Cultura

Leonard Cohen: la voz depresiva

Recordamos al autor de álbumes como "I'm Your Man" y "Ten New Songs", que nació en Montreal en 1934 y murió en noviembre del año pasado.

Francisco J. Escobar S.*
2 de julio de 2017
Cohen siempre fue un seductor, entre sus conquistas se cuentan cantantes como Judy Collins y Janis Joplin. | Foto: AFP

Esa voz. Los críticos musicales decían que escucharlo cantar era como sentir un susurro al oído. Otros lo llamaban ‘el hipnotizador’ –coincidencia o no, en su adolescencia practicó el hipnotismo con la sirvienta de su casa–. Una de sus primeras parejas, la noruega Marianne Ihlen (la musa de So Long, Marianne) dijo que el día que lo conoció en la isla de Hidra, en Grecia, no pudo verlo bien, pero que cuando oyó su saludo, se enamoró. Sin embargo, él nunca se sintió a gusto con su tono profundo: “Una de las razones por las que incluyo voces femeninas en mis canciones es porque la mía me deprime”, le decía a Paul Saltzman en 1972. Pero esa voz, que con el paso de los años se tornó más profunda y misteriosa (como si saliera del interior de un oscuro túnel), lo hizo único.

Leonard Norman Cohen nació el viernes 21 de septiembre de 1934, a las 6:45 de la mañana, en el Royal Victoria Hospital, en el elegante barrio de Westmount en Montreal, Canadá. En su infancia leía historietas de Superman, acompañado de su perro Tinkie, un terrier escocés. Tenía una hermana, Esther, cinco años mayor. Su familia era judía. De su padre, Nathan, quien era propietario de una tienda de ropa de alta gama, heredó la elegancia. De su madre, la rusa Masha, quien cantaba todo el día, adquirió el gusto por la música y su carácter depresivo.

Cohen luchó durante décadas contra una depresión que iba y venía: “Tomé Desipramina. Y los IMAO (inhibidores de la monoaminooxidasa), y todas esas drogas de nueva generación: Paxil, Zoloft, Wellbutrin. Incluso probé algunos antiepilépticos (...) te decían que esas medicinas podrían darte un piso para que no volvieras a caer, pero yo recaí (...) Hace unos años tiré todas las drogas y me dije: si voy a estar deprimido prefiero deprimirme con los ojos bien abiertos”, contó a finales de 2001.

Se enamoró de la poesía de Lorca a los 15 años. Su mejor profesor de guitarra fue un chico español que le enseñó los acordes flamencos básicos, le dio solo tres lecciones, nunca tuvieron la cuarta. Leonard lo llamó a la residencia donde vivía, le contestó la casera, le dijo que lo lamentaba, pero que el joven se había suicidado –esta historia la recordaría en 2011 al recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Letras–. Publicó su primer libro de poemas, Let Us Compare Mythologies, en 1956. Su escritura encantaba.

Sufrió, en la isla de hidra, armando su novela Beautiful Losers bajo los efectos del hachís y los ácidos. “Me sentía como un perdedor (...) O llenaba las páginas en blanco o me quitaba la vida”. El libro fue publicado en 1966. Aunque The Boston Globe destacaba que: “Jaymes Joyce no ha muerto. Vive en Montreal bajo el apellido Cohen”.

Leonard estaba harto de su pobreza. Así que se largó a Estados Unidos donde comenzaría su vida como cantante, oficio que le daría dinero y visibilidad. Publicó su primer álbum en 1967: Songs of Leonard Cohen, que incluía Suzanne y So Long, Marianne. Fue con Suzanne Elrod –que no era la chica de la canción–, con quien tuvo a su hijo Adam (cantante), en 1972; y a su hija Lorca (artista), en 1974.

Era un perfeccionista. Solía reescribir las canciones una y otra vez, el tema Anthem, incluido en The Future (1992), le tomó una década finalizarlo. En uno de sus encuentros con Bob Dylan en París, el cantante estadounidense, quien en su gira tocaba el Hallelujah de Cohen, le preguntó al canadiense cuánto tiempo había tardado en crear esa canción, este, intimidado, mintió: “Como dos años”. Habían sido más. Luego Leonard le preguntó a Dylan cuántos meses había invertido en I and I, Bob respondió: “Quince minutos”. Cohen siempre envidió su rapidez.

Sus videos no los emitían en el MTV de Estados Unidos. Siempre fue más querido en Europa que en el país de Trump. Su contacto con el gran público llegó en los ochenta con el álbum: I’m Your Man (1988). Pero Cohen siempre fue un seductor, entre sus conquistas se cuentan cantantes como Judy Collins, Janis Joplin (le dedicó Chelsea Hotel No. 2), Joni Mitchell y actrices como Rebecca De Mornay (Negocios riesgosos). En una entrevista de 2001 para la televisión sueca, la periodista Stuna Lundberg Dabrowski le contó que sus amigas le pidieron que le hiciera una pregunta poco usual. "Cuál es", interrogó Cohen. "Ellas me dijeron, pregúntale que si le gustaría acostarse con nosotras". El músico sonrió: "Bueno, ya no soy muy activo en ese terreno, pero quizás esta vez pueda hacer una excepción". Respuesta elegante de un tipo muy elegante. De hecho, alguna vez fue elegido como el hombre mejor vestido de Montreal. Y nunca perdió su toque, como se lo dijo a Sylvie Simmons al inicio de la biografía Leonard Cohen: I’m Your Man: “Cariño, yo nací vistiendo un traje”.

Después de ser ordenado como monje y estar en retiro durante casi cinco años en Mount Baldy Zen Center, en California, bajo la tutoría de su maestro Roshi, Cohen comenzó el nuevo siglo con el gran Ten New Songs (2001). Fueron años de fertilidad que dejaron cinco nuevos álbumes de estudio. Pero cuando lanzó You Want It Darker, el 21 de octubre de 2016, sus letras anticipaban el fin. (“Estoy listo, mi señor”, dice el primer tema del disco). En julio de ese año había muerto su recordada Marianne.

Leonard Norman Cohen falleció el lunes 7 de noviembre de 2016, a los 82 años, pero la noticia se conoció hasta el día 10. Sus restos reposan en Montreal junto a los de sus padres. Al enterarse, el primer ministro canadiense Justin Trudeau escribió en su cuenta de Twitter: “Canadá y el mundo lo echaremos de menos”. Joyce moría por segunda vez.

*Periodista.