CULTURA

Espantapájaros, la librería oculta

En este lugar niños, padres y libros crean una relación amorosa en la que aprender con la lectura es el valor principal. Así lo cuenta su directora, Yolanda Reyes.

17 de noviembre de 2017
Esta librería es también jardín infantil y epicentro de talleres enfocados a promover la lectura. | Foto: Nicolás Rocha

Hay librerías que están ubicadas en las vías principales de las ciudades, incluso dentro de los centros comerciales, donde el bullicio contrasta con el silencio típico de la lectura. Todas buscan la máxima visibilidad para vender más. Sin embargo, hay otras que prefieren espacios menos llamativos, y son una excepción, como Espantapájaros, que permanece oculta como un niña que aguanta la respiración ante la risa nerviosa que le produce jugar al escondite.

Un sutil aviso, que en vez de espantar aves se camufla entre arbustos, es la señal que revela la presencia de esta librería que al mismo tiempo es jardín infantil y epicentro de talleres enfocados a inculcar la lectura en niños que todavía usan pañales.

Su directora es Yolanda Reyes, la conocida escritora de primeras lecturas como El terror de sexto B, quien lidera una labor pedagógica relacionada con el oficio del librero. Lo ha hecho desde 1990, cuando se unió al equipo fundador de Espantapájaros, conformado por Cristina López, Carmiña López e Irene Vasco. Desde entonces su intención fue complementar la selección de títulos con una propuesta cultural y pedagógica.

Con el paso del tiempo Reyes fue la única que persistió con el proyecto, y al cabo de 30 años se ha consolidado como un referente en la formación de pequeños lectores más allá de su sede en el barrio Santa Bibiana, al norte de Bogotá. Lo dice ella, que en nombre de Espantapájaros dictó un curso para libreros en Buenos Aires, fue invitada a São Paulo (Brasil) para compartir la experiencia de su ‘Bebeteca’ y también ha estado involucrada en el curso virtual ‘La poética de la infancia’, en asocio con el Laboratorio Emilia de Formación, también con sede en Brasil, y los expertos en proyectos editoriales en línea Neturity, de España.

“El área de influencia de Espantapájaros tiene círculos concéntricos y el primero es la atención directa a los niños, las familias y los maestros, aquí en el norte de Bogotá. Sin embargo, apoyamos la formación de librerías en otros lugares porque para nosotros resulta imperativo ayudar a quienes no pueden pagar nuestros servicios”, así explica Reyes lo importante que es para ella y para su equipo expandir el campo de acción. “Nuestra propuesta no solo es poética, también es política”, puntualiza.

Un triángulo amoroso

Para Reyes la iniciación lectora es el resultado de un triángulo amoroso del que participan los niños, sus padres y los libros, una relación en la que incluso los más pequeños terminan ejerciendo el rol de formadores.

Por encima de cualquier estrategia pedagógica, lo que ocurre aquí es un acercamiento orgánico, cara a cara, con libros, libreros y otros lectores. A la larga, el objetivo de este lugar es dejar en cada visitante lo que su directora llama una “huella poética”, un aprecio genuino por los ejemplares impresos que no se restrinja a su utilidad como herramientas académicas. Esa huella que crece con quienes han aprendido en este lugar es lo que Reyes destaca como su mayor logro: “La primera década de vida que los niños y sus padres pasan aquí resuena por siempre”.

Pero si se trata de programas puntuales, hay uno en especial del que Yolanda habla con orgullo: el curso de libreros. Niños de entre 7 y 12 años se preparan para atender la librería, en todas las actividades de este oficio, desde la reseña de libros hasta la exhibición de ejemplares e incluso la venta de los mismos. Quienes hacen este curso también son tenidos en cuenta en un comité asesor que está a cargo de la presentación de nuevos títulos en los lanzamientos o eventos especiales que se llevan a cabo aquí.

Con la primera infancia en el eje de su oferta, todo aquello que se dice sobre las nuevas generaciones y su relación con la lectura encuentra en Espantapájaros una respuesta impresa en papel, no por puro capricho sino por una razón particular: “Esta librería se ha especializado en primera infancia, seres humanos entre 0 y 6 años. ¡Un bebé todavía necesita recurrir a lo sensorial, a lo concreto!”, explica Reyes.