¿Qué tan seguro es el norte de Bogotá?

¿Es seguro por aquí?”, pregunta un francés en las calles de Chapinero. “¿Puedo caminar con mi familia?”, indaga otro visitante en Usaquén. Los residentes de esas zonas tal vez les responderán que mejor no se confíen, “nunca se sabe”. Pero si estos caminantes hicieran la misma pregunta en el sur de Bogotá, sorpresivamente les responderían que “no hay nada que temer”. Es una realidad, los habitantes de esa zona de la capital se sienten más seguros que aquellos que viven en el extremo opuesto.

Así lo revela el más reciente informe de calidad de vida de Bogotá Cómo Vamos. El documento indica que en algunas categorías estas localidades del norte son las más afectadas y en otras tienen los índices más bajos. Sin embargo, de ninguna manera, son las más inseguras.

El estudio tuvo en cuenta cifras de entidades oficiales y una encuesta de percepción y victimización. Este develó que los habitantes de Usaquén y Suba son los que muestran más inquietud ante la seguridad. En cambio, quienes habitan la zona sur (oriente y occidente) se preocupan 20 por ciento menos por el tema. Para Mayda Velásquez, alcaldesa de Usaquén, los datos no tienen correlación en su localidad, pues “aquí cada día se reducen más las cifras de los delitos”.

No obstante, datos del Sistema de Información Estadístico Delincuencial, Contravencional y Operativo de la Policía Nacional, muestran que Chapinero (con 2.468 casos) y Usaquén (2.427), tienen el mayor número de hurtos a personas, después de Kennedy y Suba. Además, presentan las tasas de robo a residencias más altas. Por cada caso sucedido en Engativá, se registran nueve en Usaquén.

Pese a eso, de las nueve categorías que se tuvieron en cuenta en el estudio, cinco les son favorables a Usaquén y Chapinero: el número de hurtos de autos, motos y a establecimientos de comercio, disminuyó. La tasa de lesiones personales es una de las más bajas de la ciudad, así como el número de casos de violencia intrafamiliar.

De acuerdo con Velásquez: “la percepción de inseguridad aumenta por razones ajenas al delito, como la presencia de habitantes de calle y la falta de iluminación adecuada”. Por su parte, Roberto García, doctor en política y experto en temas de seguridad, explica que las personas más adineradas, que por lo general habitan esas localidades del norte, suelen magnificar los hechos delictivos: “Lo perciben como una amenaza, en tanto los saca de su zona de confort. Por eso suelen asentarse en los mismos sectores y frecuentan los mismos espacios sociales”. García recomienda leer estos estudios con cautela porque, al final, las encuestas están más que condicionadas por la percepción.