ANTETITULO
El Museo Militar, un espacio para no olvidar a los héroes de la patria
Hace 31 años asesinaron a su abuelo Héctor Abad Gómez, médico defensor de los derechos humanos y padre del escritor Héctor Abad. Su nieta le escribe.
Querido Aba,
Tengo que confesarte que esta carta no surge de manera espontánea, es un encargo que me hizo la revista SEMANA. Sin embargo, ya que me la pidieron, aprovecho la ocasión para escribirte y contestarte la que tú me mandaste hace ya 30 años, un año antes de que los paramilitares te asesinaran, y que no leí entonces, pues cuando me la enviaste acababa de nacer. Como esta es una carta pública evitaré contarte aquí demasiadas cosas íntimas de la familia. Solo para que estés tranquilo, estamos bien, más viejos, pero alegres y sin enfermedades graves, más allá del colesterol un poquito alto y alguna que otra operación por cálculos en la vesícula.
Sé que con mi abuela Cecilia leían el periódico en voz alta y discutían las noticias. Hoy es jueves 21 de noviembre de 2018. Los diarios ya casi no se leen en papel, sino por internet, en los computadores o los celulares. Es más, las noticias ya casi no se leen en los periódicos pero sí en unas comunidades digitales que se llaman redes sociales, y la información se actualiza con mucha velocidad, tanta que uno no alcanza a estar al día. Ninguna de estas tecnologías te tocó, pero seguramente las habrías disfrutado mucho, tendrías un montón de seguidores en una de esas redes sociales que se llama Twitter y seguro serías un geek (esta palabra tampoco la conoces, significa ser apasionado por la informática).
Cuando abro la página de El Espectador, el periódico que comúnmente leo, el primer titular dice ‘Extradición de Santrich significaría el fracaso de la paz’. No te voy a explicar quién es Santrich. No obstante, como ves, todavía se habla de este tema. Sé lo feliz que habrías estado hace dos años, cuando por fin el gobierno firmó el acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc; faltó el ELN, grupo con el que se han entablado unas conversaciones que no parecen ir hacia ningún lado.
Sí, la guerrilla se desmovilizó y ahora sigue un proceso de posconflicto difícil de manejar y que, como te podrás imaginar, muchos intentan mostrar como un fracaso total. Ha sido difícil y el gobierno ha cumplido poco sus promesas, pero te aseguro que es mejor que la guerra. El actual presidente se llama Iván Duque, pero no vale la pena que hablemos de él. Sé, en todo caso, que no habrías votado por él y te digo que no ha hecho demasiadas cosas buenas en estos 100 días que lleva gobernando.
Te indignaría mucho lo que pasa ahora con las universidades públicas, es más, te puedo ver marchando con los estudiantes. Hace demasiado tiempo no aumentan el presupuesto estatal destinado a la educación, obviamente las universidades y los universitarios han crecido, la gente es más educada, hay más especializaciones, más doctorados y los profesores están cada vez más preparados. Es decir, abuelo, la cosa sí ha mejorado, muy despacio, pero ha mejorado. La universidad pública sigue siendo un excelente espacio, pero tiene los mismos recursos de los años en que te mataron y el Estado no quiere aumentárselos. Qué bueno sería poder discutir todo esto contigo, me encantaría saber tu opinión y las soluciones que podrías proponer.
Como la revista me pone un límite de caracteres para esta carta, solo puedo leerte una noticia más, sobre el asesinato de líderes sociales. Desde que te mataron, hubo una oleada de homicidios que no paró hasta hace muy poco. Este es un país un poco mejor que el que te tocó en los últimos años. Pero siguen matando a los líderes sociales y a los defensores de los derechos humanos. Increíble, ¿cierto? Colombia es muy medieval. Este año se han reportado ya 236 casos. Donde más los matan es en Nariño, Chocó, Córdoba, Norte de Santander y en algunas zonas de Antioquia, según leo en un artículo que se titula ‘Ruta de protección a líderes sociales’. El gobierno creó un Plan de Acción Oportuna de Prevención y Protección para proteger a los defensores de los derechos humanos. Esto por lo menos te habría consolado. A ti no te pudieron proteger.
En fin Aba, tendría por contarte muchos caracteres más, pero ya se me acabaron. Han pasado muchas cosas en 31 años. Como ves, algo hemos mejorado, pero los problemas son los mismos. Yo por eso hago cine y no política, me parece que el arte, aunque no salve vidas, puede por lo menos salvar algunas almas y no tiene la responsabilidad de encontrar respuestas, pero sí de mantener vivas las preguntas.
Te quiero y nos haces mucha falta,
Dani.
P.D. Para que sepas, tu hijo escribe los domingos en El Espectador, en la sección de opinión.