CONVERSATORIO MUJERES
¿Cómo están las mujeres hoy en Colombia?
Charlotte Schneider, María Isabel Covaleda y María Eugenia Cruz, sobrevivieron a la violencia de género y hoy defienden los derechos de otras que como ellas sintieron miedo de hablar.
Preguntas
¿Cómo están las mujeres hoy en Colombia?
¿Las movilizaciones y los movimientos a través de las redes sociales las han empoderado?
¿Por qué decidió liderar la defensa de sus derechos?
¿Qué ha aprendido de este proceso?
¿Cuál sería su mensaje para otras mujeres que están atravesando situaciones en las que sus derechos les son vulnerados y no saben cómo actuar?
Charlotte Schneider Callejas
Todavía persiste culturalmente y de manera naturalizada la asociación de que las mujeres desde que nacen están destinadas a unas tareas y roles relacionados con el hogar. Estos patrones favorecen que se sigan perpetuando las expresiones de la cultura machista, patriarcal y hegemónica que contribuyen a que se naturalicen o no se sancionen las violencias de género, no se valore a las mujeres ni a las personas que nos construimos desde la feminidad.
Esa gran apuesta desde las redes sociales, los medios de comunicación masivos y alternativos que hacen de manera positiva ejercicios informativos para transformar las desigualdades de género y garantizar que podamos ejercer los derechos desde la autonomía y la libertad nos hacen mas fuertes.
Primero batallé por mis derechos y eso me despertó. Ahora lo hago por los derechos de mi comunidad LGBTI, de las mujeres, de las personas que viven con VIH. Seguiré luchando. Nada me parará ni callará.
He aprendido de todo: a amar, a luchar, a odiar y luego a volver a querer. Aprendí a ser una sobreviviente, a dar esperanza a otros, a defender mis derechos y los de los demás. A incidir y reclamar, a no dejarme vulnerar o a que vulneren a otros. Pero sobre todo, como el ave fénix, a resurgir y no desfallecer.
Mi mensaje es que no están solas, que hay otras mujeres y personas dispuestas a escucharlas, defenderlas y acompañarlas. Las invito a que nos unamos en contra de las violencias.
María Isabel Covaleda
Están enfrentadas a la mirada indolente de la ciudadanía, a una institucionalidad poco preparada para asumir un reto de esa gran magnitud, ante una justicia ciega con su situación y derechos, una tolerancia generalizada que no nos deja reaccionar y actuar en las proporciones que este grave problema requiere.
Las redes han sido un lugar de acopio y de activismo muy positivo. Nos han permitido visibilizar una problemática oculta e invisible, han transmitido información que en algunos casos genera conciencia. Nos han hecho parte activa de un discurso tan importante como el de los derechos humanos, con la gran responsabilidad de debatir y pensar colectivamente.
Cuando sobreviví al ataque de mi expareja, el primer impulso fue correr a denunciar: decidí defender esta vida con todas mis fuerzas. El camino de la denuncia, de la institucionalidad, enfrentar a la familia de mi agresor y su intento por hacerme mentir frente a mi familia para ocultarlo, me mostró otra cara de la realidad: todo se pone en contra nuestra. Con ayuda de mis amigos más cercanos empecé a enfrentar lo que había sucedido. Ahí supe que no solo iba a defender mi vida sino mis derechos. Y al hacerlo cientos de voces regresaron a mí, no podía creer cómo mi voz podía tener tanto eco. Éramos muchas mujeres víctimas de la misma persona. No fue solo mi clamor, fue el de todas el que me mostró el camino. Necesitábamos voz, necesitábamos decir que la violencia es real. Lo que no se nombra, no existe.
Ha sido el aprendizaje más vasto de mi vida, pero resalto sobre todo que nuestra verdad es lo más poderoso que tenemos.
Lo más importante es tener la certeza de que hay otras posibilidades. Que a pesar de ver oscuridad, sentir impotencia o no encontrar la salida, esta sí existe. Va a requerir esfuerzos grandes, pero se tiene la recompensa de la libertad y la luz. Miles de mujeres hemos estado ahí. No están solas.
María Eugenia Cruz
Las mujeres se están abriendo paso en los espacios públicos, en espacios de toma de decisiones. Pero todavía no es suficiente frente al porcentaje tan grande de mujeres que se encuentran sujetas a unos escenarios muy reducidos en el ámbito familiar, donde todavía falta generar condiciones para que puedan acceder al empleo en igualdad de condiciones.
Todavía estamos expuestas a muchas violencias. Pero en la medida en que se visibilizan, en que salimos a la calle, hacemos campañas, nos involucramos, mostramos que somos fuertes y que tenemos capacidades para cuestionar y proponer, se causa un efecto muy importante. Por eso es clave cuando los medios de comunicación nos apoyan o salimos en las redes sociales porque se involucra a toda la sociedad. También se le envía un mensaje al Estado: lo que está pasando con las mujeres es responsabilidad de todos.
Solo hasta hace muy poco supe que la violencia de la que he sido víctima era un delito, que tenía derechos y que existen unas leyes que me protegen. Comprendí que lo que me pasó no me lo busqué. Entender todo esto me llevó a ayudar a otras mujeres que estaban viviendo lo mismo o cosas peores, porque guardar silencio frente a la violencia hace mucho daño. Así que lograr que otras mujeres hablen es un compromiso que asumí como mujer, como defensora de los derechos humanos y como parte de esta sociedad.
Poder ayudar a otras mujeres
Es una gran enseñanza, reconocer en cada una y en sus historias la capacidad que tenemos de resignificar nuestra vida a pesar de lo que hemos vivido. Esa capacidad de resiliencia es otra lección para esta sociedad y para mí misma. Todo esto me permite llenarme de motivaciones para seguir haciendo lo que hago.
No están solas. Hay muchas mujeres que hemos vivido cosas duras como las que de pronto están viviendo, pero hay que romper el silencio y buscar el acompañamiento de otras mujeres que decidieron terminar con esa historia dolorosa de violencia y de instituciones con las que pueden hacerlo de manera segura y tranquila.