Con el apoyo de los arreglistas Andrés Viáfara y Aly Tarry Garcés, Yuri le dio forma a su propuesta grabando una versión ‘salsosa’ de la emblemática Ne me quitte pas. | Foto: Getty Images

CULTURA

Yuri Buenaventura, el sonero de París

Llegó muy joven a la Ciudad Luz para estudiar Economía en la Sorbona, pero poco después tocaba el bongó en las estaciones del metro. Hoy es un emblema mundial de la salsa; y un ‘caballero’ francés.

Robert Téllez*
27 de julio de 2019

París era una fiesta, decía Hemingway. ¡Y qué fiesta! Desde hace décadas la capital francesa ha sido el mejor escenario para las celebraciones, los vestidos largos y el champán –en la belle époque–, o para la multiculturalidad, la alegría, el sabor y la salsa.

Francia se mantuvo ajena al Caribe hispánico hasta que en la década de los setenta un modesto movimiento salsero comenzó a florecer en París. A la ciudad habían llegado destacados músicos del género, como el pianista cubano Alfredo Rodríguez, el sonero panameño Camilo Azuquita, y los percusionistas venezolanos Orlando Poleo y Alfredo Franchesqui (‘Cutuflá’); con ellos sí llegó la fiesta. En tierras francesas, además, se realizó un legendario concierto de Las Estrellas de Fania en 1981.

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En medio de esa revolución del son surgieron agrupaciones locales como Aguacate, el Grupo Café, y la orquesta Mambomanía. Y también se crearon festivales como Tempo Latino, que empezó sus funciones en 1993, en la población de Vic-Fezensac; y Toros y Salsa, que halló su refugio en la comuna de Dax, en 1995. Más tarde nacerían otros eventos como Latinossegor y Nuits du Suds, que impulsarían los sonidos tropicales de cuero, viento y mar.

Francia siempre ha sido uno de los destinos más buscados por los universitarios latinoamericanos. El arte, la literatura, la arquitectura, la historia del mundo están en cada calle de esa nación y de su capital. Esa promesa de conocimiento hizo que un joven colombiano de la isla de Cascajal, donde se asienta la ciudad de Buenaventura, se interesara en estudiar allí, en la Universidad de la Sorbona, la carrera de Ciencias Económicas. Así fue como en 1988 Yuri Alexánder Bedoya se las ingenió para viajar a París.

Después de tres años en las aulas comprendió que su verdadera vocación era la música, un camino que no le resultó nada fácil. No tenía el dinero suficiente para pagar una residencia fija, así que el metro de París se convirtió en su improvisado escenario para cantar –acompañado de un bongó–, pero también en su mejor hospedaje durante muchas noches. “Tenía que refugiarme en los museos en épocas invernales. Por los cambios térmicos se rajaba el cuero del bongó… ¡150 francos valía el cuero!”, le contó Yuri a la periodista Margarita Vidal, de Radio Nacional de Colombia.

La suerte del cantautor cambiaría cuando encontró su lugar en dos agrupaciones del momento, la Orquesta Caimán y Chaworó. Primero fue bongosero y luego vocalista. Con este segundo grupo, al comando de Orlando Poleo, sintió la gran aceptación en el festival Tempo Latino, en julio de 1996. Por eso regresó a Colombia con la firme idea de hacer un disco.

Con el apoyo de los arreglistas Andrés Viáfara y Aly Tarry Garcés, Yuri le dio forma a su propuesta grabando una versión ‘salsosa’ de la emblemática Ne me quitte pas, escrita en 1959 por el cantautor y actor belga Jacques Brel. Esta canción se convirtió en su primer homenaje a la francofonía, y también era una forma de agradecerle a la nación donde pudo desarrollar su arte por primera vez.

La versión salsa de Ne me quitte pas llamó la atención del periodista Remy Kolpa Kopoul o RKK, especializado en la llamada ‘música del mundo’ (world music) y figura de la emisora francesa Radio Nova. Él apoyó la difusión de esta particular reinterpretación de Yuri y así llegó a los oídos del productor Jacques Sanjuan, de The Wailers, el mítico grupo de Bob Marley; y de artistas como Jon Bon Jovi y Elton John, quien impulsó la carrera del colombiano, no solo en París, sino en toda Europa.

Fue entonces cuando Yuri Alexánder Bedoya se convirtió en Yuri Buenaventura y firmó con la disquera Polygram su primer trabajo: Herencia africana (1998). Luego vendrían Yo soy (2000), Vagabundo (2003), Salsa dura (2005) y Cita con la luz (2009).

La música del compositor bonaverense ha hecho parte de películas como Salsa (2000), producción franco española dirigida por Joyce Sherman Buñuel, y Ma femme s’appelle Maurice (2002), con la dirección de Jean-Marie Poiré. En 2014 el Ministerio de Cultura de Francia le confirió la Orden de las Artes y Letras en el grado de Caballero por su contribución cultural a este país.

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A finales de 2015 Yuri lanzó el álbum Paroles (Palabras), realizado entre Cali y París. Fue un nuevo homenaje a su patria adoptiva, llevando al campo de la salsa chansons, de Charles Aznavour, Claude Nougaro y Edith Piaf, entre otros. En 2018 presentó su producción Manigua, acompañado por la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia.

Yuri Buenaventura no se equivocó al elegir París. Allí descubrió su camino y se convirtió en el primer artista de salsa en obtener discos de oro por sus ventas en Europa. Francia le ha permitido aprender las dinámicas del espectáculo y crecer como músico; él continúa tendiendo puentes culturales entre América Latina y el Viejo Continente, donde una multitud de seguidores beben del néctar de su música.

Periodista musical, director del programa Conversando la salsa, de Radio Nacional de Colombia.