ANÁLISIS
Cómo ayudar a los bachilleres a elegir su carrera en tiempos de incertidumbre
Escucharlos hablar de sus temores y acompañarlos a ordenar sus ideas les permitirán encontrar con mayor certeza el camino. Aquí encontrará otras recomendaciones del psicoanalista, especializado en educación, Guillermo Carvajal.
La propuesta más seria que debería adelantar la escuela en el bachillerato es lograr que sus estudiantes tengan identidad de oficio. Es decir, que sepan con entusiasmo, pasión y certeza qué es lo que van a hacer con y en su vida. Y la escuela no lo hace. Peor aún, con frecuencia lo impide, engolosinada en enseñar una multitud de cosas (currículum único) que no sirven para nada.
A mediados del siglo pasado, un joven bachiller tenía mínimas opciones profesionales cuando terminaba: sacerdote, militar, abogado, médico, odontólogo, ingeniero, arquitecto, maestro. Las demás eran actividades de segunda o apenas enunciadas como la psicología, la sociología, la antropología o la economía; y los oficios de otro tipo no daban estatus ni eran aspiración primaria de un reluciente bachiller, como ser músico, escritor o futbolista. Hoy tenemos más de 600 ofertas universitarias y las nuevas profesiones siguen en aumento exponencial.
El modelo educativo vertical, jerárquico y represivo que teníamos estaba acorde con nuestra cultura. Aprender de todo no sobraba y el método de la letra con sangre entra permeaba el acto educativo social. Hoy ese modelo murió porque estamos obligados por ley a generar personas no fabricadas para someterse y obedecer a ciegas. Y la sociedad está exigiendo creatividad por encima de toda consideración. La creatividad solo emerge en la libertad del pensamiento y esta es hija de una educación en la pasión y en el disfrute.
Sin embargo, la escuela sigue siendo la misma de hace más de dos siglos y por eso estamos viendo escolares cada vez más aburridos y frustrados, pasivos, improductivos y, de contera, depresivos. Y lo más grave, personitas que terminan su secundaria sin saber dónde están paradas, viendo frustradas sus pequeñas ambiciones que no pudieron realizar al estar sometidas a aprender una miríada de cosas inútiles y que les quitan el tiempo y el espacio para dedicarse apasionadamente a un solo tema, puesto que la escuela les obliga a estudiar de todo. Si no lo hacen, les castiga con la nota y les amenaza con expulsiones e imposibilidad de acceder a la universidad, que tiene una impensable oferta de posibles oficios, de los cuales en muchos casos el neófito estudiante desconoce hasta para qué sirven.
Si a ese panorama confuso y castrador le agregamos una pandemia que paralizó el accionar normal de sus procesos de vida y les limitó hasta el movimiento, obligándoles a permanecer en casa, y que además les amputó de un tajo el mínimo de planeación que tenían, entregándoles a cambio solo interrogantes sin resolver, el escenario que tienen delante es aterrador. ¿Qué le espera a un joven bachiller, graduado por zoom, sin prom a la vista y exigido de brindar en pijama con sus camaradas de graduación a través de internet? Con una universidad que no tiene la certeza de si el próximo o los dos próximos semestres va a poder permitir que le pisen su césped y que además se empeña en llevar los métodos tradicionales a la virtualidad. Más que respuestas tranquilizadoras solo tenemos preguntas angustiosas, ante una familia amorosa y expectante pero no preparada para orientar profesionalmente (no es su oficio) y un sistema educativo que no da el brazo a torcer para aceptar el cambio estructural que debe venir. Nos queda a los adultos escuchar sus quejas y temores, acompañarlos a pensar y a ordenar sus ideas y apoyarlos en los pasos que vayan dando, estimulando sus logros y permitiendo que encuentren libremente su camino. Si se equivocan, siempre tendrán en nosotros un bastón para levantarse.
Solo nos resta creer en el espíritu humano de adaptación y de sobrevivencia que hará que estos jóvenes, tan acorralados por un sistema en crisis, encuentren el camino de un porvenir estable, satisfactorio y feliz. Sin lugar a dudas, tienen con qué.
*Médico psicoanalista especializado en educación.
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