Historia
Riqueza biológica: otro motivo para visitar el Perú
¿Conoce el último refugio del Imperio Inca? ¿Ha ido al cañón del Colca o a la Reserva Nacional Islas Ballestas? Lea este artículo y querrá ir.
Una de las grandes ventajas del Perú es que ofrece a sus visitantes una envidiable diversidad. Es un país que invita a conocer la costa del Pacífico, contemplar la belleza de los Andes y descubrir el misterio y la exuberancia de la selva amazónica. Tiene una historia que guarda muchas sorpresas y podría comenzar con la civilización más antigua de América, la Caral; seguida por las indescifrables Líneas de Nasca, las pirámides del imperio Moche; o la fortaleza Kuélap, donde la naturaleza y la cultura se unen para darle paso a un sitio majestuoso. Luego llegarían los incas, cuyo legado sigue vivo en Machu Picchu, una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo Moderno; reconocimiento ganado en una encuesta mundial realizada por la fundación New 7 Wonders.
“El Perú es un país sorprendentemente diverso en términos humanos y biológicos, y alberga entre el 82 y el 84 por ciento del mundo biológico. Si podemos salvar al Perú, podríamos virtualmente rehabilitar al mundo a partir de este país”, así respondió David Bellamy, ecologista británico, al preguntarle qué nación del planeta salvaría si solo pudiera escoger una.
Toda esta riqueza biológica ha sido un regalo de la naturaleza. Pero para preservar esta diversidad el país cuenta con el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas del Perú, compuesto por 77 unidades de conservación que abarcan más del 14 por ciento del territorio.
Dicen que para disfrutar de los tesoros que ofrecen las tierras peruanas, basta mantener los ojos bien abiertos. Uno de ellos, muy bien guardado por los antiguos habitantes del país, es el Área de Conservación Regional Choquequirao, que toma el nombre del sitio arqueológico que sirvió como uno de los últimos refugios del Imperio Inca. Ernest Desjarnis, geógrafo, arqueológo e historiador francés, quien llegó a la zona en el siglo XIX la describe como “el retiro más inaccesible y salvaje que haya existido jamás (...) Nada puede igualar la salvaje grandeza de estos solitarios lugares”.
Luego de visitar Cusco, hacia el occidente, se encuentra Arequipa: la ‘Ciudad Blanca’, llamada así por el color de sus construcciones hechas de sillar, piedra de origen volcánico que abunda en la zona y que le da carácter a la segunda metrópoli peruana.
Quienes disfrutan de los paisajes únicos se sorprenderán con el imponente cañón del Colca, uno de los tres más profundos del mundo. Sus cielos de un azul intenso son dominados por el cóndor y coronan un destino ubicado a solo cuatro horas de la ciudad de Arequipa. En el camino, puede hacer una parada inolvidable en la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, donde conviven en perfecta armonía vicuñas, llamas, alpacas, patos cordilleranos y flamencos andinos.
De los Andes nos vamos a la costa bañada por el océano Pacífico. La región Ica, 200 kilómetros al sur de Lima, alberga la Reserva Nacional Islas Ballestas. Los tours en lanchas parten desde la Bahía de Paracas, deteniéndose para observar una icónica figura de 170 metros grabada en la arena: El Candelabro. Luego, el recorrido sigue hasta llegar a las famosas islas, hogar de lobos marinos, pingüinos de Humboldt y aves guaneras.
En Ica también está la laguna Huacachina, que da vida al único oasis de América. Desde aquí se puede recorrer uno de los desiertos más bellos del planeta, donde solo moran los dioses de la fantástica cultura paracas.
El dinero recolectado gracias al turismo en estas zonas servirá para engrosar los fondos que permitirán proteger estos valiosos recursos naturales, y que en ellos se siga desarrollando una actividad turística responsable y sostenible. La protección de estos territorios permitirá la conservación de la despensa de la gastronomía peruana (de sus 4.500 variedades de papa, o sus 50 diferentes clases de maíz, entre otros) que la han hecho famosa en todo el mundo. ¿Necesita más razones para visitar el Perú?