TÚNEL DE ORIENTE
El Viaducto Chivo, la vía que abraza la montaña
La megaobra del Túnel de Oriente contiene una joya en su interior: un viaducto de 540 metros hecho casi en el aire, sin tocar la ladera del cerro Santa Elena. Es el más largo del país construido en voladizos sucesivos.
Cruzar el túnel Santa Elena es más que llegar en 18 minutos a Medellín. El trayecto incluye recorrer el complejo vial Túnel de Oriente, una megaobra que, además de tres túneles, cuenta con un viaducto de 540 metros llamado El Chivo. Se trata de una construcción emblemática en el país por su longitud y que sorprende a los viajeros por su infraestructura y por la panorámica que ofrece del Valle de Aburrá y del Valle de San Nicolás, admirable por los árboles y aves que lo rodean.
Lo que hace especial al viaducto El Chivo es que su construcción no fue hecha en línea recta, sino en curvas, con el fin de rodear la montaña sin tocarla. Al envolver y no penetrar las laderas se logran proteger las fuentes hídricas, se preserva la flora de la zona y se permite el tránsito normal de la fauna.
Esa serpentina que rodea el cerro se logró con una técnica de ingeniería de voladizos sucesivos. Este método de construcción mantiene la súperestructura soportada en columnas o pilas que tocan solo parte de la superficie montañosa donde se apoyan, y que se construyen por tramos que se conectan, uno a uno, hasta formar el viaducto completo.
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Según Gilberto Quintero, secretario de Infraestructura de Antioquia, el viaducto El Chivo es el más importante de los puentes que conectan los dos túneles, por estar construido como si la vía estuviera flotando sobre el aire. “La magnitud y extensión de este puente lo convierte en una de las obras más importantes a nivel nacional, pues fue un desafío para la ingeniería que se logró llevar a cabo protegiendo el medioambiente y no tocando la ladera montañosa”, señala.
El Chivo, además de ser amigable con el entorno, es un viaducto que aumenta la seguridad de los conductores que transitan la vía. Al no rozar la montaña disminuye el riesgo de derrumbes o desprendimientos de tierra. Dicha seguridad, tanto de El Chivo como de los 1.500 metros de viaductos y puentes del complejo vial del Túnel de Oriente, está garantizada, además, por el diseño estructural de la obra, por la calidad de los materiales usados y por el proceso constructivo. Dispone de un peralte –es decir, una inclinación precisa– que evita que los carros pierdan control por la velocidad, la cual está permitida entre 50 y 60 kilómetros por hora.
Además, todo el sistema de pavimento de El Chivo y la red de viaductos y puentes a cielo abierto fueron construidos con una mezcla asfáltica de última tecnología, llamada microaglomerado, un material que logra una contextura más rugosa del asfalto, lo que permite un mejor drenaje de aguas lluvias en la vía y favorece el agarre de los neumáticos de los carros a la superficie. Así, la probabilidad de derrapes o deslizamientos que puedan afectar la seguridad vial es mínima.
“Tenemos la tranquilidad desde el diseño hasta la construcción de que este es un viaducto totalmente seguro y con una panorámica visual que sorprende a todo quien lo transita”, asegura Jorge Eliécer Gutiérrez, ingeniero civil coordinador del proyecto de la Secretaría de Infraestructura de Antioquia.
El Chivo es la joya de la megaobra Túnel de Oriente, que puede pasar inadvertida en el trayecto, pero que para la ingeniería nacional es una puesta en escena épica.