaron la carga. La cooperación internacional –con organizaciones como la Agencia de Cooperación Coreana y el Plan Mundial de Alimentos– ha sido clave para una administración desbordada. “A veces trabajamos con las uñitas”, reconoce Mora. Pero no duda que en los últimos cuatro años la secretaría ha puesto un granito de arena que ha generado un gran impacto.