SALUD
La telemedicina acorta distancias y salva vidas en Cundinamarca
En 2017, en el municipio de Arbeláez se llevaron a cabo 1.776 consultas de medicina especializada a través de videollamada. Este programa disminuye los gastos y tiempos de traslado de los habitantes rurales. Descubra cómo.
Faltaban 19 minutos para la medianoche cuando la tierra rugió y en minutos se tragó a la ciudad de Spitak, al noreste de Armenia (Europa del Este). Más de 20.000 personas perdieron la vida en el terremoto de ese 7 de diciembre de 1988. El centro médico de Yerevan, al que trasladaban los heridos, se enlazó con cuatro hospitales estadounidenses para realizar interconsultas con diferentes especialistas. La telemedicina daba muestras de su efectividad.
Esta tecnología nació en Estados Unidos en los años cincuenta para garantizar que la ayuda médica llegue de manera remota a donde se necesite y los pacientes puedan acceder a consultas y a diagnósticos en tiempo real y en diferido. A Colombia arribó años después y en el departamento de Cundinamarca se sienten sus beneficios desde finales de 2013. Posteriormente, en 2016, comenzó a implementarse en el cálido municipio de Arbeláez, ubicado a 1.400 metros sobre el nivel del mar y a menos de dos horas en auto desde Bogotá.
Los habitantes de esta verde y tranquila población son en su mayoría adultos mayores. En el casco urbano se encuentra el Hospital San Antonio, una institución atendida por seis médicos de urgencias y hospitalización y otros seis para consulta externa. No se ve a ningún especialista, pero, según los registros de la entidad, en 2017 se realizaron 1.766 consultas especializadas (casi cinco de ellas cada día). ¿Cómo puede ser posible?
La respuesta la tiene Sonia Flores, gerente de la institución, quien asegura que aunque la telemedicina no es nueva en el mundo, ha sido revolucionaria para la región. Esta modalidad de atención que acerca a los especialistas con los usuarios a través de la tecnología ha mejorado la calidad de vida de 37.000 habitantes de Arbeláez y otros cuatro municipios cercanos –Venecia, San Bernardo, Pandi y Cabrera– que dependen del Hospital San Antonio.
La telemedicina les ha ahorrado tiempo y dinero a sus habitantes. Llegar desde Cabrera hasta Bogotá, por ejemplo, puede tomar cuatro horas, y el costo del pasaje de ida y vuelta ronda los 190.000 pesos. Además, el transporte es escaso y difícil de conseguir para quienes se encuentran en el área rural.
Luz Marina Prada, una arbelaence diagnosticada hace seis meses con bradicardia –su corazón late más lento de lo esperado–, es una de las beneficiarias. Después de estar en cuidados intensivos, hoy tiene acceso a una consulta de seguimiento periódica con el cardiólogo por videollamada, desde la comodidad de su municipio. “La gente que vive en las veredas tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para levantarse a la madrugada, desplazarse y asistir a la cita. Con la telemedicina economizamos tiempo y dinero”, asegura.
Una vez asignada la cita con el especialista (cardiólogo, internista, nutricionista, pediatra o endocrino, entre otros), el paciente debe llegar en la fecha establecida muy puntual al primer piso del Hospital San Antonio. Aquí se ha adecuado un consultorio con tres pantallas y dispositivos que permiten que las distancias se acorten. Por ejemplo, cuenta con un otoscopio –un instrumento para evaluar estructuras del oído como el tímpano– que transmite la imagen magnificada a la pantalla, o un estetoscopio, que aumenta y grafica los sonidos cardiacos, y una lupa que muestra en detalle las lesiones dermatológicas.
El paciente no está solo frente a la pantalla. Lo acompaña un médico general local que ha recibido capacitación en telemedicina y quien es el encargado de presentarle el caso al especialista. Después de resolver las inquietudes del enfermo, como en cualquier consulta médica, se define el tratamiento.
Todos ganan
La telemedicina trae consigo grandes retos para el paciente y para el personal de salud. Al comienzo, en Arbeláez, los médicos y las enfermeras se resistían al cambio. Casi dos años después el compromiso de todos es evidente. “Soy muy floja para la tecnología porque realicé mis estudios a una edad avanzada, pero ya me siento bien tomando los electros”, cuenta Claribel Morales, quien ha ejercido la enfermería desde hace 20 años. Cuando aprendió, ella misma se encargó de enseñarles cómo hacerlo a sus compañeras de la institución.
Jorge Alberto Lamadrid es médico general del Hospital San Antonio desde hace cuatro años. Para él, la implementación de esta técnica se ha convertido en una oportunidad. “Como acompañante en las consultas uno refuerza el conocimiento, lo retroalimenta”.
La colaboración entre profesionales de la salud es clave en Colombia. Según un estudio publicado en 2017 por el Observatorio de Talento Humano en Salud, del Ministerio de Salud, en el 2016, el país contaba con 26.000 médicos especialistas, pero demandaba 39.000. Es decir, tenía un déficit de13.000.
Arbeláez no es el único municipio de Cundinamarca al que ha llegado la telemedicina. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud, hasta mayo de 2018 hubo citas de este tipo en 28 hospitales del departamento, en municipios como Chocontá, Fómeque, Guaduas, La Palma, Sasaima, y Sesquilé, entre otros.
Además de seguir extendiendo este servicio al resto del departamento, se busca evitar traslados tortuosos a personas mayores, pacientes con patologías crónicas y mujeres gestantes. Por eso uno de los próximos desafíos es aplicar la telemedicina a consultas domiciliarias.
Finalmente, aunque desde 2013 todos los hospitales cundinamarqueses cuentan con el equipamiento tecnológico necesario para realizar alguna de las tres modalidades de esta práctica: teleconsulta, telerradiología y telediagnóstico, aún falta fortalecer el proceso en toda la región. El primer paso ya se dio. Esto apenas empieza.
*Médica epidemióloga, editora de salud de Noticias Caracol.