Íconos culturales

Así suena y festeja el Perú

Susana Baca, la cantautora limeña, explica cómo la mezcla de culturas que corre por las venas de los peruanos se ve reflejada en su música y en sus celebraciones más populares.

Susana Baca
14 de julio de 2017
Susana Baca, gran cantaora del Perú y autora de este texto. | Foto: Ricardo Pereira

El Perú es un país que baila hechizado con los colores que guarda su mágica naturaleza, y que canta en esa diversidad de lenguas que tienen sus zonas geográficas. Nuestra música late en diversos compases y cadencias que a través de la historia dan testimonio de su resistencia y adaptación.

Ese espacio geográfico al que llamamos el Perú es un territorio de América que hoy evidencia la mezcla de las muchas civilizaciones que lo habitaron. La llegada de los colonizadores alteró la visión del mundo de los pobladores de estas tierras, sus creencias, su cultura, fueron suplantadas, demolidas y sustituidas, por esas que trajeron de afuera. Nuestras raíces autóctonas se conjugarían con esos diversos elementos foráneos para formar nuestra identidad mestiza y latinoamericana.

En este contexto, hablar de la música peruana y los instrumentos que la ejecutan, de la cotidianidad y la influencia de las distintas topografías, y de la mezcla que hay en ella, requeriría de muchas páginas. Resumir este universo sonoro me obliga a cierto nivel de generalización, y me propongo hacerlo a través de tres de las principales fiestas que reflejan su diversidad.

La primera es la procesión del Señor de los Milagros, que convoca cada año a más de 1 millón de fieles, que al influjo del Cristo de Pachacamilla hacen una conmemoración de la costa central donde se destacan la presencia criolla y afroperuana. Estas quedan expresadas en ritmos de lamento procesional, que son una aproximación de valses, cantos de jarana, marineras, festejos, landós, en instrumentos como la guitarra, las castañuelas, el cajón, la cajita, los cencerros y tantos, tantos más.

La segunda es la fiesta más reveladora del mundo andino. La veneración de la Virgen de La Candelaria articula el sincretismo mágico religioso. Es el culto a la Madre Tierra o Pachamama, y se expresa en danzas de adoración al Dios conquistador. Más de 300 grupos musicales y de baile, le dan vida a esta festividad, en la que brillan las diabladas, morenadas, sikuris, wacawacas y caporales de luminosos y coloridos trajes, acompañadas de bandas que incluyen trompetas, tubas, saxos, tambores, matracas, en representación de los  autóctonos pincullos, tarcas y zampoñas.

La fiesta de San Juan es la tercera a la que haré referencia. Es la conmemoración más importante en el calendario de los pueblos diseminados en la floresta de la Amazonia peruana. Celebran el solsticio de invierno, o la noche más larga, con danzas a modo de comparsas, acompañadas de instrumentos nativos. La imagen de esa naturaleza exuberante, la libertad y el espíritu creyente e ingenuo de estas gentes generosas, le dan cualidad y calidad a esta representación regional. Los cantos en castellano y lenguas nativas se bailan acompañados de chirimías, flautas, tambores, e incluyen instrumentos electrónicos, pero estos solo están ahí para imitar a los originales.

Este país, mi país de todas las sangres, camina y deja sus huellas que subsisten en el presente como un todo igual y diferente al mismo tiempo.

*Cantante y compositora.

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