MEDIOAMBIENTE
La nueva cara del río Pamplonita
Gracias a una estrategia de limpieza y control del cauce, el río Pamplonita luce diferente. Poco a poco ha regenerado su ecosistema para beneficio de la población de su ribera.
El río Pamplonita agonizaba. El 2 de junio de 2007, una explosión en el oleoducto Caño Limón-Coveñas produjo un derrame de petróleo que contaminó sus aguas y afectó gravemente su ecosistema. La mancha de crudo bajó hasta Cúcuta –ciudad que recorre a lo largo de ocho kilómetros y de la que es la principal fuente hídrica–, dejando sin líquido vital a 450.000 personas durante 11 días, según un estudio de Fenalco.
En ese entonces, un informe de la Universidad Francisco de Paula Santander estimó que desapareció el 73 por ciento de los peces del río. Si bien se iniciaron labores para recuperarlo, en diciembre de 2011 otro derrame tiñó el río Pamplonita de negro. Por si fuera poco, un año antes, durante el invierno de 2010, una fuerte crecida socavó los márgenes del afluente, colapsando la banca de la Avenida del Río y poniendo en riesgo los edificios –y las personas– asentados a sus orillas.
Ahora, la cara del río está cambiando. La intervención en el Pamplonita de la máxima autoridad medioambiental del departamento de Norte de Santander, la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor), ha reordenado su cauce y ha empezado a recuperar la fauna y flora. Con ello se mitigó la socavación acelerada del suelo de ladera en los márgenes del río cuando pasa por Cúcuta.
El río nace a 3.200 metros sobre el nivel del mar –en el municipio de Pamplona– y desemboca en el río Zulia al norte del departamento, en Puerto Santander. En su parte alta, fluye por un valle estrecho y profundo donde son constantes los deslizamientos sobre su cauce. En época de lluvias, todo el material que cae es arrastrado hasta su parte baja, a su paso por la capital del departamento. Esto provoca un proceso de sedimentación que ha dividido el canal principal. Todos estos factores –sumados a la desaparición de los árboles a lo largo de la ronda hídrica– han generado un río inestable y riesgoso.
Tras un estudio realizado en alianza con la Universidad Francisco de Paula Santander y en el marco de las recomendaciones del Plan de Manejo y Ordenamiento de una Cuenca (Pomca) y el racionamiento con la comunidad, Corponor se puso manos a la obra. “El modelo utilizado para la recuperación de la sección hidráulica (remoción de material vegetal) fue el de articulación publico-privada y responsabilidad social empresarial de las empresas extractoras de material de arrastre. De esta forma, se desarrollaron las actividades sin costos adicionales para el presupuesto de Corponor distintos a los aportes en especie de los estudios y recomendaciones del equipo técnico de la corporación, de la Universidad Francisco de Paula Santander y la Unidad Departamental de Gestión del Riesgo” –explica el director de la corporación, Gregorio Angarita– “Así, se llevan a cabo obras para preservar el paisaje natural en áreas críticas y el control de erosión y manejo de suelos. Los elementos clave de este proyecto tienen que ver con medidas de recuperación, el establecimiento de material vegetal en la ronda, y la ejecución de obras de protección de márgenes a través de enrocados con aplicación de piedra caliza, que ha dado buenos resultados”. Estas rocas de hasta 1,20 metros pretenden controlar las inundaciones que se puedan producir durante los próximos 100 años.
Parte de la estrategia ha sido regenerar la vida alrededor del río. Se están plantando árboles que contribuyen a la restauración ecológica de la cuenca. Según Angarita, ambos elementos –el control del cauce y la intervención en el ecosistema– generan hábitats para especies de flora y fauna como la nutria neotropical (Lontria longicaudis). “El corredor biológico paralelo a la línea de los enrocados tendrá una rehabilitación con especies nativas de bosque ripario, que prestan servicios ecosistémicos de control de calidad y cantidad de aguas de provisión de alimento para la fauna asociada al bosque. Esto con el fin de hacer sostenibles las obras, aumentar la biodiversidad, reducir la vulnerabilidad y el riesgo de los sistemas sociales y ambientales presentes en el área de la intervención”, añade Angarita.
Ya se han construido 4.500 metros de revestimiento en los puntos más críticos de ambas márgenes del río. Esto equivale al 30 por ciento del tramo urbano del Pamplonita. Corponor espera “reducir fenómenos generados por los incrementos de caudal y torrencialidad, consolidar las márgenes y lechos inestables centrando la corriente en un cauce fijo y estable, evitando la divagación de aguas”, indica el director. Así, se protegerán las obras de infraestructura localizadas dentro de la ronda hídrica y se promoverá el empoderamiento social y ambiental de los habitantes del sector.
Además, Corponor ha adelantado estudios, diseños y formulación de proyectos para la búsqueda de recursos ante entidades como el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y el Departamento Nacional de Planeación. Por ahora, se reporta una recuperación de la vegetación de la ronda y un mayor control del cauce gracias a los enrocados. El río Pamplonita revive.