MEDIOAMBIENTE
La meta francesa: reducir el consumo de energías fósiles en un 40 por ciento
El país galo lidera la transición energética en el mundo, para conseguirlo reorganiza su funcionamiento estatal y les brinda facilidades a sus ciudadanos para cambiar sus autos de gasolina o diesel por eléctricos.
El primero de junio de 2017, cuando Donald Trump anunció que Estados Unidos, responsable del 15 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono en el planeta, se retiraba del Acuerdo de París, la esperanza de un mundo mejor se vino abajo. Al final de su discurso solo dijo: “Make America great again”. Algunas horas después, el presidente francés, Emmanuel Macron, hizo una declaración en inglés para defender este convenio climático, firmado por 195 Estados, que busca evitar la catástrofe ambiental que se vislumbra. “Make our planet great again”, replicó.
La reacción del mandatario europeo no fue una sorpresa. Desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015 (COP 21) en París, Francia se ha posicionado como su principal defensor y uno de los líderes de la lucha contra el calentamiento global. Esta conferencia, que significó un éxito diplomático y ecológico para este país y para los principales defensores del medioambiente, además de traducirse en el acuerdo internacional con más firmas en la historia, selló el compromiso de casi todo el planeta para limitar el calentamiento global únicamente a 2 grados.
Este documento constituye, en ese contexto, una herramienta de negociación diplomática. Hace algunas semanas Francia se opuso a la firma de un acuerdo de libre comercio europeo con Estados Unidos debido a la decisión de este país de abandonar los Acuerdos de París. Esa posición asumida en la escena internacional se traduce, en el ámbito local, en políticas verdes, con el fin de lograr la neutralidad de carbono en 2050, como se prevé en el documento. Estas medidas incluyen el final de las excavaciones petroleras en Francia, el compromiso de terminar con la producción de la electricidad a partir del carbón, subsidios para realizar obras de renovación térmica y una disminución de 40 por ciento del consumo de energías fósiles antes de 2030.
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“La tecnología está aquí, la voluntad del Estado también. Vamos, además, a cerrar todas nuestras centrales de carbón en 2022, que producen las mismas emisiones que 4 millones de carros térmicos”, explicó a SEMANA el Ministerio de la Transición Ecológica y Solidaria de Francia.
‘No hay planeta B’
El gobierno sabe que para conseguir su cometido requiere de la acción de todos los ciudadanos y por eso propone la instauración de un ente participativo. Se trata de una asamblea compuesta por 150 franceses que se encargarán de evaluar los dispositivos de apoyo a la transición ecológica, de proponer las mejoras, de elaborar nuevos dispositivos y de su financiamiento.
La participación ciudadana también implica una revolución en el consumo. Por eso la nación prometió el fin de la venta de carros de gasolina o diésel en 2040. Si Francia logra transformar su modelo y convencer al mundo de seguir sus pasos, quizá se pueda evitar la calamidad ambiental que se ve todos los días en los intensos huracanes e inundaciones, los récords de calor en todo el planeta o el alza del nivel de los océanos. Como lo recordó Emmanuel Macron ante el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París: “No hay planeta B”.
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