OPINIÓN
Usted puede lograr que tragedias como la del Aeroflot, en Rusia, no se repitan
Basta con prestar atención (de verdad) a las instrucciones de seguridad que se dan en cada vuelo. Si los pasajeros de este avión las hubieran seguido y hubieran obrado con solidaridad, quizá se habrían evitado 41 muertes.
Vivimos en los tiempos de la devoción frenética por captarlo todo en fotos y video. Y como casi nada se escapa al registro de una cámara, bien sea la de un teléfono móvil o una de vigilancia estratégicamente instalada, nos acostumbramos a ver hasta las cosas más desquiciadas.
Sin embargo, sobrecoge repasar las imágenes del avión de la compañía rusa Aeroflot que aterrizó envuelto en llamas en el aeropuerto Sheremétievo de Moscú. Y aún más las del fuego captado desde el interior de la aeronave, un Sukhoi Superjet-100 con 78 personas a bordo. Inevitable pensar en el valor, o la frialdad, de quien grabó con el acoso de la muerte a su costado.
Por esos mismos videos se sabe que varios pasajeros salieron con su equipaje de mano por la parte delantera a través de toboganes de emergencia mientras el fuego consumía el fuselaje. Mientras estas personas sacaban sus pertenencias se perdieron segundos cruciales para que 41 pasajeros, de la fila 11 hacia atrás, lograran llegar a la salida. Y no lo lograron.
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Indigna pensar que algunos se hayan obstinado en sacar su morral o su maleta de ruedas. Lo demás toca imaginarlo: ubicar las salidas de emergencia, avanzar en cuclillas por un pasillo para evitar el humo, aflojar una ventana, habilitar una de esas herméticas puertas o saltar a un tobogán para alcanzar la pista es algo que por fortuna no hemos hecho en circunstancias reales. Pero deberíamos hacerlo en simulacros.
En video, el recurso preferido del mundo moderno, se repiten, vuelo a vuelo, las instrucciones de seguridad. Y de tanto verlas y escucharlas a medias terminan por volverse paisaje. Seguramente hemos aceptado alguna vez sentarnos en la línea de las salidas de emergencia y hemos seguido las recomendaciones de los auxiliares. No solo con temor sino con la silenciosa convicción de que, si resultase necesario, no sabríamos hacerlo bien. No se puede hacer algo bien sin saber y no se puede aprender en medio del pánico.
Lo que ocurrió en Rusia debería ser una alerta para todos. Ser pasajero de avión debería requerir unas horas de instrucción, así como sucede para conducir un carro. Las empresas de transporte aéreo podrían diseñar módulos donde los usuarios simulen emergencias y ensayen procedimientos básicos: encontrar el chaleco debajo de la silla, sacarlo, inflarlo y ajustarlo, o activar una máscara de oxígeno y ponérsela correctamente, por ejemplo.
Cada vez que viajamos en avión ponemos en manos de la aerolínea y de la tripulación nada menos que nuestras vidas y las de quienes nos acompañan. Pero a veces, como en ese domingo fatídico en Moscú, la supervivencia puede estar en nuestras propias manos.
*Directora de información internacional de Caracol Televisión.