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Estas son las mejores universidades de Colombia en 2021
Recuperar la conexión de la formación universitaria con los conocimientos y habilidades que exige el mundo laboral es una tarea clave para que los jóvenes vuelvan a tener esperanza, cumplan sus sueños y se inserten más fácilmente en el mercado de trabajo.
En medio del estallido social que comenzó el pasado 28 de abril, se han hecho más visibles las necesidades, angustias y expectativas de los jóvenes colombianos. Tres temas críticos han salido a la luz durante las marchas. Por un lado, la falta de oportunidades laborales, que lleva a que cerca de 30 por ciento de los universitarios recién graduados tarden hasta un año o más para conseguir trabajo. Por otro, las elevadas tasas de desempleo juvenil que se han visto en medio de la pandemia: en marzo llegaron a 23,5 por ciento para jóvenes entre 14 y 28 años. Y finalmente está el bajo acceso a la educación superior.
Esto último se ha convertido en una frustración para muchos jóvenes con sueños de mejorar su movilidad social. Juan Carlos Echeverry, exministro de Hacienda, bautizó como el “ahuecado embudo de la educación en Colombia” a las cifras que se conocen sobre este tema en el país.
De los 755.000 niños y jóvenes que entran al sistema de educación, solo terminan graduándose de bachillerato 307.000 y al final únicamente 106.000 de la universidad, pero de ellos, 85.000 consiguen empleo, según los datos de Echeverry, con cifras del Ministerio de Educación, el Dane, la Ocde, el Observatorio Laboral y el Área Andina.
La ministra de Educación, María Victoria Angulo, señala que su cartera viene trabajando para solucionar varios de estos desafíos. Según el Ministerio de Educación, la tasa bruta de cobertura en educación superior que tiene el país fue de 52,76 en 2019.
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Y uno de los mayores retos del país es lograr que más jóvenes que egresan de la educación media lleguen a la educación superior. “Con el Programa Generación E, el acceso a la educación superior de calidad pasó de ser un privilegio de una minoría para convertirse en una posibilidad real para los jóvenes del país”, dice la ministra.
Con cifras en mano, explica que ya 181.000 jóvenes de 1.108 municipios del país ingresan a la educación superior de calidad “y reciben un apoyo para su sostenimiento que les permite permanecer en el sistema educativo, gracias a una alianza con Prosperidad Social”. Y en respuesta a los clamores de los jóvenes, el Gobierno acaba de lanzar la iniciativa Matrícula Cero para que los estudiantes de estratos 1, 2 y 3 que cursan o van a ingresar a programas técnicos, profesionales o tecnológicos en las 63 instituciones de educación superior públicas, cuenten con gratuidad en el valor de la matrícula en el segundo semestre de 2021 y durante 2022. Esta medida beneficiará a cerca de 695.000 estudiantes, es decir, 97 por ciento del total de estudiantes de pregrado de las instituciones públicas “y cierra una brecha social de muchos años”, afirma Angulo.
Más allá del acceso a la educación pública, el otro drama para los jóvenes del país tiene que ver con las oportunidades laborales. Datos del Observatorio Laboral para la Educación Superior (OLE) indican que, en 2019, el 75,8 por ciento de los jóvenes graduados en universidades lograron acceder a un empleo.
Frente a este desafío, la ministra aseguró que para eliminar barreras de acceso al mercado laboral de los estudiantes de educación superior, educación para el trabajo y desarrollo humano, se reglamentó la Ley 2039 de 2020, que permite que las pasantías, prácticas, judicaturas, monitorias, contratos laborales y de prestación de servicios, así como la participación en grupos de investigación, sean acreditables como experiencia profesional válida.
Además, para facilitar la negociación del pliego presentado por el Comité del Paro, el Gobierno anunció un plan de choque para generar 500.000 empleos formales en jóvenes de 18 a 28 años. Este arranca el primero de julio y subsidiará 25 por ciento del salario mínimo legal mensual a las empresas que contraten jóvenes. “Este subsidio equivale prácticamente a los costos de la seguridad social, por parte de empleadores, personas naturales o jurídicas, inscritos en el sistema de la planilla Pila”, dice Angulo.
Mauricio Rodríguez Múnera, profesor de Liderazgo de la Universidad Externado de Colombia y ex rector del Cesa, explica que estos conceptos son fundamentales: la relevancia se refiere a que la educación sea importante, que tenga sentido y valor, mientras la pertinencia significa que esté sintonizada con las necesidades del mundo actual, que sea coherente y congruente con lo que demanda el mercado. “Ahí es donde hay que mejorar mucho el trabajo entre las empresas, sector público y academia, porque en algunos casos hay programas que no imparten una formación ni relevante ni pertinente. Se les enseña a los jóvenes cosas que no tienen una aplicación práctica en el mundo del trabajo, y no están conectados con las necesidades de las empresas y del sector público, la ciencia, mundo empresarial, y hasta la propia academia”, dice este experto.
Recuperar esa conexión en la formación universitaria con los conocimientos y habilidades que necesitan los jóvenes en su vida profesional es un tema crítico. Esto implica impulsar el uso de tecnologías, promover la innovación y priorizar la enseñanza en ciencias, matemáticas y habilidades blandas, para preparar a los estudiantes en el abordaje de su vida laboral.
La buena noticia es que varias de las universidades del país trabajan ya en estos temas. Así queda claro en el ranking de Mejores Universidades que se publica en esta edición y destaca los resultados obtenidos en las pruebas Saber Pro por los jóvenes que decidieron apostarles a las denominadas carreras del futuro. En este grupo están las ingenierías, informática, matemáticas, ciencias y carreras que incorporan las habilidades blandas, como psicología, tan necesarias para enfrentar estos momentos de cambio.
Los testimonios de vida de cinco universitarios que lograron algunos de los mejores puntajes en las Saber Pro 2020 confirman que la conexión entre la academia y el mundo laboral facilita que los jóvenes estén listos para el siguiente desafío.