Realismo maravilloso
Taliana y su casa en el árbol
Más de seis mil niños y jóvenes se han beneficiado de la fundación que creó la exseñorita Colombia en Santa Marta, su ciudad natal.
Siempre me preguntan para qué una fundación y por qué en Santa Marta. La repuesta es sencilla: acá crecí, acá he visto y he vivido la necesidad de muchos niños, jóvenes y mujeres que no han contado con las mejores oportunidades en sus vidas; he conocido historias de dolor, sufrimiento y maltrato, y no podía quedarme lamentando esas situaciones, sino actuar desde mi trabajo, las oportunidades y el corazón.
Soy muy enfática en decir que la vida no tiene sentido sin el servicio. Ayudar a los demás te enseña a crecer como persona, a vivir con sencillez, gratitud y a transformar vidas con un mensaje de amor.
Así fue como nació la Fundación Casa en el Árbol (FCA), una inspiración que proviene de una necesidad personal de ayudar a los demás y que hoy se ha convertido no solo en mi proyecto de vida, sino en el de cientos de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres en Santa Marta y el Magdalena.
Desempeñar esta labor en el ámbito social no es fácil, requiere de convicción y de un esfuerzo diario con la comunidad, de mucho trabajo y dedicación para que los proyectos tengan una continuidad y un impacto positivo en quienes forman parte de ellos. Es importante cambiar la manera de pensar, creer que un regalo de Navidad puede cambiar la historia de vida de una persona o de una región.
A las comunidades hay que entenderlas, comprender su dinámica social, política, económica y cultural para lograr esa paz estable y duradera que tanto buscamos. Hay que dejar de pensar que las soluciones a los problemas de la gente vienen desde un escritorio y salir a escuchar, conocer las necesidades para luego sí pensar en reparaciones efectivas.
Las intervenciones, desde cualquiera que sea el enfoque en el que trabajemos (talleres de capacitación, asistencia psicosocial, mujeres, niños o ayuda humanitaria), tienen todo el potencial de empoderar a la comunidad para lograr resultados sostenibles, si conocemos con quién y para qué lo hacemos.
En la FCA hemos trabajado, desde nuestros inicios, en fortalecer la capacidad de las comunidades, impulsando la cohesión social y el desarrollo integral comunitario, enfocados en la mujer y en niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Hoy trabajamos en Ciudad Equidad, un sector de Santa Marta. Se trata de un proyecto de casi 4.000 viviendas gratuitas, que representan más de 20.000 personas, de las cuales unas 6.000 son niños, niñas, adolescentes y jóvenes, lo que significa un gran reto. La FCA es consciente de que esta población será protagonista en la tarea de agenciar el cambio y la transformación de la sociedad colombiana en su tránsito hacia la reconciliación.
Ciudad Equidad representa un número importante de pobladores que requieren ser empoderados para movilizar a las viejas y nuevas generaciones, para registrar la realidad de los diversos grupos poblacionales allí ubicados, construir la identidad barrial sin dejar de reconocer la memoria de todos y transformar percepciones, actitudes y comportamientos por medio de nuevas narrativas.
Pero lo más importante es que cada uno se pregunte qué hace por su ciudad y su departamento. Desde nuestra casa, desde nuestro día a día, desde nuestro trabajo, desde la manera como nos relacionamos con el otro, ¿estamos preparados para los grandes retos que llegarán con los años? Pensemos en la disponibilidad del agua, la calidad del aire, la deforestación, la seguridad alimentaria, la movilidad, las oportunidades de vivienda, educación, empleo, salud y todos los desafíos que tendremos que asumir con las nuevas generaciones que vivirán en los centros urbanos. ¿Estamos listos para ello? Santa Marta y el Magdalena se merecen nuevas oportunidades. Y la FCA existe para apoyar la transformación de las comunidades.
*Presidenta de la Fundación Casa en el Árbol.