Realismo maravilloso
Lucho Arango, el defensor de la pesca artesanal
Fragmento de un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica en homenaje a un guardián del ambiente y las tradiciones.
El 12 de febrero de 2009 fue asesinado Luis Alberto Arango Crespo, más conocido en el corregimiento de El Llanito, en Barrancabermeja y en el Magdalena Medio como ‘Lucho’ Arango. Lucho era un líder pescador que vivía, como la gran mayoría de pescadores artesanales de Colombia, en condiciones de pobreza. Cotidianamente dependía de lo que pescaba para su supervivencia. Su muerte conmocionó al corregimiento y a las organizaciones pesqueras y sociales de la región, así como a las instituciones públicas y privadas que conocían sus cualidades como líder comprometido con la defensa de la pesca artesanal y el medioambiente.
El asesinato de Lucho Arango se convirtió en un caso emblemático del conflicto armado colombiano porque él era el representante de un sector, el de los pescadores artesanales, que ha sufrido en silencio los efectos del conflicto armado. Los pescadores del Magdalena Medio encarnan los saberes y formas de vida de este grupo –compuesto casi en su totalidad por hombres–, que deriva su sustento del río y establece con el agua una relación entrañable en la que media una comunicación delicada y respetuosa, con un lenguaje que solo sus miembros conocen y saben descifrar. Son hombres que han esculpido su cuerpo a fuerza del manejo de las artes de la pesca en la faena diaria: piernas firmes, abdominales fuertes y brazos de hierro.
Estos hombres, que construyen sus viviendas a la ribera de ríos, ciénagas u otras fuentes de agua, han lidiado con todo tipo de grupos armados que llegan a su territorio con el fin de controlar los cuerpos de agua y convertirlos en corredores estratégicos para movilizarse impunemente o para apropiarse de las tierras aledañas a las comunidades pesqueras cuando son cultivables.
El asesinato de Lucho Arango fue perpetrado por el grupo ilegal los Rastrojos, en 2009, durante la etapa de posdesmovilización paramilitar y el reacomodamiento de fuerzas armadas ilegales en la zona. En la región del Magdalena Medio este grupo ilegal se dedica al control de economías ilícitas, para lo cual la ciénaga El Llanito y sus caños son altamente estratégicos. El liderazgo de Lucho como defensor de la ecología de la ciénaga, su lucha en contra del uso del trasmallo (un arte ilegal de pesca) y su llamado a las autoridades para que vigilaran la ciénaga y sus caños, puso en riesgo la impunidad con la que se movían los Rastrojos por la zona, razón por la cual decidieron eliminarlo.
El tipo de liderazgo de Lucho Arango dista mucho del que ejerce un líder autoritario, impositivo y protagónico. Por el contrario, él era respetuoso del pensamiento y las posturas de los demás, capaz de congregar a todos y de conciliar los intereses personales con las apuestas grupales. Esa habilidad para aglutinar alrededor de sueños comunes la volcó hacia el compromiso con la reivindicación de la pesca artesanal y a hacer de ella una actividad económica que elevara los niveles de vida de los pescadores y sus familias, siempre en armonía con el medioambiente.
El compromiso que sentía con la lucha de los pescadores artesanales de la región lo llevó a realizar innumerables sacrificios en el fortalecimiento de los procesos organizativos. Puso siempre los intereses del colectivo por encima de los personales y familiares. Sus compañeros cuentan que llegaba hasta los lugares de encuentro más distantes, así fuera a pie, porque en ocasiones no tenía recursos para desplazarse. Nunca fue un hombre que quisiera sacar provecho personal de nada, razón por la cual pudo mejorar la organización de los pescadores en el corregimiento y en el Magdalena Medio, en aras del fortalecimiento de la economía pesquera, a partir de la exigencia a las instituciones estatales responsables de proteger el medioambiente de vigilar los cuerpos de agua de los que depende la pesca artesanal.
El asesinato de Lucho fue un golpe para los pescadores locales y regionales. Tras su asesinato, el temor hizo presa fácil a los integrantes de todas las organizaciones de pescadores, quienes nunca han entendido cómo alguien pudo perder su vida por intentar proteger la pesca artesanal, los ríos, las ciénagas y los caños. Su asesinato debilitó la organización pesquera, rompió el tejido social y dejó secuelas graves en los integrantes de la comunidad.