EDUCACIÓN
Un paseo por Guaduas con el mejor ‘profe’ de Colombia
Luis Miguel Bermúdez Gutiérrez, uno de los más destacados maestros del mundo, escribe sobre la experiencia que vivió en este municipio cundinamarqués, donde se invierte fuerte en educación.
Casi tres horas de camino separan a Bogotá del municipio de Guaduas. Tres horas en las que dejé atrás la fría y nublada capital para admirar el cielo despejado mientras avanzaba por la carretera. Bajé la ventana y le di rienda suelta a mis sentidos. Comencé a escuchar de lejos el cantar de los pájaros, olvidé el ruido de la ciudad y sentí el tiempo pasar más lentamente. En calma y sin prisas. Un pueblo rodeado de montañas me daba la bienvenida.
Me bajé de la camioneta y avancé a paso rápido hacia la Alcaldía. Ahí empecé a preguntar sobre los procesos educativos del municipio. A medida que escuchaba la información, me di cuenta de que estaba acelerándome sin necesidad. Me recordé a mí mismo: “Esto no es Bogotá, no hay afanes, relájate”. Y desde ese momento, me dejé contagiar de la tranquilidad de la gente que vive sin prisas.
Esa calma la veo en los modos de Juan Carlos Casasbuenas, coordinador de educación municipal; José Teófilo Reyes, secretario administrativo y financiero, y Nestor Camilo Martínez, el secretario de Obras y Servicios Públicos. También me acompañaba la profesora de Tecnología y Emprendimiento, Yeny Barrantes. El cuarteto me contaba con entusiasmo sobre la ampliación de la Institución Educativa Departamental Miguel Samper Agudelo, un macroproyecto que debe estar listo a comienzos del próximo año, que beneficiará a 1.600 estudiantes y los ayudará a mejorar sus procesos educativos.
Fue muy grato saber que un municipio pequeño, como Guaduas, tiene la educación como uno de sus ejes centrales. A veces cuesta entender que la inversión en el mejoramiento de las instituciones es directamente proporcional a la calidad en los procesos de aprendizaje. El nuevo edificio con aulas, la biblioteca y el restaurante no solo son necesarios para abastecer la demanda de estudiantes. Representan, además, la transformación de los ambientes escolares e indiscutiblemente generarán un gran sentido de pertenencia en los alumnos.
Luego de casi una hora de charla con los funcionarios, empezamos el recorrido. Primero conocimos las instalaciones del colegio. Me pidieron que, como soy profesor, improvisara un poco con los chicos del grado 10-1 y me aventuré a ello. Un reto, debo decirlo, a 30 grados centígrados –o al menos, así se sentían– porque cuando salí de nuevo al pasillo, las gotas de sudor recorrían mi frente. Me divertí mientras interactué con ellos. Al final hasta interpretamos una canción con mímicas e hice pasar al frente a Pardo, así lo llamaban todos, para que liderara la siguiente ronda. Sentí el cariño de los muchachos en cada sonrisa que me regalaron.
Caminamos un rato por la cancha de fútbol, los pasillos y por el terreno donde se están ejecutando las obras. Su avance ya es notorio, va en el 50 por ciento. Esto hace que la expectativa aumente entre el alumnado del ‘Miguel Samper’, y se escuchan con frecuencia frases como “ya queremos estar en nuestros nuevos salones” o “soñamos con tener una biblioteca grande”.
Llegó la hora del almuerzo y me encontré con la profe Yeny, y dos de sus ‘pilos’ pupilos: Sebastián e Iván, de 13 y 16 años, respectivamente. Ellos se ofrecieron a hacer de guías y atrás quedó nuestra idea de almorzar algo típico.
Más bien, terminamos en un restaurante cerca del colegio, cuyas columnas estaban hechas de guadua, ese árbol colombiano, primo del bambú, al que el municipio debe su nombre. Yo no era el único asombrado con la estructura, también lo estaban el par de chicos, que elocuentemente dijeron: “Profe Yeny, no podemos dejar perder la tradición de construir con guadua”. Ahí empezó una conversación larga y tendida sobre todos los proyectos que imaginábamos con este material.
Cuando terminamos el almuerzo, nos dirigimos a nuestra segunda parada, la emisora municipal Guaduas Stereo donde la profe Yeny lidera un proyecto radial con ocho estudiantes llamado Feedback. ‘Sebas’ e Iván son sus principales locutores así que no mostraron timidez ante los micrófonos. Bastaron 15 minutos de programa para darnos cuenta de lo seguros que se sentían en la cabina y de lo importante que son las actividades extracurriculares como esta para afianzar conocimientos y desarrollar aptitudes de nuestros alumnos.
Luego fuimos hasta la plaza principal y llegamos a la Casa de las 100 puertas. Sí, es cierto, tiene las 100. En la Colonia era utilizada como hotel y restaurante debido a que este pueblo era un punto de descanso en el Camino Real entre Santafé y Honda. Cuando entramos, Sebastián se giró hacia mí y dijo: “¿Tienes un billete de 10.000 pesos? Pero debe ser de los viejos”. Lo saqué de mi billetera y él lo extendió dejándome ver que en la parte de atrás estaba dibujado justo ese paisaje: el parque principal de Guaduas acompañado de varias casas coloniales, entre esas la de las 100 puertas.
Al entrar nos encontramos con doña Mariela, una mujer de 60 años que caminaba emocionada por toda la construcción como si fuese una niña visitando por primera vez el museo. Al comienzo del recorrido me dijo: “Te voy a contar la historia del municipio en cinco minutos”. Al final fueron cinco horas y no solo te cuenta la historia local, te cuenta la de todo el país. En sus más de 15 habitaciones se conservan elementos de un inigualable valor histórico. Maletas, joyeros, utensilios de cocina y hasta sillas originales del siglo XVII. Guardaré en mis recuerdos su manera de contar historias desde las anécdotas.
El sol poco a poco empezó a desvanecerse entre las montañas cundinamarquesas y supe que mi recorrido llegaba a su fin. Me marché con la alegría de toparme con maestras como Yeny, que educan para la vida. Y estudiantes como Sebas e Iván, críticos y curiosos con su entorno. Me encontré con un municipio que le apuesta a su educación. Con inversión, pero también con liderazgo. Con infraestructura e iniciativa por conservar su legado histórico.
*Profesor nominado al Global Teacher Prize 2018.