Economía

Consejos para una minería bien hecha

La oficina de Responsabilidad Social Corporativa del sector extractivo de Canadá se concentra en prever los problemas de las compañías canadienses en el extranjero. SEMANA habló con su consejero, Jeffrey Davidson, quien visitó Colombia.

2 de julio de 2017
Jeffrey Davidson, consejero de la o cina de Responsabilidad Social Corporativa del sector extractivo de Canadá. | Foto: Erick Morales

SEMANA: ¿Qué hace la oficina de Responsabilidad Social Corporativa y de qué se trata su estrategia de intervención temprana?

JEFFREY DAVIDSON: La oficina se estableció hace unos años como respuesta a las preocupaciones de la industria, la sociedad y el gobierno. Se concentra en empresas canadienses de petróleo, gas y minas que trabajan en el exterior y busca promover una conducta empresarial responsable y un buen desempeño social y ambiental. Si hay algún problema, llamamos, investigamos y miramos si podemos cumplir un papel positivo en ayudarlas a ellas y a la comunidad a encontrar soluciones.

SEMANA: ¿Cuál es la clave para proteger los derechos humanos y laborales, sobre todo en países como el nuestro?

J.D.: Los gobiernos deben encontrar maneras para ayudar a construir capacidad de gobernabilidad en la actividad minera. Esto debe incluir la creación de un marco legal y regulado, pero también significa proveer un espacio para que las comunidades aprendan y participen. En los últimos 15 años se ha construido y desarrollado una formación de estándares internacionales para establecer la manera en que los negocios se deben comportar cuando operan en países en vía de desarrollo. Parte de la razón por la que visité Colombia es porque es importante para Canadá y para esta oficina entender las preocupaciones y retos relacionados con el desarrollo de los recursos minerales en países donde están operando empresas canadienses. Hablamos de hacer negocios al estilo canadiense, de manera responsable, honesta, transparente y justa.

SEMANA: ¿Cuál es la importancia de un compromiso efectivo y temprano con la comunidad?

J.D.: La minería a gran escala no tiene una historia larga en Colombia. Creo que hay ciertos factores que lo complican: al salir de un conflicto interno, las comunidades sienten, por primera vez, que pueden hacer escuchar sus voces. Algunas de las grandes compañías que han llegado al país están tratando de hacer las cosas bien con las comunidades, hablar con ellas desde el inicio y construir relaciones. Pero no lo van a lograr a menos que entiendan la historia y el contexto y las comunidades aprendan de qué se trata la minería a gran escala.

SEMANA: Colombia ha sido un país de tradición minera por más de 300 años. ¿Cómo es su trabajo con la minería artesanal y de pequeña escala?

J.D.: En esta visita conocimos algunas organizaciones como la ARM, Oro legal, Usaid, entre otras, que han tratado de entender qué es lo que está pasando y ayudando tanto a las comunidades como al gobierno a encontrar caminos que los lleven al control y eliminación de la extracción ilegal. Hay formas de cooperación y colaboración que les permitirán al pequeño y al gran minero convivir y trabajar de la mano. Pero creo que no es correcto decir que si llega la minería a gran escala, entonces no hay espacio para otro tipo de minería.

SEMANA: ¿Cuál es el impacto del sector privado y de su responsabilidad social corporativa en la construcción de paz?

J.D.: El sector privado tiene un rol muy importante porque la minería ocurre en muchos de los lugares que fueron golpeados por el conflicto. No solo se trata de una reconstrucción económica. Las compañías pueden crear trabajo y oportunidades de negocio, pero creo que es necesario que piensen en su responsabilidad social corporativa y acepten que parte del trabajo es fortalecer las instituciones e integrar y ayudar a las comunidades a lidiar con el trauma del conflicto y la reintegración de excombatientes en su fuerza de trabajo. Si como compañía no estás dispuesto a aprender nuevas habilidades y cambiar la forma en la que operas, de pronto Colombia no es para ti.

SEMANA: ¿Qué concluye de su visita a Colombia?

J.D.: Creo que hay muchas personas comprometidas, pero todavía existe preocupación sobre qué tan rápido puede avanzar el país y construir una paz que sea inclusiva y participativa para que la gente sea parte del proceso. Mi impresión es que Colombia tiene un potencial tremendo para superar lo que ha pasado, pero necesita compromiso, concentración y disposición para tomar riesgos. Debemos abrir la puerta, crear nuevas relaciones con personas con las que no hemos hablado antes. No podemos estar separados de las personas. Así veo a Colombia y espero poder volver.