COLUMNA
20 años cumple la Declaración sobre los defensores de derechos humanos
Fue aprobada por las Naciones Unidas en 1998, con ella se establecen medidas para proteger a estos líderes sociales. Sin embargo, en todo el mundo dichos ‘guardianes’ corren peligro. Todos podemos cuidarlos
Hace exactamente 20 años fuimos muchas las personas que celebramos la adopción de la Declaración sobre las defensoras y los defensores de derechos humanos. Fue aprobada en 1998 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Este es un texto fundamental que reconoce la labor de quienes tratan de hacer realidad los ideales contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Veinte años ya y, desgraciadamente, cabe observar que la situación de quienes promueven los derechos fundamentales se está deteriorando en todo el mundo. No hay una sola región donde podamos decir que los defensores están a salvo, y América Latina no es la excepción. Ante los ataques perpetrados por una nebulosa de actores estatales y no estatales (empresas, grupos armados, grupos fundamentalistas religiosos), quienes defienden nuestros derechos necesitan de nuestro apoyo, reconocimiento y protección.
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Los distintos dispositivos y mecanismos desarrollados en los últimos años para protegerlos, han aportado soluciones inmediatas y permitido salvar muchas vidas. No obstante, la situación sigue empeorando. ¿Por qué? Tengo la convicción íntima de que es porque no hemos hecho lo suficiente para analizar y combatir las causas estructurales y sistémicas de estos ataques. La corrupción, la impunidad, la imposición de un modelo de desarrollo insostenible requieren respuestas ambiciosas, transversales y holísticas. De la misma manera que se debe pensar la protección de manera colectiva, con la participación activa de las personas defensoras y tomando en cuenta las necesidades de ciertos grupos como las lideresas, los defensores de los derechos LGBTI y las comunidades indígenas y afrodescendientes.
Los defensores no son un grupo ajeno a la sociedad en la que viven y actúan. Somos nosotros mismos, vecinos, colegas, familias, quienes levantamos la voz ante situaciones intolerables. Hoy, más que nunca, es nuestro deber y nuestra responsabilidad, crear un entorno seguro y propicio para que se garanticen nuestros derechos. Es hora de pasar de las palabras a los hechos. Porque las defensoras y los defensores son los guardianes de nuestros derechos. Porque son ellas y ellos quienes nos ayudan a crear un mundo más justo, más pacífico y más digno para todas y todos.
*Relator especial sobre la situación de los defensores de los derechos humanos.