Especial de salud
No coma cuento
Las redes sociales están llenas de consejos nutricionales que carecen de respaldo científico y ponen en riesgo la salud.
Que una mujer sea famosa, tenga los músculos tonificados y la piel sin un gramo de grasa no la convierte en nutricionista ni en entrenadora física. Sin embargo, muchas con estas características se han convertido en guías de alimentación y de ejercicio para seguidores que, a punta de creer en los consejos que ellas difunden en redes sociales, están arriesgando su salud.
Lo prueban algunas de las pacientes que han llegado al centro de nutrición y bienestar Lifelive Nutrition de Bogotá para pedir ayuda a los profesionales de la salud. Ximena Sanz de Santamaría, psicóloga con máster en Terapia Breve Estratégica, quien trabaja los trastornos de la conducta alimentaria en esa institución, explica que la comida se ha convertido en una obsesión para muchas mujeres. La causa: los consejos publicados en las redes sociales por personas que, sin ser especialistas en salud, tienen en sus cuentas millones de seguidores y hablan sobre cómo comer, qué preparar, cuáles ejercicios practicar y con qué intensidad. “Tienes tanta información, que te pierdes ahí adentro. No tienes ni idea de si es buena o mala: lo único que sabes es que aparece una mujer que sale en un catálogo, con un cuerpo espectacular y el abdomen perfecto. El exceso de mala información es muy dañino”, afirma.
Los riesgos de caer en malas manos en este tema pueden ser tanto emocionales como nutricionales. Sanz de Santamaría explica que la persona puede llegar a desarrollar una obsesión y llenarse de creencias erróneas que afectan su estilo de vida. “La alimentación es como un termómetro emocional del ser humano”, explica la psicóloga.
Por su parte, María Paula Estela, nutricionista dietista de la Universidad Javeriana y fundadora de Livelife Nutrition, advierte que, desde el punto de vista nutricional, el paciente que ha pasado por muchas dietas y por muchos intentos sin encontrar resultados puede dejar de confiar y descartar las alternativas saludables y afectar notablemente su salud. “Incluso me han llegado pacientes desnutridos o una joven de 21 años con el colesterol elevado porque consumía proteína animal en unas cantidades que ni siquiera eran para ella”, señala.
Parte del trabajo que Estela realiza con sus pacientes es enseñarles a ser muy críticos con lo que leen, ven y escuchan. Les sugiere verificar el origen de la información, consultar a los profesionales de la salud y confirmar datos con las fuentes confiables. “Pasa mucho que los pacientes que llegan acá tienen tanta información en la cabeza que ya no saben qué hacer”, dice.
El interés por el tema de la salud ha aumentado porque la gente está viviendo más y quiere saber cómo hacerlo mejor, agrega a su vez Augusto Galán Sarmiento, director del observatorio Así Vamos en Salud. Además, ahora la mayoría de la población tiene acceso a un gran volumen de información en internet y en las redes sociales, lo que no se presentaba hace años cuando solo unos pocos, principalmente los médicos, contaban con hechos y datos. Según Galán, en Colombia las consultas diarias en Google por temas de salud llegan a más de 1.600.000. Infortunadamente, no toda esta información es confiable y, en cuestiones de nutrición y control de peso, los escritos abundan.
Para Diana Milena Rojas, nutricionista y máster en Nutrición y Salud, lo óptimo es que cada persona sea consciente de cómo es su estilo de vida y cuáles son sus objetivos. “La idea no es tener un inicio y un final con una dieta –dice–: es aprender a comer bien de por vida”. En su concepto, una persona que se alimenta bien no se va a los extremos y consume todos los grupos de alimentos en las porciones adecuadas. Para la nutricionista de Livelife Nutrition, es clave comer según las necesidades de cada uno. “No puedo tratar a una mujer embarazada como lo hago con un deportista, ni a una joven con un trastorno alimentario como a una que solo tiene que bajar 2 kilos”, señala. En su concepto, las generalidades no son buenas.
En sentido estricto, explica ella, la palabra ‘dieta’ realmente hace referencia a los alimentos que una persona ingiere en 24 horas, pero está tan trillada que se entiende como todo lo que se le prohíbe comer a alguien. Y precisamente por ser una prohibición, esta puede generar mucha ansiedad. “La idea no es restringir –asevera Sanz de Santamaría–: es organizar distinto”.
Muchas de estas dietas restrictivas suelen ser fugaces. Son formas de alimentación con las cuales las personas bajan muy rápido de peso, pero lo vuelven a ganar muy pronto e incluso suben más de lo perdido. Como dice Rojas, el problema es que las personas creen que se las saben todas y no consultan a un nutricionista o a un profesional de la salud para aprender a comer bien, lo cual es fundamental porque la buena alimentación ayuda a prevenir enfermedades y permite prolongar la vida con calidad.