INFRAESTRUCTURA
El árbol de la movilidad
Así describe el viceministro de Infraestructura a la conectividad del país. En sus ramas y hojas, afirma, está la clave para el desarrollo de la economía nacional.
Imaginémonos por un momento que la conectividad de un país es como un árbol. Su tronco es el eje principal de la movilidad: un corredor que, en lo posible, atraviesa la mayor parte del territorio, uniendo tierras productivas con las costas, pensando en la exportación de los productos.
Las ramas serían, pues, las vías principales, que salen del tronco extendiéndose por todo el territorio. Sobre estas se ubican grandes ciudades, importantes centros de producción y otros ejes logísticos y de acopio. Por estas ramas, además, se distribuyen productos y mercancías que abastecen a los ciudadanos del país, que también se mueven por estas carreteras.
Las hojas, por su parte, equivalen a las vías terciarias, que representan las zonas rurales, los centros productivos, ciudades intermedias y pueblos. Son, de alguna manera, el primer eslabón de la cadena, desde donde parten los productos básicos que van surtiendo a la sociedad.
Ahora, ‘plantemos’ ese árbol en Colombia. En nuestro caso, el tronco nos los regaló la naturaleza: es el río Magdalena, nuestro gran afluente, por el cual corre buena parte de nuestra historia. El río atraviesa casi el 75 por ciento de nuestro país de sur a norte, y por eso es el eje vinculante esencial de nuestra movilidad interna.
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Históricamente, Colombia ha sido consciente de la importancia del río y de comunicar el interior con el Caribe. Prueba de eso es que la red férrea que cruza el país corre paralela al Magdalena, lista para apoyarlo en sus funciones de comunicación y movilidad. Así mismo, durante décadas el país ha construido una serie de carreteras que lo atraviesan de sur a norte, dentro de las que están varios proyectos de autopistas de Cuarta Generación (4G) que hemos logrado destrabar en este Gobierno.
Nuestra labor en el Ministerio de Transporte es mantener bien alimentado el árbol, trabajar permanentemente para que crezca con bases sólidas, que las ramas estén fortalecidas, y que las hojas estén irrigadas para también desarrollarse bien. Esto implica tener un cuidado especial y diferenciado para cada parte, y saber en qué invertir y cómo hacerlo.
Partiendo de esa visión, nuestros esfuerzos están concentrados en fortalecer y potenciar el tronco –el eje–en tres modos de transporte: el fluvial, a través del Magdalena; el férreo, reactivando el ferrocarril; y el carretero, con vías de doble calzada que generen mayores eficiencias. En cada uno de estos modos estamos trabajando.
Para el río Magdalena estructuramos dos Alianzas Público-Privadas (APP) para lograr tener movilidad 24 horas al día, los 365 días del año. A través de esta queremos dejar contratadas obras de encauzamiento y dragado que permitan contar con un canal navegable de mínimo 52 metros de ancho, con 2,1 metros de profundidad en la mayor parte del río y 12,8 metros en el canal de acceso al Puerto de Barranquilla.
La otra APP está dirigida al Canal del Dique, en el que trabajaremos para saldar la deuda social y ambiental histórica con los habitantes de los 20 municipios ribereños que están sobre este afluente. Por eso nos concentraremos en obras de recuperación ecológica y la mitigación del riesgo de inundación. Es una intervención muy importante, pues este corredor fluvial es indispensable en la estrategia, ya que allí se transporta el 80 por ciento de la carga.
Para garantizar que no se tengan los problemas de dragado que ocurren año tras año, a través de Cormagdalena cambiamos el esquema de contratación de estas actividades. Esto permite realizar las obras de manera preventiva y no reactiva, como se hacía anteriormente.
Con miras a fortalecer el tronco, el Gobierno realizó una apuesta por recuperar el modo férreo. Aquí ya tenemos resultados concretos. Desde mediados de septiembre de 2019 hay una operación comercial de dos trenes semanales que mueven hasta 800 toneladas de carga entre La Dorada (Caldas) y Santa Marta (Magdalena). La idea es actualizar este corredor con inversiones durante los próximos años para que, en 2026, los trenes puedan moverse a una velocidad promedio de 80 kilómetros.
Para lograrlo, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) brinda importantes herramientas a nivel presupuestal, pues definió que la Nación debe asumir la responsabilidad general del desarrollo de la infraestructura. Desde 2020, el sector transporte debe priorizar una partida anual de su cuota en el Presupuesto General de la Nación no inferior al 5 por ciento para la consolidación del modo férreo.
El tercer componente para consolidar un tronco firme son las carreteras. Como ya mencionamos, muchos de los proyectos 4G pretenden solidificar ese tránsito entre el interior del país y la costa Atlántica. Actualmente hay 22 de 29 proyectos de cuarta generación con un desarrollo positivo. Nuestro reto es destrabar los restantes, algo que esperamos hacer hacia finales de 2019 para mantener el dinamismo del sector, que durante el segundo trimestre de este año se ubicó en el 13,9 por ciento.
Paralelo a esto, avanzamos en estructurar la Troncal del Magdalena, que le apunta a concluir las obras pendientes del sector II de la Ruta del Sol. En este caso, realizaremos un solo proceso de licitación dividido en dos concesiones: una entre Puerto Salgar y Barrancabermeja, y otra entre este municipio y San Roque, en el Cesar. En total se construirán 274 kilómetros de doble calzada y se realizará el mejoramiento de 260 kilómetros de vía ya existente.
La hora de florecer
Pasemos ahora a las ramas, es decir, a las vías que unen el oriente y el occidente del país con ese eje central, y que conectan ciudades como Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Cali, Villavicencio y el Eje Cafetero, entre otras regiones. Estas son, además, las que mueven buena parte de la economía del país, pues llegan a los principales centros de producción nacional. En estas también trabajaremos desarrollando proyectos como la malla vial del Valle del Cauca o los accesos a Bogotá, entre otros.
Finalmente, las hojas son nuestras vías terciarias, esas que van a nuestros pueblos y pequeños centros de producción. Son las que nos conectan con la Colombia rural, las encargadas de abastecer y alimentar a todos los demás, al igual que el árbol, que tiene en sus hojas su fábrica de alimentos. Por ellas, además, se mueven miles de colombianos que, con su trabajo, son la razón de ser de todo el sistema.
De cara a los próximos años, a este árbol, que es nuestra movilidad, le estamos inyectando un nuevo nutriente, llamado intermodalismo. El fortalecimiento del tronco está enfocado en esta estrategia nacional: que las mercancías tengan diferentes modos para moverse por el país, y hacia el exterior, y que estos modos sean vistos y entendidos como partes de una sola cadena, no como competidores.
Esto, además, va acorde con el Plan Maestro de Transporte Intermodal, un documento construido para varios gobiernos. Estamos convencidos de que la infraestructura debe ser una política de Estado, que sea de largo plazo, por lo que esperamos que en los próximos años se continúe utilizando esta hoja de ruta.
* Viceministro de Infraestructura.