CRIANZA
Los riesgos de criar con palmadas y correazos
En medio del debate por el proyecto de ley que busca prohibir el castigo físico, un estudio de Jorge Cuartas, investigador colombiano de la Universidad de Harvard, muestra que criar a correazos puede poner en riesgo el desarrollo cognitivo y emocional de los niños
El proyecto de ley que busca prohibir el castigo físico y los tratos crueles y humillantes en la crianza ha generado diferentes reacciones. Para algunos es un paso fundamental para reducir la violencia contra los niños y niñas. Para otros, este proyecto busca imponer un modelo de crianza desde el Estado.
Sin embargo, esta crítica es algo sorprendente y equivocada, ya que el proyecto no menciona o sugiere la implementación de un modelo de crianza específico. Por el contrario, se limita a prohibir una práctica que puede comprometer el desarrollo de niños y niñas, de la misma forma que otras leyes prohíben a los adultos darles cigarrillos a los niños y niñas.
Niños y niñas que recibieron palmadas tienen, en promedio, un desarrollo atípico en la corteza prefrontal del cerebro.
Parte de la controversia alrededor de este proyecto de ley es que muchos son escépticos a la idea de que las “palmaditas” y “correazos” sean perjudiciales. Sin embargo, la evidencia científica es categórica: un meta-análisis (es decir, una revisión de toda la evidencia científica) publicado en Journal of Family Psychology encontró que el castigo físico se asocia con mayores riesgos de problemas en el desarrollo cognitivo y problemas de salud mental a lo largo de la vida.
Lo peor es que el estudio no encuentra ningún efecto positivo del castigo físico. Por el contrario, esta práctica incrementa los “malos” comportamientos y la agresividad tanto en la infancia y adolescencia como en la adultez, ya que los niños y niñas aprenden los comportamientos que ven de sus cuidadores y, si observan el uso de la violencia, aprenden que la violencia es una alternativa necesaria y justificable. Con esto, el castigo físico genera en el largo plazo consecuencias totalmente contrarias a las que los padres y madres buscan con su uso. La violencia genera violencia.
Hace un par de meses, publicamos un estudio en Journal of Applied Developmental Psychology donde encontramos resultados similares para Colombia. En este estudio analizamos el desarrollo de más de 5.000 niños y niñas en diferentes regiones y municipios del país. Al comparar niños y niñas muy similares, que vivían en condiciones socioeconómicas parecidas y estuvieron expuestos a experiencias de aprendizajes similares, encontramos que aquellos que fueron criados con palmadas y correazos tuvieron, en promedio, un menor desarrollo cognitivo, mayores problemas de agresividad, más problemas emocionales (como depresión y ansiedad) y mayores problemas en sus relaciones sociales.
La idea es dejar de utilizar el castigo y empezar a utilizar la disciplina, dice el experto.
Este estudio con más de 5.000 niños y niñas colombianos, en conjunto con más de 50 años de evidencia científica a nivel internacional, muestra de forma contundente que el castigo físico es riesgoso para el desarrollo de los niños y niñas y no es efectivo como método de disciplina.
Algunos escépticos dicen: “a mí me dieron rejo cuando era niño y no estoy traumado.” Por supuesto: la evidencia científica no indica que todos los que han sido castigados físicamente tienen problemas cognitivos, emocionales o “traumas”, de la misma forma que no todas las personas que fuman tienen problemas pulmonares.
No obstante, la ciencia si muestra que el castigo físico incrementa, en promedio, múltiples riesgos para la salud y el desarrollo, de la misma forma que la ciencia nos ha mostrado que el cigarrillo incrementa, en promedio, múltiples riesgos para la salud. Creo que ninguno de nosotros defendería la idea de que un niño fume diciendo “yo fumé y no tengo cáncer”.
Algunos críticos también afirman que prohibir el castigo físico no tiene sentido porque una palmadita no hace daño si es con amor. Lamentablemente, esto es bastante alejado de la realidad.
En primer lugar, en un estudio en curso con neurocientíficos de Harvard hemos visto que niños y niñas que recibieron palmadas tienen, en promedio, un desarrollo atípico en la corteza prefrontal, que es un área del cerebro crítica para el aprendizaje y la regulación emocional. Estos resultados no son sorprendentes al considerar que el cuerpo humano viene “programado” para responder a cualquier amenaza con la segregación de hormonas y otros cambios neuronales que pueden afectar el pleno desarrollo del cerebro a largo plazo.
Reducir la violencia contra los menores, reducirá todas las demás formas de violencia en el país.
El cuerpo humano no diferencia entre palmadas con amor y palmadas sin amor. El cuerpo identifica cualquier golpe o forma de violencia como una amenaza y genera respuestas que conducen a efectos adversos, los cuales son aún más pronunciados si es la violencia proviene de los cuidadores principales.
En segundo lugar, es ingenuo pensar que los niños y niñas colombianos son castigados exclusivamente con palmadas con “amor y tranquilidad”. En un estudio publicado en Children & Youth Services Review, encontramos que, incluso desde antes de cumplir 5 años, casi la mitad de los niños y niñas del país son castigados con golpes con objetos que se encuentran en el hogar como cables, correas, palos y varas. Medicina Legal indica que en la mayoría de las violencias y maltrato contra niños y niños justamente se utilizan objetos que se encuentran en el hogar.
Considerando que Colombia es uno de los países con mayores tasas de homicidios contra niños y niñas (de acuerdo con un informe del 2019 de Save the Children), es preocupante que exista tal permisividad frente al castigo físico, que es una forma de violencia que sabemos puede conducir fácilmente al maltrato. La única forma de erradicar la violencia contra los niños y niñas es deslegitimando todas las formas de violencia, incluido el castigo físico. Esto, a su vez, conducirá a un cambio social que, inevitablemente, reducirá todas las demás formas de violencia en el país.
El erradicar el castigo físico no significa que ahora los padres y madres deben dejar a los niños y niñas hacer lo que quieran. Por el contrario, el no utilizar castigo físico implica empezar a utilizar la disciplina y la educación, estableciendo límites claros, reglas y consecuencias razonables y sin violencia. La idea es dejar de utilizar el castigo y empezar a utilizar la disciplina. Dejar de utilizar la violencia para poder educar.
Twitter: @jcuartas2