LUJO
Guillaume de Seynes: “El lujo es la primera industria francesa en exportaciones”
Es bisnieto del fundador de la reconocida casa Hermès y su actual vicepresidente ejecutivo. Pero además es el presidente del Comité Colbert, que representa los intereses de la industria del lujo de Francia.
El lujo es el lugar común de Francia, su cliché. El Rey Sol, la nobleza, los palacios, los muebles, las joyas, la música de cámara, el arte... Y París, la Ciudad Luz. El lujo, además de ser un símbolo nacional, es un negocio muy rentable. Cada año este le genera al país más de 154.000 millones de euros, 36.000 millones en exportaciones y crea más de 616.000 empleos; además, representa el 3,1 por ciento del producto interno nacional, según las cifras del Instituto Francés de la Moda.
Una industria tan exitosa requería de una institución que velara por su estabilidad. Así nació el Comité Colbert, que defiende los intereses de 84 casas francesas de lujo, entre ellas las reconocidas Chanel, Yves Saint Laurent, Christian Dior, Hermès, Louis Vuitton, Longchamp, Guerlain, Bugatti, el Ritz de París y la champaña Veuve Clicquot Ponsardin; además de representar a 16 instituciones culturales y seis miembros europeos.
Todas estas compañías cobijadas por el Colbert forman parte de 14 sectores diferenciados que trabajan en diversos campos y con diferentes materias primas como la plata, el bronce, el oro, el cristal, el cuero, la loza y la porcelana; los automóviles, la gastronomía, la alta costura y la moda; la hospitalidad, las fragancias y los cosméticos, el sonido y la viticultura. El comité es un patrimonio de los galos, y así nos lo cuenta su presidente.
JUAN SEBASTIÁN SALAZAR: Cuando se piensa en Francia se piensa de inmediato en sus marcas, en la industria de la moda y el lujo. ¿Cómo se construyó esa idea?
GUILLAUME DE SEYNES: El lujo está profundamente anclado en nuestra historia, nuestra cultura y el ‘arte de vivir’ francés. Todo comenzó en el medioevo gracias a un desarrollo económico favorable pero, sobre todo, por la influencia de la literatura cortesana, la arquitectura y los paisajes, la mueblería, las joyas, los peinados y la gastronomía. Allí comenzó a manifestarse el lujo y, tiempo después, en los siglos XVII y XVIII, este crece alrededor de la figura de Luis XIV, el Rey Sol. En esa época Jean Baptiste Colbert, ministro de Finanzas y un visionario, desarrolló las manufacturas, las instituciones culturales e impulsó su crecimiento fuera de las fronteras francesas. De esta manera el lujo se convierte en la manifestación de la influencia de un país. Y, fíjese, han pasado más de 400 años y esas características aún están ahí.
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J.S.S.: ¿Cómo han logrado mantener eso a través de los siglos?
G.S.: París es reconocida como la capital internacional del lujo y de la moda. Pero esa concepción se apoya sobre un patrimonio inmaterial. Si nuestra capital y nuestra nación son percibidas así por el resto del mundo es porque detrás de esa idea hay una diversidad de oficios y una creatividad incesante y audaz de sus emprendedores que la hacen posible. Ahí está la base. Uno de los mejores ejemplos es el trabajo de los artesanos, ellos ejercen con pasión su oficio, ¡y son un verdadero tesoro nacional! La labor que ellos realizan, guiada por los valores del lujo –el gusto por la calidad y la innovación–, es fundamental para cada casa de moda y, por supuesto, para la industria.
J.S.S.: Todo comienza con las manos de los artesanos…
G.S.: Con la transmisión de sus saberes ellos logran que este rico patrimonio se haga eterno y así lo inscriben en el modelo de creación del siglo XXI. Cada artesano contribuye con el posicionamiento de la cultura francesa y constituyen unos modelos que inspiran a los jóvenes.
J.S.S.: El lujo tiene un aporte significativo en la economía francesa…
G.S.: Es cierto, si revisamos cuál es el aporte de los miembros del Comité Colbert a las finanzas de la nación, tendremos que hablar de miles de millones de euros. El lujo es la primera industria francesa en materia de exportaciones –representa el 86 por ciento de ellas–, las filiales de nuestras prestigiosas marcas tienen presencia en 180 países y estas emplean a 180.000 personas en Francia, de las cuales 51.000 tienen un trabajo directo. La industria se caracteriza, igualmente, por su creatividad e innovación en innumerables dominios (productos, servicios, comunicación, gerencia). El dinamismo del sector, su aura y su atractivo internacional tienen efectos económicos positivos que permiten estimular, por ejemplo, el turismo.
J.S.S.: Hoy el trabajo del comité tiene una visión mundial, no se centra solo en Francia, ¿por qué transmitir ese ‘savoir-faire’ fuera del país?
G.S.: La industria del lujo encarna el gusto francés y la labor del Comité Colbert es hacerle eco en todo el mundo. Así podemos cultivar afinidades con otros países y nutrir el diálogo entre diferentes culturas. Que nuestras casas más prestigiosas se encuentren en casi 200 naciones representa una vitrina inmejorable. En China el sector está presente en 1.600 puntos de venta. Por eso creamos una estrategia que permite federar las empresas alrededor de proyectos comunes. Esta solidaridad permite expresar, de forma conjunta, los valores del lujo. Esta iniciativa, que favorece el desarrollo internacional de las pequeñas y medianas empresas, facilita la llegada a los mercados emergentes y la construcción de ventanas competitivas. Desde 2005 hemos organizado eventos en China, India, Beirut, Dubái, Brasil, Turquía, Japón, Argentina, Estados Unidos y Nigeria.
J.S.S.: Al final el lujo, más que bellas piezas o vestidos, es un punto de unión entre diversos actores de la economía francesa…
G.S.: En efecto, este es el único sector industrial que ha aunado fuerzas para crear una estrategia colectiva, complementaria de la identidad propia de cada casa y que pone a la vista la diversidad de los oficios que lo componen. De esta manera también le presentamos al mundo la diversidad de nuestra nación y la rica historia de Francia.
*Coordinador general Especiales Regionales de SEMANA.